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CULTURA

David Grossman o los celos como metáfora

En 'La memoria de la piel' el escritor israelí reúne dos novelas breves que tienen como tema los sentimientos, los celos y la impiedad al observar cómo se aman los otros

IÑAKI EZQUERRA MIKEL CASAL

Sábado, 17 de noviembre 2007, 01:17

David Grossman no se ha cansado de repetir en estos días que las dos historias que reúne su último libro no son de ninguna manera una metáfora de la situación que se vive en Israel. Y aunque, ciertamente, el libro sea una reacción legítima e íntima frente a lo que tiene de público o colectivo la literatura ideológica, sí hay un trasfondo político incluso en esta reivindicación de la propia privacidad que él mismo ha explicado como antídoto contra las consecuencias de la guerra, la cual -según sus palabras- «hace que los individuos perdamos la energía y nos convirtamos en estereotipos» .

De este modo, los celos que padece el personaje central de 'Delirio', la primera de las dos novelas cortas o relatos largos que forman este volumen, no son metáfora del actual momento político de su país pero sí de la recuperación de la individualidad que necesitan los compatriotas de este autor ante lo que les ha sustraído ese momento inacabablemente bélico que a Grossman le quitó a un hijo suyo, caído por un misil de Hezbolá hace un año, y que a él mismo le llevó a la guerra del Líbano en 1982. Los celos, que curiosamente son un fenómeno con la peor prensa posible en Occidente y más aún entre los sectores sociales que se consideran más cultos, son aquí un motivo de reafirmación individualista así como un lujo que él ve sintomático de la experiencia de la vida normal y del mínimo espacio necesario de libertad para el ser humano, que no tiene por qué estar ejerciendo de angélico: «¿Es que los israelíes no tenemos derecho a tener celos de nuestras mujeres y a desear a la esposa del vecino?».

Shaul, el hombre que da pie a un tratado sobre los celos porque sólo a través de éstos es capaz de amar inicia un viaje a la desesperada búsqueda de su mujer con la certeza de que ésta le es infiel. En realidad 'Delirio' es la delirante narración de esa aventura en compañía de Esti, su cuñada, a la vez que un reflexión sobre la contradicción en la que cae el celoso al construir un edén para ser expulsado de él así como sobre lo que esa pasión incontrolable puede albergar de artística, creativa e irracionalmente satisfactoria.

En 'La memoria de la piel', la novelita que da título al volumen, las emociones particulares también adquieren el rango de protagonistas. Se trata de una historia sobre el odio, sobre el desprecio, sobre la falta de piedad que llega a ser capaz de experimentar una escritora famosa pero llena de frustraciones al ponerse a contar las relaciones que tiene su agónica madre con un adolescente. Este acto de traición filial que va consumando desde su casa de Londres a base de inspirarse en las conversaciones telefónicas que una vez por semana mantiene con la moribunda se alterna con las visitas en las que la enferma le da a leer sus propios escritos abusando de la autoridad que le otorga su precario estado de salud. De nuevo David Grossman sabe colocar al lector ante la cuestión de ese fango moral del que nace la obra de arte.

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