

Las ONG de Valladolid reparten cien mil mascarillas a 27.228 personas en riesgo de exclusión
La Red Europea de Lucha contra la Pobreza alerta de que los indicios de recuperación económica no han alcanzado a todas las capas de la sociedad
La trinchera para combatir el coronavirus se rearmó este jueves con la llegada a Valladolid de una remesa de cien mil mascarillas que, procedentes del ... Ministerio de Sanidad, se repartirán –de forma gratuita– entre los colectivos más vulnerables de la sociedad: niños y menores tutelados, mujeres víctimas de violencia de género, familias migrantes y sin recursos, parados de larga duración, personas en riesgo de exclusión social, hogares que se han visto golpeados por los ERTE, los despidos, las restricciones en el empleo que ha acentuado esta pandemia.
En total, 27.228 personas de la comunidad (la mayoría en Valladolid) se beneficiarán de este envío, cuyo reparto se coordina a través de la delegación regional de EAPN, la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social, en la que están integradas una veintena de asociaciones y ONG que trabajan, a diario, con los colectivos más necesitados. Es a través de estas entidades como se efectúa el reparto de mascarillas, para llegar a los usuarios de sus programas y proyectos.
¿Por ejemplo?A través de Accem se protege a 450 refugiados e inmigrantes, con Cáritas se llega a 240 beneficiarios de sus programas de acogida, la ONCE permite sumar a 1.200 usuarios de sus servicios sociales y la sociedad San Vicente de Paúl atiende a 2.000 personas, de familias que atraviesan por dificultades económicas y que han de recurrir a sus planes de inclusión social o de reparto de alimentos.
Pero hay más entidades, como Asecal, el centro Menesianos, Coceder, Castilla y León Acoge, Feclei, Adsis (con treinta menores en hogares tutelados),Cepaim, la Federación deMujeres Progresistas, la fundación JuanSoñador, la casa escuela Santiago Uno o Red Íncola, en cuya sede se almacenan las mascarillas antes de su reparto al resto de ONG.
El maletero de un Renault Clio blanco se llena con las mascarillas que se distribuirán entre los usuarios de los programas de educación o empleo que desarrolla la Fundación Secretariado Gitano en sus siete sedes de la comunidad. «Las mascarillas son un gasto muy elevado para muchos hogares que ya atraviesan por dificultades económicas», asegura Isabel Pérez, orientadora educativa, quien subraya que esta medida es especialmente importante en el momento actual.
«Aunque hay indicadores que hablan de recuperación económica, la pandemia no ha terminado, sigue ahí y los grupos más vulnerables parece que están ahora un poco más olvidados». «Esta pandemia ha demostrado que la crisis nos puede golpear a todos, que la pobreza permea en muchas capas sociales. Ha habido nuevos perfiles que han necesitado ayuda», asegura Rebeca Madruga, de EAPN. Muchos han conseguido levantar cabeza, recuperar empleos una vez superadas las estrecheces que provocaron los ERTE. «Pero la pobreza más severa está más cronificada», añade.
«Hay familias que no pueden afrontar el gasto mensual que supone el uso de las mascarillas: con los niños en el colegio o en sus empleos (mayoritariamente en sectores donde no es posible el teletrabajo)», aseguran Carmen Alonso y Susana Pachón, de YMCA, con 545 beneficiarios en sus programas de inmigración, inserción sociolaboral y refuerzo escolar. Este es el tercer envío (de cien mil mascarillas cada uno) que llega para los colectivos más desfavorecidos a través de la delegación del Gobierno a Castilla y León. Los anteriores fueron en diciembre y marzo.
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha calculado que una familia tipo de cuatro miembros se gasta, de media, entre 70 y 150 euros al mes, en función del tipo de mascarilla que use (higiénica, quirúrgica...) y si las cambia debidamente cuando se ha cumplido el tiempo recomendado de uso.
Un barómetro del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) concluye que el 27,6% utilizan menos de tres mascarillas a la semana (y un 5% afirma que no se la cambia y va con la misma durante siete días). El 20,3% dice usar al menos nueve a lo largo de la semana, aunque ahora no es obligatoria en espacios abiertos.
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