Una patente contra el coronavirus con origen burgalés
José Luis Saiz Martínez, burgalés de 43 años residente en Palencia, idea un clip adhesivo para mascarillas que intensifica su protección ante los contagios por la covid-19
A José Luis Saiz Martínez, un burgalés de 43 años residente desde hace dos en Palencia, se le ocurrió la idea mientras trabajaba en su puesto en la cadena de la factoría de Renault en Villamuriel de Cerrato. Como consecuencia del mal ajuste de la mascarilla a su rostro, se le empañaban las gafas protectoras que utiliza en pintura, área en el que acumula una experiencia de veinte años (diez de ellos como encargado, acostumbrado a solucionar los problemas que se le iban presentando), y podía inhalar vapores y partículas nocivas. Y si eso le ocurre en su puesto de trabajo, otro tanto le puede ocurrir cuando pasea por la calle, compra en un supermercado o se sienta en una terraza. Solo que, en lugar de esas sustancias tóxicas introducidas en las fosas nasales y la boca por la respiración, puede aspirar algo incluso más nocivo como partículas de saliva y contagiarse por la covid-19, en unos momentos en que los brotes proliferan en todo el país y el temor a una segunda oleada del virus es cada vez más real.
La de José Luis Saiz Martínez era una idea surgida en el postconfinamiento que ha ido tomando cuerpo hasta convertirse en una patente de mejora orientada a las mascarillas de protección ante la covid, cuyo uso se ha convertido en obligatorio en prácticamente todos los rincones de España. Y es realmente eficaz. Se trata de un clip o alambre adhesivo para mascarillas que no sellan bien o molestan en la zona de la nariz, sobre todo aquellas que carecen de dicho accesorio, que aporta rigidez y forma adaptada al resalte de la nariz.
Especiales coronavirus
José Luis Saiz hizo un esbozo de proyecto en casa con un clip y una cinta de doble cara, y vio que funcionaba. Su idea viene a proponer una solución al problema que presentan las mascarillas que no se ajustan bien a la volumetría del tabique nasal y molestan, llegando a producir heridas, e igualmente presenta una solución paralela en aquellos casos en los que se empañan las gafas por usar mascarillas, y además evita que entre polvo y suciedad en aquellas mascarillas que no se pegan bien al contorno de la cara, al ajustarse con el alambre.
El alambre, que también puede ser de material plástico, se ajusta manualmente sobre el contorno de la nariz de forma personalizada para cada usuario, y se puede integrar en cualquier tipo de mascarilla gracias a los adhesivos que comprende en sus extremos para pegarse a esta.
La aplicación industrial de esta invención se encuentra dentro de los dispositivos y accesorios de higiene para mascarilla, y más en concreto, en alambres adhesivos para estas protecciones.
El alambre adhesivo se constituye a partir de una pieza alargada y moldeable de metal, plástico u otro material similar que comprende en sus extremos dos tiras adhesivas para acoplarse y pegarse sobre la superficie de una mascarilla de tela o del tipo de las que no son rígidas, para darle forma y estructura al contorno que bordea el tabique nasal y adaptarse a cada caso. Al poder ajustar la forma que se quiera de la pieza moldeable, se puede hacer un acople más exacto y personalizado de la mascarilla al contorno facial, evitando que entre polvo, polen o suciedad por cualquier resquicio. Y en aquellos casos en que se usen gafas, siempre se puede ajustar formando un hueco de salida por el que salga el aire en lugar de empañar los cristales de las mismas.
«Una empresa me ha hecho un estudio y ha visto la viabilidad del proyecto, comprobando además que no existe ninguna invención idéntica a la mía. Mi clip para mascarillas tiene un año de patente mundial, y podría salir al mercado por 4 o 5 céntimos», sostiene José Luis Saiz mientras abre su email (joselin976jls@gmail.com) y explica en un dossier como funciona su sujeción, que acaba con las excusas de todos aquellos que aseguran llevar la mascarilla por debajo de la nariz o como un barbuquejo porque se les va cayendo. Desde luego, compensa más gastarse cuatro o cinco céntimos en salud que acabar sacando cien euros del bolsillo para la multa. Que tome nota Fernando Simón, que igual se puede apuntar un tanto en su lucha contra el virus.