Flotats regresa al escenario como actor y director con 'Stalin'

Un Josep María Flotats «muy feliz» regresa el martes a los escenarios catalanes con el estreno mundial de 'Stalin', una obra adaptada, dirigida e interpretada por él mismo, a partir de un texto del francés Marc Dugain, con el que quiere celebrar su cincuenta aniversario como actor. Acompañado por Carmen Conesa, Pere Eugeni Font, Pep Sais y Pepa Arenós, que son parte del elenco del espectáculo, ofreció ayer una rueda de prensa en el teatro Tívoli de Barcelona para hablar de esta función, que estará en cartel entre el 18 de septiembre y el 13 de enero.

El intérprete, que se ha dejado un suntuoso bigote, se convertirá en el dictador Joseph Stalin, en 1952, un año antes de fallecer, en el ocaso de su vida, y durante la denominada conspiración de 'las batas blancas'. Afirma, sin embargo, que quiere rehuir de todo lo que sea una caricatura del personaje y señala que, aunque en un principio tuvo dudas de entrar en la piel del déspota soviético, porque no se parece nada físicamente a él, ahora no vacila en encarnarlo porque «estoy enamorado del texto, tengo ganas de comunicarme con el público y porque pienso en Ricardo III y que estamos en el teatro y se trata de ser creíble, más que de reproducir».

Conspiración

La obra, aunque no ha querido precisar mucho de ella para no desvelar la sorpresa final, trata de las vicisitudes de un matrimonio de científicos, él físico (Pere Eugeni Font) y la médico (Carmen Conesa), en la Rusia de principios de los cincuenta, en pleno 'complot de las batas blancas', cuando el régimen soviético acusó a un grupo de médicos judíos de atentar contra personas de la nomenclatura.

El Stalin que Flotats encarnará en el escenario es, en su opinión, alguien que gobierna y está condenado a una «soledad absoluta, por haber implantado el terror y que no se fía de su propia sombra». A pesar de la dureza que aflora del original de Dugain -una novela titulada 'Una ejecución ordinaria'- el comediante ha recalcado que hay momentos de ironía «lo suficientemente fuertes como para poder sonreír y que haya una descompresión». También entiende que se trata de un texto «inteligente, que pide constantemente al público una opinión, que provoca reflexiones, así como diálogo y debate». Para Flotats lo que presenta es un tipo de teatro comprometido que provoca preguntas como ¿por qué toleramos psicópatas en el poder?