Pacientes y acompañantes portan mascarillas a la salida del Hospital Río Hortega Rodrigo Jiménez

Los vallisoletanos apoyan la vuelta de las mascarillas en los centros sanitarios

Extendido uso de la mascarilla en el hospital Río Hortega de Valladolid, a falta de un día para que entre en vigor su obligatoriedad en espacios sanitarios

Jenifer Santarén

Valladolid

Martes, 9 de enero 2024, 19:35

Sanidad impondrá a partir de mañana el uso de mascarillas en los centros sanitarios de todas las comunidades autónomas, en contra de la postura ... de la mayoría de las comunidades, entre ellas Castilla y León. A pesar de que la obligatoriedad no entrará en vigor hasta este miércoles, un hormigueo constante de personas ataviadas con mascarillas quirúrgicas, FFP2 y bragas térmicas para proteger del frío y de los virus, atravesaban las puertas del Hospital Río Hortega de Valladolid en la mañana de este martes.

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En las puertas del hospital aún no se exhiben carteles informando sobre la obligatoriedad del cubrebocas. El personal sanitario tampoco advierte de ello dado que aún no se ha publicado el decreto en el BOE, pero los vallisoletanos no parecen necesitar prohibiciones. Los repuntes de covid y la incidencia de la gripe A bastan para extender su uso en jóvenes y mayores.

Yolanda López Barbero, de 52 años y Andrea González López, de 17, son madre e hija. Acuden al Río Hortega por una consulta rutinaria pero celebran su vuelta. «Yo pienso que en los centros sanitarios no se debería de haber quitado», afirma López. Su hija suscribe sus palabras: «Nos hemos relajado mucho«. A la joven no le afecta la exigencia, ya que no ha dejado de usarla en espacios sanitarios: «Yo sí la he seguido utilizando porque tengo problemas respiratorios y me da un poco de cosilla», explica. Y advierte de que el covid y la gripe no están solos: «Cualquier otro virus respiratorio puede afectar».

Prudencia generalizada

Las celebraciones navideñas han sido uno de los grandes focos de contagio. A pesar de que algunas familias aún guardan cautela con las mesas familiares, han sufrido los efectos de las grandes aglomeraciones. Santiago Quintana, de 59 años, viene a visitar a su mujer, ingresada por una neumonía de origen desconocido: «No es gripe, ni covid, le han hecho los test pero no saben qué es». No saben «dónde lo ha cogido, encima no nos hemos juntado -en navidades-, hemos estado solos», lamenta. Quintana, a favor de la medida, ha utilizado la mascarilla desde que empezaron los repuntes «en hospitales y sitios cerrados». Por el momento, no engrosa las estadísticas sanitarias a pesar del contagio de su mujer.

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Los hospitales son lugares de gran exposición para pacientes de otras patologías. Montserrat Pascual, de 63 años, sale del hospital con la mascarilla puesta, a pesar de no tener constancia de cuándo entraba en vigor la exigencia: «No he puesto mucho oído desde cuándo, pero debido a que tengo aquí a una persona cercana estoy concienciada de que hay que ponérsela, sobre todo cuando entras en estos sitios», afirma. Viene de visitar a su marido, que ha cogido el virus de la gripe en la UCI, lo que le supone tener «más conciencia para que esto siga utilizándose en estos centros».

A quienes la medida les ha pillado por sorpresa también sacan la mascarilla del bolso cuando se aproximan al hospital: «No, no sabía exactamente que era a partir de mañana», afirma otra de las personas que han acudido al Río Hortega. Y aunque afirma que le da «mucha rabia» volver a lo mismo, entiende que es necesario, a pesar de que «hasta hoy no la usaba» en consultas rutinarias.

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Para algunas la medida impuesta por el ministerio de Sanidad incluso se queda corta. Jenifer Oliver, de 28 años, trabaja en una farmacia y aplaude el retorno de las mascarillas ante comportamientos incívicos de algunos clientes: «La gente llega y te tose encima», lamenta y sugiere que se extienda su uso a otros establecimientos de gran afluencia: «Mejor que en sitios como farmacias, centros de salud y centros comerciales se ponga, me parece bien», concluye.

Ya en la recepción del hospital el uso del tapabocas es casi unánime. Pacientes, personal sanitario y de seguridad y hasta una vendedora de la ONCE, para repartir suerte y no virus, portan mascarillas. Entre la multitud destaca la cara descubierta de un busto.

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