Valladolid exhibe el primer traje espacial de la historia, diseñado en 1935 por el español Emilio Herrera
La muestra 'Astronautas', abierta hasta el 12 de abril de 2026 en el Museo de la Ciencia, repasa diversos hitos de la conquista del universo, incluye el prototipo de traje estratosférico que sirvió como modelo para equipaciones posteriores
Diciembre de 1933. Días antes de la Nochebuena. Emilio Herrera -»ilustre compatriota, sabio ingeniero y teniente coronel»- recibe a la prensa «en el saloncito confortable ... y cordial de una mansión privada». Quiere hablar sobre «un proyecto de titanes», como lo define Alfredo Serrano en la crónica publicada el 23 de diciembre de ese año en las páginas de El Norte de Castilla. Su ambición es construir un globo que le permita alcanzar la estratosfera y ascender a una altura impensable hasta entonces (entre 20.000 y 22.000 metros, tal vez 26.000) desde los que podría ver, sin problema, «el perímetro de España y Portugal».
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-¿Y el vértigo?-, le pregunta, entre preocupado y curioso, el reportero.
-Jamás lo he sentido. Y no espero sentirlo ahora.
Para la misión tenía pensado construir un globo en unos talleres de Guadalajara. Necesitaría 4.500 metros de seda (calculaba que con este material subiría tres kilómetros más que si fuera de algodón), una barquilla de metro y medio por cada lado y, esto es lo más importante, un traje especial (y espacial) para proteger al cuerpo de la pérdida de presión. La expedición nunca se llevó a cabo. La idea era que el globo subiera a la estratosfera «en un día bueno» de entre febrero y marzo de 1934. Sin embargo, los trabajos se retrasaron varios meses. Todo parecía encauzado con la llegada del verano en 1936. Pero estalló la Guerra Civil y la ascensión -financiada por el Estado y la Sociedad Geográfica Nacional (entonces presidida por Gregorio Marañón)- nunca se pudo llevar a cabo.
Pero el traje pensado para subir al espacio existió.
Y ahora, una réplica fiel puede verse en Valladolid.
Esta es, sin duda, la pieza más valiosa y curiosa que forma parte de 'Astronautas', exposición que puede visitarse hasta el 12 de abril de 2026 en el Museo de la Ciencia, después de recorrer otros espacios como el Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC.
«El prototipo de uniforme estratosférico de Emilio Herrera es muy importante históricamente, porque está considerado el primer traje de astronauta de la historia. De hecho, más treinta años después (en 1969), la NASA se fijó en él a la hora de diseñar los trajes de los tripulantes de la misión Apolo 11 a la Luna. Herrera no llegó a ver esta proeza, ya que después de su exilio en Chile y Francia, falleció en Ginebra en 1967. Pero su traje ha quedado para la historia. Y ahora, este prototipo puede verse en el Museo de la Ciencia de Valladolid.
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El propio Herrera lo definía al detalle en ese reportaje con El Norte de Castilla en 1934.
«Adherido a la carne llevaré un traje fuerte de lana. Sobre este, uno de caucho extendido hasta el cuello. Luego otro de tela impermeable fuerte y muy ajustado, a modo de cubierta de neumático y con objeto de conceder mayor resistencia a la gran tensión que habrá de soportar. Este traje exterior irá reforzado con hilo de acero en forma de espirales. Pero aún llevaré, cubriéndole, un 'mono' eléctrico para dar calor al cuerpo y tener siempre una temperatura constante». Y seguía en su explicación. «Bajo la barbilla llevaré unos cartuchos de potasas, con objeto de que absorban el ácido carbónico de la respiración y un laringófono que me permitirá comunicar con la tierra, gracias a una estación radiofónica de onda corta. En la espalda irán los inhaladores de oxígeno a una compresión de 150 atmósferas. Y sujeto a la muñeca, un reloj de pulsera para poder medir la presión interior de mi cuerpo a cada instante».
Esta descripción se corresponde con ese traje expuesto en el Museo de la Ciencia, como parte de una muestra que incluye paneles, facsímiles y documentos que repasan los hitos más importantes de la carrera espacial. «Llegar al espacio siempre ha sido una ambición y una fascinación para el ser humano», explica Sonnia L. Rivas-Caballero, quien, junto a Belén Yuste y Javier Gregori, es comisaria de una muestra que reserva una mirada especial para los astronautas españoles (Pedro Duque o Miguel López-Alegría), así como para las mujeres que participaron en exploraciones espaciales. «El gran hito de la aventura espacial lo marcó en 1961 el cosmonauta ruso Yuri Gagarin, primer ser humano que logró orbitar la Tierra. Dos años después, la primera mujer en seguir su huella fue su compatriota, la rusa Valentina Tereshkova». Ella fue la primera mujer astronauta de la historia. Después vendrían otras como Sally Ride, Mae Kemison, Samantha Cristoforetti…
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La exposición incluye varias vitrinas con periódicos y publicaciones que informaron en la época de la llegada del ser humano a la Luna, una maqueta de la Estación Espacial Internacional y varios ejemplos de cómo la ficción ha alimentado la pasión por la aventura más allá de las fronteras de la gravidez, desde Julio Verne a Tintín. Hay guiños a la misión Mars Path Finder (que incluye tecnología española) y también a todos esos animales que en algún momento formaron parte de la aventura espacial (desde la pionera, la perrita Laika, hasta gatos, ratas, ratones, tortugas, aves, reptiles, arañas o caracoles).
En total, la muestra incluye más de doscientas piezas que explican, desde diversos ángulos, la exploración del espacio. Y aquí España tiene, además de ese traje pionero, una aportación crucial. Porque en un pequeño pueblo de Madrid (1.837 habitantes en la actualidad) se instalaron varias antenas que sirvieron para colaborar en las comunicaciones aeroespaciales de la NASA durante las exploraciones del programa Apolo. En la exposición pueden verse imágenes de la antena (pertenecientes a la colección del Museo Lunar) y un generador de frecuencias modulables. «Con estos aparatos se recibieron las míticas palabras de Neil Armstrong, comandante del Apolo 11, a su llegada a la luna: 'Houston, aquí Base de la Tranquilidad. El águila ha alunizado'. Desde la estación de vuelos tripulados de Fresnedillas de la Oliva fueron transmitidas al Centro de Control de Houston y, desde allí, a todo el mundo».
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Y además, fotografías de España tomadas desde el espacio, sellos y monedas dedicadas a la aventura espacial, óleos de Ramón Trigo y un espacio reservado para las obras de Marcos Tamargo, que presenta una técnica llamada 'moverart', con cuadros que presentan diversas imágenes en función de si les da o no la luz. La muestra se completa con un espacio reservado a la figura del científico Santiago Ramón y Cajal, a quien la NASA dedicó en 1998 la misión Neurolab para estudiar -desde el transbordador Columbia- los efectos que sobre el el sistema nervioso tiene la ingravidez.
Pero, sin lugar a dudas, la estrella de la muestra es ese traje estratosférico de Emilio Herrera, el ingeniero militar y aeroespacial granadino que en 1914 atravesó el estrecho de Gibraltar en el primer vuelo entre África y Europa. El idealista que en 1918 intentó crear una aerolínea transoceánica (para pasajeros y mercancías) que uniera Europa con América. Y, sobre todo, el inventor de un traje que sirvió de inspiración para la vestimenta de los cosmonautas en sus excursiones espaciales.
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La exposición puede visitarse hasta el 12 de abril de 2026 en el Museo de la Ciencia. El horario es de martes a viernes, de 10:00 a 18:00 horas, los sábados de 10:00 a 19:00 y los domingos de 10:00 a 15:00. Cierra los lunes (excepto los festivos).
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