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PATRIMONIO

Medio siglo presidiendo la Plaza Mayor

El Monumento a Alonso Berruguete, símbolo de la reconciliación de Victorio Macho con su Palencia natal, cumple este lunes cincuenta años

JOSÉ MARÍA DÍAZ

Domingo, 8 de diciembre 2013, 12:45

Se echó toda Palencia a la calle aquel 9 de diciembre de 1963 para arropar el regreso triunfal de Victorio Macho a Palencia. Se retiró la enseña roja y gualda que cubría el monumento y todo fueron vítores y entusiasmo, que se revivieron poco después con la entrega de la Medalla de Oro de la Ciudad a su insigne hijo recuperado.

En realidad, Victorio Macho residía de forma continua en Palencia desde hacía cuatro meses, trabajando incesantemente en un aula del instituto Jorge Manrique, tallando la piedra, cincelando el metal, fundiendo ambos elementos en un conjunto escultórico hoy, después de cincuenta años, puede considerarse uno de los principales símbolos de la capital palentina.

No en vano, lleva el broncíneo Alonso de Berruguete medio siglo presidiendo cuantos actos de cierta envergadura se celebran en la capital palentina. Erguido en su blanco pedestal, con su mirada meditabunda, sosteniendo la maceta y los cinceles, el insigne imaginero de Paredes de Nava ha contemplado los logros, las alegrías y tristezas, las reivindicaciones y luchas de los palentinos desde aquel 9 de septiembre de 1963, cuando Victorio Macho descubrió su última creación, en la que se fundía el alma de los dos escultores y se cumplía el sueño del propio creador, erigir un monumento a su gran inspirador, a su maestro en la historia, en el marco de la celebración del cuarto centenario de la muerte de Alonso Berruguete.

Realmente, los fastos de este centenario se desarrollaron dos años antes en 1961 y así lo recoge la propia escultura de la Plaza Mayor, en la que figura esa fecha como la de creación, porque fue en ese año cuando la concibió Victorio Macho, aunque no comenzara su talla hasta dos años después, tras alcanzar un acuerdo con el Ayuntamiento de Palencia, que logró ganar la disputa a otros muchas ciudades como Paredes de Nava, Valladolid o Madrid, que también reclamaban para sí el honor de contar con el monumento conmemorativo del más grande imaginero español. Pero la llegada a Palencia de este monumento no estuvo exenta de vicisitudes. El alborozo, la entrega de los palentinos a la figura de Victorio Macho que se vivieron el día de la inauguración del Monumento a Berruguete, poco tienen que ver con aquel primer regreso de infausto del escultor a su ciudad natal tras el exilio americano. Volvía Victorio Macho a España con la aureola de celebridad internacional y se encontró en 1952 una Palencia fría y desinteresada, que no le brindó más recibimiento que el de unos pocos amigos incondicionales. Fue un duro golpe para el escultor, que no tenía precisamente la humildad como una de sus virtudes. Decidió entonces alejarse de Palencia, rompió relaciones y se asentó en su casa de Roca Tarpeya, en Toledo.

Las tornas cambiaron con la llegada a la Alcaldía de Palencia de Juan Mena de la Cruz en 1959, un militar atípico para el momento político que se vivía en España, ya que tuvo la osadía durante su mandato de inaugurar un monumento al combatiente en la Guerra Civil, en el que figuraban los símbolos del bando vencedor y en el que no se hacían diferencias entre los caídos. Y con este mismo espíritu, el nuevo regidor palentino se marcó como uno de sus mayores empeños desagraviar a Victorio Macho e intentar conseguir para la ciudad de Palencia todo su legado, lo que finalmente no pudo lograr «Al terminar de leerme los párrafos del testamento (de Victorio Macho) relacionados con la obra escultórica, sentí que se consumaba una traición a Palencia, después de ocho años de agasajos y homenajes, a pesar de haber glorificado en vida al ilustre escultor», rememora el propio Juan Mena en su obra 'Palencia y Victorio Macho', explicando la decepción que sintió el regidor palentino al conocer que la obra se quedaría en Toledo y nunca llegaría a Palencia.

No pudo ser el legado completo, pero sí quedó en la Plaza Mayor de Palencia una de sus obras más representativas, quizá no por la calidad, ya que otras piezas son indudablemente de mayor valor, pero sí por el emplazamiento y por el sentimiento de reconciliación con su ciudad que encontró Victorio Macho.

Fue aquel día de la inauguración del monumento un auténtico baño de multitudes para el artista, aunque no fue tampoco el primero que recibió desde la llegada a la Alcaldía de Juan Mena. El 6 de septiembre de 1959, en plenas fiestas de San Antolín, tuvo Victorio Macho el primer recibimiento popular en su ciudad después del exilio. Se colocó una lápida conmemorativa en el número 9 de la calle Colón, donce nació, para después acudir a los toros y a un concierto en el teatro Ortega, momentos en los que gozó de total protagonismo.

Y un año más tarde, ya con la vista puesta en el centenario de la muerte de Berruguete, una conferencia sobre el imaginero paredeño en el cine Proyecciones volvió a cerrarse como un auténtico homenaje a Victorio Macho.

Los continuos agasajos de la ciudad fueron ablandando la coraza del escultor, que aceptó gustoso el ofrecimiento de construir el Monumento a Berruguete, que se había proyectado de común acuerdo con la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Educación y Ciencia. Se creó también en 1961 un patronato con el fin de trabajar en la construcción de un museo en Palencia que albergarse su obra, y en junio de 1962, Victorio Macho presentaba la maqueta del Monumento a Berruguete en el salón de plenos del Ayuntamiento.

Todos los esfuerzos realizados hasta el momento pudieron irse al traste por la animadversión del propio Franco hacia la figura de Victorio Macho, al que detestaba por su cercanía al comunismo y la masonería. Sin embargo, aunque el Caudillo mostró su desagrado, no interfirió en el proyecto y permitió que siguiera adelante.

Así, ya en 1963, un transporte especial de Valladolid, ya que Palencia no contaba ni con camiones ni con grúas de grandes dimensiones, fue contratado para trasladar la gran piedra de una sola pieza y más de diez toneladas de peso, que acompaña a la figura de Berruguete.

Mientras, el artista se trasladó a vivir a Palencia durante cuatro meses, alojándose en el desaparecido hotel Jorge Manrique (junto a San Lázaro) y llevando una vida de lujos sufragada por completo por el Ayuntamiento de Palencia, que, además como agradecimiento por no cobrar honorarios, le regaló un coche nuevo, un Seat 1500, color corinto, el vehículo que usaban todas las altas autoridades del país. Victorio Macho acometió la creación del monumento en una sala del instituto Jorge Manrique. Fueron cuatro los meses de trabajo para llegar a aquel 9 de septiembre de 1963 en la que se inauguró el monumento 'Al genial imaginero Alonso Berruguete', como reza en una de las lápidas talladas en la roca.

Pero a pesar de este sentido y popular homenaje, el escultor nunca llegó a firmar el traslado de su obra a Palencia, con lo que nunca pudo levantarse el gran museo antológico que anhelaba Juan Mena. Victorio Macho murió finalmente el 13 de julio de 1966, sin cumplir la promesa realizada al alcalde de Palencia y con un testamento que mantenía su legado en Toledo.

Y aunque esta traición dolió profundamente a Juan Mena, el regidor palentino no quiso devolver el golpe y cumplió con la promesa realizada al escultor, cumpliendo su deseo de ser enterrado a los pies del Cristo del Otero. Años después, también su viuda Zoila Barrós fue sepultada junto a su marido bajo el colosal monumento palentino.

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