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Una muchedumbre sigue a Fernando Arrabal durante su recorrido por Salamanca. / MANUEL BARROSO
Irreverente procesión
CONTRAPORTADA

Irreverente procesión

El dramaturgo Fernando Arrabal recorre en andas el centro histórico de Salamanca en una particular conferencia, seguido por cientos de curiosos

FRANCISCO GÓMEZ

Domingo, 15 de febrero 2009, 01:52

«Señor Dios, ábrame la puerta». El que llamaba no era cualquiera, era Fernando Arrabal. Golpeaba el Pórtico de la Catedral de Salamanca subido en andas. Pero Dios no abrió. Arrabal, decepcionado, aseguró después de una segunda llamada y de pedir un móvil para llamarlo, «esta noche rezaremos por el dios verdadero, no el que está detrás de esa puerta, sino el dios Pan, el dios de la poesía».

Sobran las palabras. Arrabal protagonizaba una de las más rocambolescas actividades culturales que se recuerdan en Salamanca y bajo el sello de la Facultad de Filología. El poeta y dramaturgo se convertía en protagonista de una más que peculiar 'conferencia callejera' con la que recorría la Plaza de Anaya impulsado por una especial fuerza motriz, la "Patafísica".

El escritor melillense predicaba este movimiento surrealista en medio de algunos de los mayores tesoros renacentistas salmantinos y ante una gran cantidad de fervientes seguidores, aplicándolo al impulso recibido por los ocho poetas de la ciudad que lo llevaban en andas entre el Palacio de Anaya y la Catedral.

Una «máquina de explorar el mundo» con la que Arrabal desplegaba su jugosa visión de la vida, del arte y de la religión, salpicada de irreverentes chispazos de improvisación.

«Estar entre vosotros es mejor que una felación de frambruesa», reconoció cuando al darse la vuelta desde su improvisado trono descubrió que eran muchos los salmantinos que estaban siguiendo su conferencia móvil.

Un éxito que sorprendió al propio autor, que aseguraba durante el acto que cuando hoy domingo cuente en París lo ocurrido ayer en Salamanca «muchos no lo van a creer». Seguro que a más de uno le cuesta, pero para eso ayer estaban las muchas cámaras de televisión y fotógrafos que el mismo Fernando Arrabal reclamó para «esos que tienen ojos y no ven».

Una demostración de fuerza creadora de uno escritor que se anunció como venido «de un país llamado Destierrolandia» y que confundió a más de uno de los cientos de turistas que ayer como era habitual se daban cita en el entorno de la Plaza de Anaya de Salamanca.

«Estarán ensayando las procesiones de Semana Santa», dijo uno de ellos a su mujer quien, por si acaso, se llevó una foto de recuerdo.

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