Yolanda Diebold, catedrática: «La clave es que las mujeres quieran dar el paso, que les compense»
«Existe de hecho igualdad de condiciones en el acceso, es un proceso público sin discriminación»
Lejos de ser un julio «veraniego» o de descanso, este mes en la universidad implica una carga burocrática demoledora. Cierres de actas al filo de ... junio, presentaciones de trabajos de fin de grado, de trabajos de fin de máster, elaboración de guías docentes para el curso próximo, ajuste de horarios y cargas lectivas… En ese contexto, Yolanda Diebold, catedrática de Oftalmología de la Universidad de Valladolid, prefiere responder por correo a El Norte. «Existe de hecho igualdad de condiciones en el acceso, es un proceso público sin discriminación. Y el acceso a la cátedra es solo es un cambio en tu escala laboral. La clave es que las mujeres quieran/puedan dar el paso, que les compense. Es una decisión personal», explica.
Como ocurre en otras profesiones, especialmente aquellas consideradas liberales, Diebold considera que «ayuda que la pareja trabaje también en el ámbito académico». Es el modo de que comprenda «el esfuerzo que supone» y que además pueda compartir «el interés por progresar en la escala universitaria». La carrera académica depende, además, de que haya plazas suficientes. La crisis de 2008 y los recortes aplicados por Cristóbal Montoro a la tasa de reposición hicieron que el número de profesores cayera drásticamente. La UVA pasó de tener 2.617 profesores en 2007 a 2.170 diez años después. Solo el curso pasado pudo recuperar el nivel de docentes e investigadores que tenía en el año 2007.
«Llegué a profesor titular tarde por diversas circunstancias, en 2019, por lo que ya en ese momento tenía los méritos suficientes para ser catedrática. Mi plan fue solicitarlo al año siguiente, pero en 2020 llegó la pandemia y tomé la decisión de retrasarlo por dos motivos: la enorme carga de trabajo y de formación en nuevas metodologías que tuve que asumir para ayudar a mis estudiantes a terminar el curso con éxito mientras estábamos confinados», explica Yolanda Diebold. Aunque en su historia profesional se entrecruza la personal, como es habitual también en el caso de las mujeres, que aún asumen la principal carga en los cuidados, ya sea de los hijos o de los progenitores, llegado el momento. «En abril de 2020 diagnosticaron a mi padre una grave enfermedad terminal, con una esperanza de vida de pocos meses. Al final, fueron algo más de 4 años de deterioro e invalidez progresivos, pero mi decisión fue ayudar a mis padres. Mi único hermano vive en Guadalajara y ha ayudado todo lo que ha podido, pero el apoyo diario he sido yo, y no me arrepiento de haber empleado mi tiempo en eso y haber retrasado mi acreditación por parte de la ANECA», concluye.
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