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La actividad del cerebro del bebé es registrada mientras duerme. / EL NORTE
Cerebros al ralentí
VIDA Y OCIO

Cerebros al ralentí

La actividad encefálica durante el reposo es una de las más nuevas y fascinantes áreas de estudio de las neurociencias

JOSÉ CARLOS PÉREZ COBO

Martes, 18 de septiembre 2007, 03:55

Cuando un bebé está en reposo, su cerebro presenta un patrón de actividad -el funcionamiento de una serie de redes neuronales- similar, pero algo más simple, que el registrable en los adultos. Esto significa que, desde muy pronto, el cerebro funciona de manera espontánea y muy sincronizada: se trata de la conclusión más importante de un artículo publicado esta semana en los 'Proceedings of the National Academy of Sciences' por un grupo de neuropediatras suecos.

No deben confundirse estos modelos de actividad con los registros electroencefalográficos. Desde los primeros momentos del desarrollo del EEG, allá por los años treinta del siglo pasado, está claro que todo cerebro vivo presenta actividad eléctrica espontánea, de voltaje relativamente alto y más o menos sincronizada -una señal de reposo o de estar dormido- o desordenada y de bajo voltaje cuando el cerebro está activo y alerta. Los hallazgos más modernos hablan de otra cosa. En 1995 un grupo de investigadores, mediante técnicas de resonancia magnética funcional del cerebro, demostró que cuando el interior de la cabeza está en reposo, es decir, sin realizar ninguna actividad, ni siquiera pensar, se pueden detectar redes de neuronas que están activas de forma espontánea y sincronizada unas con otras, con ritmos de muy baja frecuencia.

La resonancia magnética funcional del cerebro es una técnica compleja que permite detectar cual o cuales zonas concretas del cerebro se ponen en marcha para hacer una labor determinada y en qué orden se activan. Así, por ejemplo, se sabe de la importancia de la corteza cerebral situada inmediatamente por encima de los ojos en las respuestas a la interacción social. Lo que se descubrió hace poco más de una década es que incluso cuando el cerebro está al ralentí -en esos periodos de tiempo en los que entre oreja y oreja no pasa absolutamente nada- también hay varias redes neuronales que funcionan con un esquema específico en esos momentos y solo en ellos. Con otras palabras: cuando el cerebro está en reposo, practica una especie de gimnasia dinámica. El encéfalo no se 'para' o 'desconecta' a la espera de ser activado por una señal externa sino que, por decirlo de forma coloquial, aprovecha el descanso para dedicarse a sus cosas, a otras funciones.

Despistes

Desde el mismo hallazgo de este poco esperado patrón de actividad de las neuronas se ha dirigido un importante foco de atención sobre él, sobre todo por su relación con el comportamiento humano y su posible papel en las enfermedades del sistema nervioso. Así, los estudios más recientes han demostrado la relación entre esta actividad de reposo y la forma de reaccionar ante el mundo exterior.

Está claro, por ejemplo, que algunos tipos de fallos de la atención -en pruebas de laboratorio- se deben a que el sujeto presenta una cierta incapacidad para reducir la actividad de base de su cerebro en reposo. Esto es, no a que el individuo sea incapaz de poner a su masa encefálica en marcha con rapidez suficiente -lo que sería un fallo del sistema arranque o, quizá, una falta de 'reprís'- sino a la inercia del sistema: éste no sale de su funcionamiento al ralentí, se queda petardeando sin responder a la orden de funcionar de otra manera. La diferencia de concepto es importante puesto que de ella puede depender una diferente forma de abordar los tratamientos de los síndromes que cursan con falta de atención.

En el mismo sentido, otros autores han demostrado cómo tareas tales como poner a trabajar a la memoria de las palabras reduce al mínimo la actividad intrínseca de las redes neuronales que funcionan durante el reposo. Pensar, pues, no duele, pero sí frena ciertos movimientos concretos del cerebro. De la misma manera, cuando el encéfalo está meditando una acción ejecutiva, desaparece la actividad de reposo. También los altos niveles de ansiedad se relacionan con niveles bajos de funcionamiento de las redes neuronales del reposo.

Enfermedades

Mucho más curioso: un grupo de investigadores ha presentado este mismo año la relación entre la sensibilidad al dolor -por supuesto, con estímulos bajos- y la actividad de reposo de ciertas zonas de la corteza cerebral. Si había mucha actividad de reposo, la sensación de dolor ante el mismo estímulo era considerablemente menor. En fin, hay algunos datos que permiten establecer relaciones potencialmente importantes entre el funcionamiento espontáneo de las redes neuronales y algunas enfermedades, como el mal de Alzheimer.

Pero el conocimiento de todo esto es fundamental también para entender el desarrollo del cerebro, no sólo en su forma y tamaño, sino también en su funcionamiento y capacidades cognitivas. Por ejemplo: ¿estas redes del reposo se forman a medida que el cerebro madura o son innatas? Ésta es la pregunta a la que han querido responder los neuropediatras suecos con un estudio sobre doce bebés muy pequeños que estaban pacíficamente dormidos.

Y han demostrado que, al menos cinco de los circuitos presentes en los adultos están ya funcionando en los recién nacidos. Con otras palabras, cuando nace, el cerebro no es una tabla rasa o una pizarra en blanco: sabe ya muchas cosas y, por fortuna, en la mayoría de las ocasiones funciona adecuadamente sin que nadie le enseñe.

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