Por qué Valladolid es un imán para la niebla
La ciudad suma diez días consecutivos envuelta en bruma, situación que durará hasta mediados de la semana que viene
Carolina Amo
Valladolid
Viernes, 2 de febrero 2024, 00:06
Amada por muchos por envolver a la ciudad con ese clima frío y solitario, llena de una suerte de humo entre grisáceo y blanquecino las ... calles de la ciudad como si de una película de misterio se tratara. No tan agradable para otros por la famosa humedad que pone los pelos de punta y por esas motas congeladas que viajan por el aire hasta aterrizar en la cara plagando las miradas de ojos llorosos. La niebla es ese fenómeno que se puede considerar marca de la casa en Valladolid y que durante el pasado mes de enero ha dejado pocos días de tregua, al igual que en este arranque de febrero.
Valladolid lleva envuelta por una capa espesa de niebla que parece no tener fin desde hace ya diez días. Y es que la ciudad reúne las condiciones perfectas para que este suceso perdure y envuelva de blanco a la localidad. «El aire que pasa junto al suelo se enfría y el vapor de agua que contiene se condensa formando pequeñas gotas que reducen la visibilidad», explica Manuel Mora, delegado de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Castilla y León.
Las circunstancias perfectas
Vapor de agua y aire frío, dos circunstancias que en invierno parecen ser el pan de cada día en Valladolid y que se juntan a otros factores que acentúan este fenómeno. «Los ríos son una fuente permanente de vapor de agua y, por otro lado, durante las largas noches de invierno se producen más aún los enfriamientos del aire y del suelo», apunta el meteorólogo. El invierno es la temporada favorita de este fenómeno, pues se apodera de las calles sin previo aviso después de las noches frías y largas. Sin embargo, Valladolid no está libre de revivir este fenómeno en otras épocas del año. «En primavera y en otoño se pueden producir nieblas matinales, generalmente después de un día lluvioso», señala Mora.
En La Antigua, San Pablo, Campo Grande y en las zonas cercanas al Pisuerga, la humedad se apodera del entorno cubriendo de un manto blanco los edificios emblemáticos de la ciudad. Y se espera que siga así, al menos, «durante todo el fin de semana y comienzos de la próxima», prevé el delegado de la Aemet, quien anticipa que en esos días la formación de los bancos de niebla será alta. En la zona de la cuenca del Duero ya es habitual que este tipo de clima se mantenga por un largo periodo de tiempo. Esto es debido a que se produce un «bloqueo anticiclónico» que actúa a modo de escudo en la zona impidiendo la entrada de «borrascas atlánticas» y la salida de la niebla. «La situación de bloqueo puede persistir durante una o dos semanas y, por tanto, dejar largos periodos continuados de nieblas», apostilla.
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Es por ello que Valladolid se convierte en estos días en una isla meteorológica que, en ocasiones, se vuelve ajena a los fenómenos que se van sucediendo a su alrededor. Es el ejemplo de las nevadas o las famosas borrascas que acechan cerca de la ciudad y que rara vez llegan a manifestarse en localidad. El delegado de la Aemet no tarda en acordarse de la 'borrasca Juan' que amenazó a gran parte de la península con las nevadas, heladas y frío. Fenómenos que no llegaron a la capital a pesar de ocurrir en las provincias vecinas. «Se formó una banda de precipitaciones que permanecieron estacionarias durante varias horas al sur de Valladolid capital, por eso en la zona norte de esa banda no se produjeron estos sucesos», relata Mora.
Tal y como viene se irá. Cuando la ciudad ya se empieza a acostumbrar a caminar con poca visibilidad, a ir vestidos de incógnito con plumas y bufandas hasta las cejas, esta desaparecerá dando la bienvenida a una nitidez que la ciudad ya daba por una completa desconocida. «El cambio se espera para finales de la próxima semana, cuando el anticiclón se retire» y, esta vez sí, «dé paso a una borrasca atlántica» que despejará las calles en su totalidad.
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