Cantarranas 20, 22 y 24
JOAQUÍN MARTÍN DE UÑA
Lunes, 10 de noviembre 2008, 02:32
C uando comenzaron a construirse viviendas junto al tramo comprendido entre la Puerta de los Baños (actual calle de Echegaray) y la calle de Guadamacileros, de la primitiva cerca vallisoletana, el espacio comprendido entre ellas y el cauce del Ramal Norte de la Esgueva, que inundaba la zona durante las crecidas invernales del río, debió de comenzar a denominarse «lugar donde cantan las ranas». Ya en 1410 se recoge en el libro llamado Becerro de la catedral una cesión al Ayuntamiento «de unos suelos para edificar casas», que la institución religiosa poseía «enfrente de las puertas de otras casas, en la cerca vieja que va de la Carnecería a la Costanilla». El cronista y arquitecto municipal Juan Agapito y Revilla, señala cómo en 1448 aparece en el referido libro una inscripción en que se utiliza por vez primera de forma escrita el nombre de Calle de Cantarranas, «lo que no invalida que antes se llamara así», denominación que junto a la de Plazuela de Cantarranillas con que se conoció el espacio ocupado por el citado cauce fluvial, perduró hasta comienzos del siglo XX.
La calle de Cantarranas sufrió todos los avatares que aquejaron al casco histórico, entre ellos las inundaciones y el incendio de 1561, que comenzó en las casas del platero Juan de Granada, que hacían esquina a las calles de La Costanilla, (hoy Platerías) y Cantarranas, que motivaron sucesivos derribos y reconstrucciones hasta llegar a disponer de la configuración y servicios con los que cuenta la calle cuyo nombre cambió en junio de 1847 por el actual de Calle de Macías Picavea
En una inscripción en el Registro de la Propiedad de Valladolid, se recoge la compra a Julia Isasi-Isasmendi, por J. Garrido Rico, con licencia de su marido, de la casa señalada con los números 20, 22 y 24 de Cantarranas, que en inscripciones posteriores aparece señalada con los números 8, (1949) y 4 , el 11 de agosto de 1956. La casa se describe como un edificio con acceso desde Cantarranas y Plazuela de Cantarranillas que constaba de bodega, planta natural, pisos principales, segundos y terceros, sotabancos y buhardilla.
En la planta natural, (a nivel de la calle), y la bodega, con acceso desde Cantarranillas, estuvieron emplazadas más de cincuenta años las oficinas y la fábrica de Chocolates Hijos de Uña, hasta su traslado a la actual avenida de Burgos. El acceso a las oficinas se realizabapor una puerta con un escalón de madera situada en el gran portal de la casa, mientras que la actividad de la fábrica se desarrollaba por una puerta abierta a la plazuela.
El portal se encontraba dividido por una mampara de cristales. Tras ella se situaba la portería en la que tuvo su taller un zapatero que habitaba en uno de los sotabancos.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.