De la universidad al estrado con solo 23 años
El joven vallisoletano Damián Rubio Negueruela, se convertirá en uno de los jueces más jóvenes de España tras aprobar la oposición a la primera
La oposición a jueces y fiscales está reconocida como una de las más complicadas, tanto por el volumen de temario, como por el número de ... pruebas y el tiempo medio que se tarda en aprobar, que son unos 5 años. El joven Damián Rubio Negueruela (Valladolid, 1999) es ejemplo de precocidad. Este graduado en Derecho por la UVa, ha logrado lo que en un principio parecía imposible, aprobar la oposición con tan solo 23 años. Y además, lo ha hecho con buena nota. Tras de este logro hay mucho esfuerzo, dedicación y sacrificio.
En su caso lo tenía claro y entre convertirse en juez o fiscal, ha escogido la judicatura y en enero se incorporará a la Escuela Judicial de Barcelona, donde permanecerá por espacio de un año como funcionario en prácticas, para posteriormente regresar a Valladolid donde hará unas prácticas tuteladas por espacio de seis meses. A continuación existe una tercera fase de tres meses en la que actuará como juez de refuerzo al servicio del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Autónoma en aquellos juzgados con necesidades particulares. Al finalizar este periodo, se convertirá oficialmente en juez y se le asignará una plaza. «Si pudiera elegir me gustaría trabajar en el Norte de España, en Asturias y por supuesto, en Valladolid, que es mi ciudad», indica.
Damián lleva el Derecho en la sangre. Es hijo del profesor de Derecho Mercantil en la UVa, Pedro Rubio y su hermano mayor, Héctor, por el que siente una gran admiración, es juez y su ejemplo a seguir. Ambos han sido sus grandes apoyos en este proceso. También su madre, contable de profesión. «Mi abuelo, que fue minero en Mieres, hubiera estado muy orgulloso de que hayamos seguido por este camino», apunta.
La oposición consta de tres pruebas teóricas. La primera fue de tipo test y tuvo lugar el pasado mes de febrero en Valladolid. Sirvió de criba ya que sólo la pasaron unos 1.300 de los 3.862 aspirantes. Los dos exámenes siguientes fueron en el Tribunal Supremo de Madrid. El temario se componía de 328 temas: 94 de Derecho Civil, 64 de Penal, 59 de Procesal Civil, 40 de Procesal Penal, 28 de Administrativo y Laboral, 27 de Constitucional y 16 de Mercantil.
Premio extraordinario de Grado y premio CONEDE
El camino hacia el estrado no ha sido un trayecto sencillo para Damián, pero su determinación y fuerza de voluntad le han llevado a alcanzar este logro. Durante la entrevista, en sus palabras se percibe la humildad que caracteriza a los grandes, pues atribuye parte de su éxito a la suerte. Sin embargo, sus méritos y su impecable expediente, demuestran que la suya es una mente brillante, no en vano fue premio extraordinario del grado de Derecho en la UVa y en 2021 fue el tercer clasificado en la I edición de los premios CONEDE (Consejo Nacional de Estudiantes de Derecho) que reconocen el talento jurídico a nivel estatal. «Es una oposición dura, en la que estudiar mucho y que exige mucho sacrificio, pero también hay que tener un poquito de suerte. Empecé a estudiarla a finales de agosto de 2021 y cuando llevaba seis meses quise presentarme al test simplemente para familiarizarme un con el proceso de la oposición», explica este futuro juez que durante los primeros meses compaginó los estudios con su otra gran afición, el fútbol, como jugador en el equipo de la UVa. «Ha sido un sprint desde el principio. Me ha tocado hacer renuncias, sobre todo de tipo social, cuando ves que tus amigos salen de fiesta y tú no puedes. Y también muchas renuncias de aspecto deportivo. Pero se puede sacar. Es una oposición en la que prácticamente el 99% de los aspirantes la preparan con un preparador. En mi caso fueron dos, los hermanos Luis Carlos y Javier Tejedor Muñoz. Iba los lunes y jueves a cantarles los temas que me iba estudiando. Temas que iban aumentando exponencialmente de semana en semana. Al principio me marqué un día de descanso, que luego desapareció», comenta.
Reconoce que al saber que estaba aprobado, al principio se sintió «algo desorientado» y que si de verdad se alegró por alguien, fue por todos los suyos, que día a día han compartido con él tanto sacrificio. «Mis padres, mi hermano, mi pareja… vi más la alegría en ellos que en mí. Es una ilusión indescriptible a la que hay que aclimatarse, porque pasas del todo a nada. Ahora tengo tres meses de descanso y se me hace bastante raro», dice entre risas.
Los pasillos de la Facultad de Derecho son su casa. Desde pequeño los recorría cada vez que iba a buscar a su padre. Ese ambiente le embargó por completo. «Siempre he estado muy familiarizado con el mundillo y la terminología jurídicos y desde el comienzo de la carrera tuve claro que quería ser juez. También me influyó ver a mi hermano mayor cómo desempeñaba su labor. Casi desde el principio ha sido mi vocación», dice.
Damián sueña con trascender en el ámbito legal. «Hacer las cosas bien». Ese es su único objetivo para el día en que pueda vestir la toga. «Tendré siempre presente cómo mi trabajo afecta a la vida de las personas. Lo que para los profesionales del mundo jurídico es algo rutinario, para el ciudadano de a pie es un problema que no le deja dormir por las noches. En mi día a día, quiero ser siempre consciente de la transcendencia y consecuencias de mis decisiones», concluye.
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