Melómanos 'euristas'
Las entradas de un euro a conciertos del Miguel Delibes para menores de treinta años contribuyen a crear afición
V. M. NIÑO
Domingo, 10 de noviembre 2013, 22:02
Hace dos temporadas que la cola de las taquillas del Miguel Delibes, un cuarto de hora antes de que empiece el concierto, muda de piel hacia otra más colorista, bulliciosa y joven. Los menores de 30 años acuden a la llamada de las entradas a un euro. Medida popular entre los estudiantes del Conservatorio que pueblan las dependencias al lado del Auditorio Miguel Delibes, pero no tanto entre sus compañeros ajenos a la música, sin embargo, quien prueba repite.
Raquel, Paloma y Diego han coincidido alguna vez en la sala. Son tres usuarios de estas entradas, a veces terminan su clase a las ocho menos cinco y a en punto recuperan el resuello en el patio de butacas. Raquel Sastre (18 años) estudia trombón, Paloma Garrote (16), chelo, y Diego Peña (15), viola. «Me gusta mucho la música en directo, por eso empecé a venir. Es una pasada tener al alcance de la mano a gente tan buena», dice esta trombonista que suele acudir sola o con amigos músicos. El concierto que más le ha gustado hasta ahora, el de Quinteto de Metales, y el que menos «uno de música mozárabe, si lo sé me llevo la almohada». Le gustaría que volviera Christian Lindberg.
Paloma empezó a ir a lo conciertos y cogió «el gusto, es un privilegio poder venir a este precio». Música, hija y nieta de músicos, en su casa es natural, sin embargo ve entre sus compañeros que «hay quien no sabe ni dónde está el Auditorio». Paloma no suele perderse los de cuartetos y los sinfónicos con un chelo como solista. Recuerda el de Mischa Maisky con la Sinfónica de Castilla y León como «espectacular, además al día siguiente tuve la suerte de encontrármelo de compras y me hice una foto con él».
Lo pasó muy bien con el Quinteto de Metales, como Raquel, y también con el Cuarteto Quiroga acompañado del pianista Javier Perianes. «Me gustaría que volvieran los hermanos Capuçon», dice.
Compañero de cuerda, Diego Peña está resignado a que la viola, su instrumento, sea el objeto de las bromas. En su memoria concertística en el Delibes, brilla el dúo Fischer-Müller-Schott con la Filarmónica de Montecarlo. Y quiere que vuelva Julia Fischer, se siente cercano a la forma a de abordar la partitura. Y quiere que repita Rysanov.
Aunque suelen ser tratados como 'raras avis' en sus institutos, han constatado que cuando «nos llevan con la clase a un concierto, la gente suele disfrutarlo». A esto animan a que sus coetáneos, a que aprovechen la oportunidad de «probar por un euro, porque es una manera muy sana de pasar el rato, no perjudica», dicen riendo. Los tres querrían dedicarse profesionalmente a la música, así que sus pareceres quieren sembrar.