

«No me quiero imaginar cómo lo hará una familia con varios hijos»
Adela del Barrio Fernández, pensionista de 92 años, se queja de que «los sueldos están estancados y los precios disparados»
Adela del Barrio es una mujer de costumbres. A sus 92 años, bien arreglada y provista de su carro, acude puntual a su cita semanal ... con su carnicero, su frutero y su pescadero de confianza. También se pasa por el bazar chino para adquirir los artículos de droguería, y para el resto de productos alterna entre dos cadenas de supermercados. Todo lo compra en su barrio, La Rondilla. Desde hace un año, el ritual de sacar el carro de la compra y la cartera cada vez le da más rabia, ya que ve como los precios aumentan sin parar. Tras 41 años dedicados a una profesión que le apasiona, la de matrona, se jubiló en 1994 con una pensión «de la que no se puede quejar». Hace 15 años que enviudó de un marido que «dejó el listón muy alto». Desde entonces, vive sola.
Reconoce que le gusta darse sus caprichos, pero alguna vez se ha visto obligada a renunciar a alguno de sus productos habituales, porque ha tenido algún gasto extra en casa. Le acompañamos al supermercado para ver cómo afronta la subida imparable de los precios. Uno de los productos habituales en su cesta es la leche desnatada con nueces de una primera marca. «Siempre uso la misma, porque es buenísima para el corazón y para el colesterol. Puedo renunciar a otra cosa, pero a la leche no», explica mientras echa nueve tetrabriks al carro. «En octubre del año pasado el litro costaba a 1,29 euros, la subieron a 1,49. La semana pasada estaba a 1,89 euros y hoy la tengo a 1,95. Como esto siga así, la semana que viene la pagaré a 2 euros», rezonga, aunque se lo toma con filosofía.
Cuenta que antes de la guerra de Ucrania y de la subida tan desmedida de los precios solía gastar entre 400 y 480 euros mensuales en el supermercado. «Ahora no lo hago por menos de 600 euros al mes. Yo no me quejo de la pensión que tengo, vivo sola y a veces tengo que hacer malabares. Por eso entiendo a aquellos que tienen una pensión más justa y no les llega. Y no me quiero imaginar una familia con varios hijos cómo lo harán. Lo tienen que pasar mal», comenta mientras se dirige al stand de las cervezas. Elige su marca de siempre, con limón. «El pack de 6 unidades ha pasado de 3,65 euros a 3,69. ¡En una semana! Son sóolo 4 céntimos, pero que al final, en un carro, se nota mucho», comenta presumiendo de buena memoria. «El aceite se lo compro a una cooperativa de Jaén. Es un aceite estupendo y consumo unos 21 litros anuales, porque también regalo. El año pasado li pagué a 3 euros el litro. Este año me lo han cobrado a 4,65. Yo comprendo que haya subido porque hay menos aceitunas, por la subida del combustible y la electricidad… pero lo que me parece mal es que los productores lo vendan igual de barato que siempre, y sean los intermediarios los que se aprovechen para subirlo tantísimo. Al final, los que pagamos el pato, somos los ciudadanos de a pie», prosigue Adela.
Llega al pasillo de las conservas. «El pack de 3 latillas de bonito en aceite de oliva en noviembre costaba a 2,05 euros. Hoy está a 2,89. Lo mismo pasa con el caldo casero de cocido. Hace dos semanas lo pagué a 1,89 euros. Hoy ya está a 2,05», comenta. Con las sardinillas, los limones, el brócoli y los kiwis, más de lo mismo. «Yo no sé a dónde vamos a llegar. Si los sueldos y las pensiones aumentaran a la misma velocidad que los precios, la cosa no iría mal. Sin embargo, los sueldos están estancados y los precios disparados. Es para preocuparse», concluye esta vallisoletana.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.