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Salida de los alumnos del CEIP Anduva este martes en Miranda de Ebro. AMC
Coronavirus en Castilla y León: Miranda de Ebro se agita entre la preocupación y la incertidumbre

Miranda de Ebro se agita entre la preocupación y la incertidumbre por el coronavirus

La alarma se instala en el colegio de Anduva, mientras la localidad convive con las incomodidades de la crisis sanitaria

Álvaro Muñoz

Miranda de Ebro

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Miércoles, 11 de marzo 2020, 08:56

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Cómo ha cambiado Miranda de Ebro en una semana. Las bufandas y los banderines del Mirandés que colgaban de los balcones hace siete días se han sustituido por una fase de contención reforzada. No hay ningún atisbo de la gesta del equipo rojillo en la Copa del Rey. La palabra coronavirus se ha adueñado de todos los lugares de encuentro y en las tertulias impera «el maldito bicho». Un virus que ha obligado a que el CEIP Anduva cerrase sus puertas hasta el 18 de marzo, después de que este martes tan solo tres clases se mantuvieran clausuradas. Esa medida, tomada el lunes por la tarde, ha alertado a muchos padres, que optaron por enclaustrar a su hijos en casa sin acudir a un centro que ha notado el absentismo escolar. «Según nos explicaron, han tomado medidas más estrictas de las necesarias para controlar el brote. Nosotros estamos tranquilos porque no somos población de riesgo, aunque no vamos a ver a los abuelos», afirma una madre cuyo hijo no ha podido ir a clase al estar su aula en cuarentena.

Muchos padres no entendían este martes que el resto de niños acudieran a clase. «Estamos intranquilos, pero las medidas que toma el colegio son las que hay que acatar. Se mandan comunicados pidiendo tranquilidad, pero nadie lo está. Aún así, prefiero que cierren el colegio y lo desinfecten para que vengamos más tranquilos», ha recalcado Leticia Barrio, madre de una alumna de tercero. Su hija ayer tuvo una jornada normal, hasta pudo ir a sus clases de natación, pero muchos alumnos del Anduva disfrutaron de una mañana diferente, pues en muchas aulas «se proyectaron películas» ante el absentismo escolar.

Aunque no hay cifras de los alumnos que no acudieron a clase de uno de los colegios más grandes de Miranda (más de 500 niños y 40 profesores), las sonrisas de los más pequeños imperaban en sus rostros. Se acercaban a las cámaras de los medios de comunicación y hasta se alegraban de no ir a clase hasta el próximo miércoles. «Lo mejor es que no voy a tener el examen de francés», afirmaron ayer varios escolares tras concluir su jornada.

Más preocupados se encontraban los padres, sobre todo tras los momentos de tensión que vivieron este lunes en una reunión entre la Ampa, el centro educativo y Sanidad. No entendían que ayer sus hijos estuvieran en un «foco del coronavirus», ni que hubieran tardado tanto en comunicar el caso de una niña contagiada. «Lo saben desde el martes pasado y no nos lo han dicho hasta el domingo. El colegio debería estar cerrado desde el lunes», relatan fuentes del centro educativo. «Hemos tenido que presionar para cerrar el colegio. El consejero vino el lunes y simplemente nos dio una charlita. Ahora esperaremos hasta el día 18 y, si hay algún positivo más, habrá que alargar esta medida preventiva», prosigue.

La suspensión de las clases ha conllevado también la cancelación de las extraescolares. «No podemos cerrar un colegio para montar otro en forma de guardería. Sería ilógico. Cada familia tendrá que aguantar su particular chaparrón», relata esta madre entre decepcionada y cabreada por la situación que ha experimentado su hijo. «Es muy duro para nosotros que se levante todas las mañanas y nos pregunte por el coronavirus», ha concluido esta madre que no quiere dar su nombre.

Los momentos más inquietantes se vivieron en el colegio Anduva. Parecía que todos los problemas se atesoraban entre esas paredes, porque a escasos metros de ahí la palabra normalidad predominaba por encima de las cosas. La crisis sanitaria estaba en muchas conversaciones, pero prácticamente todos los vecinos de la localidad viven su día a día. «No nos queda otra», apostillan. A escasos metros del colegio, con los niños corriendo de fondo por el patio, varios hombres disputan su partida de petanca diaria. Son conocedores de la situación del centro educativo, pero hasta ahí. Entre los lanzamientos de la bola metálica se cuela la conversación del Mirandés. «Ya verás cómo nos toca ver el partido del sábado desde casa», apuntaba uno de los jugadores mientras recogía la bola.

Y no les quedará otra, porque escasos minutos más tarde se confirmaba la noticia. Esa la vivió en primera persona Nicolás Muro en una cafetería próxima al colegio mientras hojeaba El Correo. A la par que se detenía en los deportes para conocer la última hora del Mirandés, le llegaba un 'whatsapp' de un amigo que le decía que iban a jugar a puerta cerrada. Se lamenta y se pone a hablar con Susana Miguel, la camarera. «De momento no estamos notando la crisis del coronavirus, pero sabemos que la padeceremos en unos días. No ha bajado la clientela», recalca Susana.

Donde sí que ha bajado la producción de comidas es en el hospital Santiago Apóstol. En su restaurante han pasado de servir 35 comidas al día, a las 8 de ayer. «Llevamos una semana así», lamenta una de las camareras. En otro punto cercano del colegio, en el hogar del pensionista, no existen las mascarillas, tan solo muchas barajas de cartas y un gran billar que no paraban de darle uso. No quieren hacer declaraciones, pero la normalidad impera en los juegos. Esa es precisamente la realidad de Miranda, la de la preocupación y la de la incertidumbre.

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