

En el tajo a pleno sol en Valladolid: «No todo el mundo puede aguantar esto»
Los operarios que trabajan al aire libre destacan que su jornada estos días es un «infierno» y que llegan a casa «más cansados de lo normal»
Raúl R. Méndez
Viernes, 4 de julio 2025, 06:43
La ciudad hierve desde que comenzara el verano y con él, la primera ola de calor. El asfalto arde, las calles se vacían de gente ... durante las horas más céntricas, muchos no se atreven a salir de casa salvo para lo indispensable (o para hacer cola en las piscinas municipales o en una buena heladería a la sombra, en busca del único remedio efectivo y práctico contra el sofoco). Máximas que superan ampliamento los 35 grados grados y noches tropicales están poniendo a prueba el aguante de los vallisoletanos.
Y sobre todo, de quienes no pueden librarse de las altas temperaturas ni deseándolo con todas sus fuerzas. Son los trabajadores cuya jornada laboral se desarrolla bajo el sol y condiciones climáticas extremas. Algunos, incluso, con un turno que roza –o directamente abarca– las horas de más calor, que se sitúan entre las tres y las seis de la tarde.
Es el caso de Roberto Ojero, repartidor de lotería de la ONCE en el cruce entre Calle Santiago y Plaza Mayor. «Trabajar durante una ola de calor es un infierno, lo llevo muy mal. Yo ni siquiera cambio el turno por horario de verano. Mantengo, de hecho, el mismo que durante el invierno: trabajo solo por la mañana, de siete a dos y media. Y tengo que dar las gracias por no hacerlo a partir de las tres. Sin duda, entre esto y el invierno, elijo mil veces helarme de frío», explica mientras cierra la venta de dos décimos.
El empleo de Nuria Miguel tampoco es ajeno al calor. Lleva años como trabajadora del servicio municipal de Limpieza y señala que, al menos en su caso, puede tomar descansos para entrar a una cafetería, beber agua fría (o un café con hielo) y refrescarse. «Hay que admitir que, pese al calor que sufre por estas fechas cualquier operario, el Ayuntamiento es muy riguroso y cuidadoso con los horarios. Ahora hacemos recorridos solo por la sombra, se cumple a rajatabla con el protocolo de protección solar y tomamos los descansos que sean necesarios. Aunque los horarios no se reducen; a no ser, claro, que entremos en alerta naranja, como sucedió el año pasado», especifica acerca de sus condiciones laborales durante los meses de verano.





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Los repartidores de comida a domicilio no se libran de tener que lidiar con las leyes de la climatología, ni en invierno, cuando hace frío, llueve y Valladolid se llena de niebla, y tampoco en verano, cuando las temperaturas alcanzan casi los cuarenta grados centígrados. Arturo Elves, que apoya su patinete en los muros de la calle Pasión, buscando la sombra, explica que «al menos desde hace tiempo, como 'rider', tengo un horario fijo: de una a cinco y de ocho de la tarde a doce de la mañana. El cambio con el calor ha sido brutal, ha pegado demasiado fuerte. No todo el mundo puede aguantar esto. Creo que, por ejemplo, las personas mayores no podrían tolerar estar cuatro horas bajo el sol, a cuarenta grados».
A toda velocidad en el reparto de paquetería exprés se encuentra Suárez Pedraz. Su jornada laboral empieza a primera hora de la mañana, cargando con un carro en el que guarda los bultos que después entrega a empresas y particulares a lo largo de toda la mañana laborable. «Este año, con diferencia, está siendo el más fuerte en cuanto al calor se refiere. Es insoportable. Y aunque el horario no se reduce, la cosa se aligera por la tarde, porque muchos de los comercios a los que tengo que entregar cierran al mediodía. El horario se respeta, pero relativamente. Todo depende de los paquetes que tengamos que entregar. Luego llegas a casa mucho más agotado de lo normal, debido al calor».
Aunque probablemente, con diferencia, quienes más sufren los episodios de altas temperaturas son los trabajadores de la construcción, a menudo contratados de forma temporal. Y también son los más reacios, en muchos casos, a acompañar sus declaraciones de un nombre y primer apellido. «Pasamos el calor que cualquiera puede imaginarse. Algunos compañeros se han negado a seguir trabajando hasta que les trajeran agua fría, como es lógico. Es un derecho que no se cumple. Y nuestro horario a menudo no se respeta: ayer deberíamos haber terminado a las tres, pero no nos dejaron irnos hasta bien entradas las seis de la tarde», explican operarios que trabajan en una obra.

Aumenta la venta de ventiladores y aires acondicionados
El único remedio contra el calor pasa por bajar a la tienda de electrodomésticos más cercana y adquirir un aparato capaz de reducir la temperatura media del hogar. Ventiladores, el ya clásico aire acondicionado, humidificadores que funcionan a base de agua fría o, en algunos modelos, incluso con hielo. Eduardo Lorenzo regenta Ópalo, una tienda de electrodomésticos y muebles de cocina, y confiesa que, pese a que los ventiladores han mejorado mucho, o incluso incorporan sistemas refrigerantes que se alimentan con líquido a bajas temperaturas para devolver aire frío y no caliente -aunque en su opinión no sirven de mucho-, no hay nada como el aire acondicionado. «Al fin y al cabo, es la opción más factible. La gente se acomoda y quiere, cada vez más, aire acondicionado, que es lo que verdaderamente da frío de verdad», recuerda.
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