La diócesis de Zamora expresa su «profundo dolor» por la marcha de las monjas benedictinas de La Ascensión
Las hermanas se trasladarán al Monasterio de San Pelayo, de Oviedo, con otras dos comunidades
La diócesis de Zamora transmitió hoy su «profundo dolor» por la anunciada marcha de las monjas benedictinas de La Ascensión, que abandonarán la capital zamorana, en una fecha todavía no precisada, para ubicarse en el Monasterio de San Pelayo, de Oviedo, junto con las comunidades de ese cenobio y de San Salvador, de Palacios de Benaver (Burgos) y la casa dependiente de la comunidad zamorana en Costa Rica.
«Nos duele su marcha porque han sido alma orante de nuestra diócesis pero confiamos en que seguirán siendo células vivas en el engranaje del mundo, como ellas mismas afirman, y que su silencio fecundo seguirá dando frutos allí donde el Señor las lleve», afirmó el obispo de Zamora, Fernando Valera.
Alabanza divina, trabajo y vida fraterna
La Diócesis valoró cómo el día a día de esa comunidad se ha estructurado en torno a tres ejes esenciales: la alabanza divina, que las ha convertido en intercesoras incansables por los gozos y sufrimientos del mundo; el trabajo de sus manos, especialmente, a través de la editorial e imprenta Monte Casino, modesta pero fecunda, que ha difundido espiritualidad y cultura, y la vida fraterna, vivida con gestos cotidianos de caridad y entrega.
Recordaron las benedictinas en un comunicado recogido por Ical, que iniciaron hace más de un año, un «proceso de discernimiento conjunto en busca de caminos de vida y de cuidado de las hermanas y de nuestro carisma». En este sentido, pasan ahora a una nueva etapa en la que inician «con esperanza los trabajos necesarios para realizar esta unión, conscientes de que no será inmediata, dada la complejidad que supone y los diferentes aspectos que es necesario tener en cuenta».
«En este camino, nuestras comunidades han estado animadas por el discernimiento conjunto de la Congregación Monástica de Santa Hildegarda a la que pertenecemos, que nos ayuda a buscar caminos ante el desafío de hacer frente a la fragilidad», indican. Aclaran que les mueve, también, «el deseo de poder cuidar de cada hermana en su propia etapa vital, y del carisma benedictino que hemos recibido y que queremos seguir ofreciendo con alegría a la Iglesia y al mundo.
La llegada de estas monjas, 27 hermanas procedentes del monasterio de Sahagún de Campos (León), fue acogida con «solicitud paternal» por el, entonces, obispo de Zamora, . Eduardo González. «En el Monasterio de La Ascensión han vivido y orado, desde 1961, de forma constante y silenciosa por la Iglesia local», reconocieron fuentes de la Diócesis en un comunicado.
«La comunidad ha ofrecido a Zamora un testimonio luminoso de vida contemplativa fiel a la Regla de San Benito, escrita en el siglo VI por el santo abad de Nursia, y que sigue hoy guiando a miles de hombres y mujeres en su búsqueda de Dios a través de la oración, el trabajo y la vida en fraternidad», agregaron desde la Diócesis de Zamora
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