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El 'Charro Negro', servido en el restaurante Totol Naj, en la Casa de México en Castilla y León Rodrigo Ucero

De cócteles por Valladolid

'Charro Negro', el primo mexicano del 'Cuba Libre'

Este preparado concentra tradición y sabor en una mezcla tan simple como identitaria de la cultura mexica

Viernes, 26 de septiembre 2025, 06:58

Hace apenas unos días, entre el 15 y el 16 de septiembre, México se vestía de fiesta para celebrar uno de sus días más señalados ... en el año, el de la Independencia. También lo hicieron aquí, en Valladolid, donde su comunidad, si bien no es la más numerosa, tiene una presencia notable. En el diecinueve de la calle Santa María, junto a la Plaza de España, tiene su sede la Casa de México en Castilla y León, un local que acoge otro de los puntos de reunión de la comunidad en la ciudad, el restaurante Totol Naj.

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Es aquí, entre totopos, tamales, birrias y chilaquiles, donde también encontramos un pequeño reducto de la esencia coctelera del país norteamericano. Más allá del llamativo Acapulco o del archiconocido Margarita, el Charro Negro luce como un desconocido.

Su apariencia recuerda a uno de los clásicos atemporales de la mixología. Su color amarronado y la acidez del limón gritan ¡'Cuba Libre'! pero su sabor redirige el pensamiento a los campos de agave, a los ranchos, a un sol que aprieta. En definitiva, al corazón de México.

Desde lo más arraigado de esta cultura charra (porque charro proviene, históricamente, del ranchero o ganadero) y de cantina, a mediados del siglo pasado surgió este 'primo' del cóctel originado en Cuba como solución para aportar frescor y dulzor, pero utilizando quizá la bebida más emblemática que posee la nación mexicana: el tequila. Es una mezcla que salió de la gente 'del campo', de los llamados 'charros', una denominación en algunos momentos despectiva para referirse a la gente de las zonas rurales. El equivalente a referirse en España a 'los de pueblo', por así decir.

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Del rancho para el mundo

En lugar de ceñirse a la connotación peyorativa -en muchos casos ya desterrada con el paso de los años- este preparado parece reivindicar los valores del campo: la sencillez, la esencia y la popularidad. Pues si algo es el Charro Negro, es un trago fácil de preparar y accesible a todo el mundo.

En Totol Naj, a la base de tequila y el 'Jarrito' de cola -otra bebida típica mexicana similar a la Coca-Cola-, se le añade un toque de lima. En este caso, el borde del vaso viene escarchado con limón y Tajín, un preparado de chile en polvo muy extendido tanto dentro como fuera de las fronteras mexicanas.

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Y es que con este cóctel, lo que ves es lo que saboreas. El refresco de cola está muy presente, la injerencia de la base alcohólica pasa de soslayo en el trago y la lima le aporta una chispa ácida que cierra el tercio de gustos. Servido con pajita, para los amantes del contraste dulce-salado y el picante, el sorbo obligado es desde el borde del recipiente. Es ahí donde reside la vuelta de tuerca, donde la sensación refrescante choca con el toque picante y la acidez del limón. Puro sabor a México por 7,50 euros.

Y si con este trago te ha picado el gusanillo de conocer más acerca de la cultura mexicana, solo tienes que pasar la barra, sentarte en una de sus mesas a degustar su gastronomía y disfrutar en un local que imita la arquitectura tradicional rodeado de multitud de referencias decorativas y artísticas que completaran la experiencia.

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La leyenda del Charro Negro

Como no podía ser de otra manera, si hablamos de Charro Negro no podemos dejar pasar la oportunidad de hablar de una de las leyendas más más extendidas del folclore mexicano, especialmente en zonas rurales. Se le suele describir como la aparición de un hombre vestido de charro elegante (traje tradicional ranchero mexicano), montado en un caballo negro y acompañado a veces de un perro. Según la tradición oral recopilada por cronistas y antropólogos (como Luis Ramírez en 'Mitos y leyendas de México'), suele manifestarse en caminos solitarios de noche, acercándose a los viajeros para entablar conversación o pedir compañía. Su presencia está asociada a la oscuridad y al misterio, despierta miedo, pues se cree que no es un ser humano común, sino una figura sobrenatural.

Diversas versiones lo identifican como un espíritu ligado al diablo o como un alma en pena que en vida fue un hombre avaro o maldito. A veces ofrece riquezas o favores a cambio de que lo acompañen, pero quien acepta queda atrapado y sufre desgracias. En contraste, quien lo rechaza o invoca a Dios logra librarse, cumpliendo así una función también como advertencia moral para evocar la prudencia en los caminos, en especial durante la noche, y cultivar el rechazo a la codicia.

La próxima semana

Diego Fernández y Rodrigo Ucero se acercarán hasta la Plaza de España, en pleno corazón de la ciudad, para probar los sabores castellanos y tostas de gambas de la cafetería-restaurante Enara

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