El bosque entre Burgos y Soria que resiste a los incendios teme por su futuro: «Nuestros montes son una bomba»
Un agente medioambiental que trabajó durante décadas en esta zona alerta del abandono y el cambio climático y propone adehesar zonas de monte para pastos, recuperar la ganadería, el empleo forestal y el arraigo vecinal
Entre las provincias de Burgos y Soria, en Tierra de Pinares, encontramos la mayor masa forestal de España, se extiende por unas 100.000 hectáreas y abarca unos 35 municipios. Una zona a la que se mira estos días en los que vecinos de León y Zamora, sobre todo, han sufrido grandes incendios o siguen luchando contra ellos. Se mira hasta esta zona porque, en las últimas décadas, se ha librado de los grandes incendios forestales pese a ser una masa de bosque tan densa.
Aunque, como señala un agente medioambiental que trabajó en la zona durante décadas, el incendio de Quintanilla del Coco, que no pertenece a Tierra de Pinares pero se encuentra cerca, debería habernos puesto sobre aviso. Además, la noche del martes 26 de agosto al miércoles fue también de temor por otro incendio que surgió entre Palacios de la Sierra y Moncalvillo. Quemó 6,25 hectáreas de matorral y cuatro de monte, según publica Burgosconecta.
El modelo ancestral de la «suerte de pinos»
Se apunta a la ordenación de montes, a la propiedad comunal, a la suerte de pinos, al arraigo de la población como elementos que han ayudado a esto. En este contexto de grandes incendios forestales, el Colegio de Ingenieros de Montes apuntaba a una «gestión forestal ancestral» como fórmula para que Tierra de Pinares se haya librado de grandes incendios forestales en los últimos 20 años. Y eso que alberga uno de los mayores pinares de Europa.
Los ingenieros de montes apuntaban a la suerte de pinos, un modelo ancestral de gestión que, desde hace siglos, confiere a los vecinos una serie de derechos y deberes sobre el monte. Pero esta fórmula está en entredicho en la actualidad en esta comarca por su falta de adaptación a la actualidad y por los impuestos que se exigen a las sociedades que lo gestionan o a los ayuntamientos.
La suerte de pinos, un modelo comunal que ha funcionado durante siglos, hoy está en entredicho.
«La suerte de pinos es excluyente, hay quienes quieren que se marchen otros para quedarse con cuantos más pinos, mejor. No se dan pinos a los vecinos extranjeros, por ejemplo, familias que llevan décadas en el pueblo», así lo afirma Antonio Chicote, gran conocedor de la gestión forestal de esta zona de Burgos.
La Suerte de Pinos
La Suerte de Pinos, también conocida como pinos de privilegio, sorteras, cuadrillas de pinos o pinos de concesión, entre otras denominaciones, es un sistema tradicional de reparto vecinal de aprovechamientos forestales de maderas, en las comarcas de Pinares Soria-Burgos y Pinares Llanos de Almazán. Se realiza mediante lotes o suertes, cuyos beneficiarios han de cumplir con ciertos requisitos de vinculación y arraigo o de permanencia, según reglas jurídicas consuetudinarias y tradicionales propias de cada localidad.
Una gestión forestal en declive
Tras décadas como agente forestal en la zona de Quintanar de la Sierra, Antonio Chicote, asegura que «la gestión forestal ha ido a peor. El monte genera mucha biomasa y no hay cuadrillas para limpiarlo. El ganado, sobre todo ovejas y cabras, está en retirada», enumera de primeras, para después continuar señalando una situación crítica. «Los montes nuestros, ahora mismo, son una bomba, ha crecido la masa forestal una barbaridad», lamenta Chicote.
Tras 36 años como agente medioambiental en la zona, puede arrojar una imagen del pasado y otra del presente, para comparar. «El cambio climático es real, empecé marcando entre 6.000 y 7.000 pinos secos al año y acabé marcando unos 20.000. No se puede negar el cambio climático, solo hace falta ver el color del monte, de los rodales, ahí se ve que está pasando algo».
«Los montes son una bomba: generan biomasa y no hay cuadrillas para limpiarlo».
Antonio Chicote
Agente forestal jubilado
Chicote explica que lo que hace el cambio climático es acelerar todo, «pero hay más factores». Se habla de cómo esta zona ha esquivado los incendios forestales gracias, en parte, al modelo comunal, que garantiza que los beneficios vuelvan al monte, pero también que los vecinos se impliquen en su mantenimiento. Esto ya no es así. «Se quitó el empleo comunitario, lo peor que pudo hacerse. Hasta finales del siglo XX en la comarca había muchos obreros trabajando y todo ha ido a peor desde que se quitó el empleo comunitario y desde que se dio paga de compensación por no poder ir a trabajar al monte, eso ha sido fatal».
Plan de Fomento del Empleo Agrario
Antonio Chicote se refiere al Plan de Fomento del Empleo Agrario, más conocido como Plan de Empleo Rural (PER). Es un plan de subvenciones a los ayuntamientos de varias comunidades autónomas, entre las que se encontraba Castilla y León, para realizar inversiones en el medio rural. Actualmente solo se mantiene en Extremadura y Andalucía.
Del empleo comunitario al abandono
Hace un repaso a la historia de la gestión de estos montes. «La Armada hizo una ordenación por pinos de privilegio, por concesiones anuales y cortas de desarraigados, pero cuando entre la ciencia forestal a finales del siglo XIX todos los montes europeos se orden de otra forma. Entra la nueva ordenación forestal por tramos, cuarteles y rodales. Se intenta que haya todas las fases de edad en un bosque, para eso hay que cortar todos los años una superficie determinada en función del monte. Se divide el monte en 140 o 150 cortas anuales para 140 o 150 años. Se suelen hacer turnos de siglo y medio. Todo esto es teórico, se necesita más, si viene un incendio, te lo destruye todo».
En selvicultura hay que hacer cortas todos los años, así como regeneraciones. Hay que aprovechar los ciclos, quitar lo viejo y renovarlo. Y todo eso, en la actualidad, se está dejando de hacer a lo que se suma que no se tiene en cuenta cómo afecta el cambio climático. «Hay que quitar los rodales más afectados por el cambio climático y tienes que adelantarte a toda esa muerte porque afecta a todos los cuarteles», asegura Chicote.
«Éramos 15 guardas en la comarca, ahora solo hay tres».
Antonio Chicote
Agente forestal jubilado
Pero todo esto implica una gran gestión, implica mucha gente y la Junta de Castilla y León ha estado dudando de si contratar trabajadores forestales durante todo el año o solo en época de riesgo algo de incendios. Chicote le pone números a esta realidad: «éramos 15 guardas en la comarca, ahora solo hay tres». «No hay cuadrillas para limpiar el monte, el ganado va en retirada y la industria maderera solo se lleva los árboles grandes dejando el resto. Y el vecino ya no necesita leña, por lo que no se lleva estos restos», señala.
Ayuntamientos y Junta, responsabilidades compartidas
La advertencia de Chicote se orienta hacia varios focos. «La industria forestal sin control puede arruinar el monte si, además, no recoge los muertos. El maderero se acoge a que los vecinos pueden coger los restos para leña, pero los vecinos ya no cogen la madera. Pero es que los Ayuntamientos tenían guardas municipales y los han quitado», lamenta.
También señala a la Junta. Un monte necesita ser transitado, cuidado, vivido con conciencia y lo que se ha producido en esta Tierra de Pinares es «un abandono total en beneficio de Valladolid. Han quitado el vivero, han quitado el sequero. El abandono del parque forestal de Quintanar ha sido horrible, era uno de los mejores de España, tenía una piscifactoría que también se cerró», asegura.
«Adehesar zonas para crear pastos, frenar incendios y acceder a la PAC»
Antonio Chicote
Agente forestal jubilado
«A la Junta se le puede acusar de muchas cosas, pero los Ayuntamientos también tienen culpa de esta situación», afirma Chicote. Para este agente forestal, el régimen comunal no está funcionando. Esto se debe a que al transferirse las competencias del Estado a las comunidades autónomas «se transfirió la propiedad, el catálogo de montes, pero la gestión siempre es del propietario y no se ha avanzado en qué derechos y deberes tiene un vecino. Estamos en un limbo. Los montes son comunales, pero no tienen un régimen de funcionamiento. El dueño es el Ayuntamiento, pero el aprovechamiento es comunal. Las ordenanzas son de reparto, pero no gestión. La propiedad comunal es la gran olvidada», lamenta.
Para Chicote, los vecinos tienen deberes como recoger su leña. «Los pinos que se quedan en el monte porque el vecino no recoge su leña son suyos, no del maderero. Una propiedad que solo tiene derechos y no deberes…», vaticina.
Propuestas para un monte vivo y seguro
Pero Antonio también tiene propuestas. Aboga por hacer un plan de cuenca del Arlanza. «De nada sirve que tú tengas bien el monte si el vecino no lo tiene, hay que trabajar unidos, es lo que tiene que salir de estas protestas por los incendios. Ordenar la cuenca del Arlanza es competencia de la Junta, el Estado y los Ayuntamientos. La ley hace responsable a todos a su nivel. Ya tuvimos el fuego en Silos y debería servirnos como aviso».
Lo que propone Chicote es adehesar zonas enteras de monte para que sirvan como superficie de pastos. La Política Agraria Común (PAC) no admite los bosques como pastos, salvo que se haga con una densidad específica. «Es una propuesta, garantiza una cabaña ganadera que lucha contra el cambio climático, combate los incendios limpiando el monte y entraría en la PAC como pastos».
También aboga por crear nuevos árboles que puedan aguantar o se críen con el cambio climático, que la parte baja del monte sea más recreativa, «se necesita gente, gestores, planes. Los Ayuntamientos de la cuenca del Arlanza tienen que gestionar muchos metros cúbicos de madera, eso precisa de ingenieros, guardas y la Junta está quitando mucha guardería».