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Isabel Otero, del IESÁlvaro Yáñez, de Bembibre.
Prevención del racismo en las aulas

Prevención del racismo en las aulas

Centros de toda España muestran sus acciones educativas contra una lacra presente desde la etapa de Primaria

a. g. e.

Viernes, 16 de diciembre 2016, 18:35

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En el CEIP Gabriel y Galán, en la Pilarica, la etnia gitana es mayoritaria. Aplastantemente mayoritaria. Y este año se han matriculado unos cuantos niños payos. Ese es el camino que la Consejería de Educación quiere seguir para acabar con los centros gueto. «Vamos a cambiar la norma. Vamos a ser innovadores y ser un banco de pruebas para el país», anunciaba ayer el consejero,Fernando Rey, en una jornada sobre la prevención del racismo y la xenofobia en las aulas.

Pero esa medida de impulsar la matriculación de payos, por ejemplo, solo es una pata.La otra, clave, la pone el propio centro, con los docentes a la cabeza.Judith Calvo, del equipo de convivencia, explicó que en el centro todas las actividades giran en torno al plan de convivencia. Con refuerzos positivos para los comportamientos adecuados, pero también con actos tan sencillos como caminar con orden por los pasillos, mantener el material escolar en buen estado... Los conflictos arrancan enPrimaria. «Rechazo al aprendizaje, absentismo, trato inadecuado, conductas disruptivas y agresivas». Y junto a un régimen de sanciones y acciones reeducadoras como rellenar una ficha de autorreflexión cuando ha habido un incidente, para que el estudiante lo interiorice se llega a un segundo estadio: involucrar a las familias.

«Hablamos con las familias a la entrada y a la salida del cole y hemos creado la Escuela de Padres, para dotar a las familias de herramientas para construir un buen ambiente familiar», explicó Judith Calvo.

Sonsoles Subtil es profesora en el instituto segoviano María Moliner, con 1.300 alumnos y 113 profesores. Su método de funcionamiento parte de un claustro dispuesto. 28 profesores forman parte del equipo de convivencia del centro. Y a partir de ahí se articulan las acciones en las que los estudiantes pasan a ser colaboradores activos. «Creemos que el hecho de que los alumos participen de forma activa en la convivencia del centro hace que sea mucho mejor. Lo que haces, lo cuidas, lo valoras», aseveró.

Lo demostró el equipo del IES ÁlvaroYáñez, de Bembibre. Allí un grupo de alumnas se ha conformado como unidad de lazarillos para guiar a los chicos que llegan nuevos al instituto, muchos de ellos, con apenas 12 años, procedentes del entorno rural.

Fórmulas que profundizan para intentar erradicar, más que el conflicto, la forma más grave de este, el acoso escolar.Silvia Pastor, de la Asociación Castellano-Leonesa para la Defensa de la Infancia y la Juventud, alertó de que las frases y roles racistas de los adultos se trasvasan con mucha fuerza al discurso y las actitudes de los jóvenes. «En un instituto, a una gitana le dijeron que para qué estudiaba, si iba a acabar vendiendo bragas», comentó.Eso deriva en desmotivación, abandono y, paradójicamente, en profecía autocumplida.«Como nadie espera nadie de mí, nadie me ayuda, para qué voy a intentarlo».

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