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El sellado fugaz del peligroso silo de la avenida de Gijón: «Se van a matar ahí dentro»Secciones
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El sellado fugaz del peligroso silo de la avenida de Gijón: «Se van a matar ahí dentro»«Es verdad que hemos estado algunos fines de semana sin ver a nadie dentro, pero en los últimos días hemos vuelto a escuchar porrazos ... y a gente ahí metida», confirman los vecinos de las casas molineras situadas al inicio del camino de la Virgen de la Merced, cuyas viviendas miran a la parte posterior del abandonado silo de cereal del número 40 de la avenida de Gijón, cuyo perímetro fue sellado hace algunas semanas por sus propietarios, la cooperativa palentina Agropal, y que ha vuelto a ser abierto para facilitar el acceso al peligroso interior del viejo almacén.
Los dueños del inmueble, levantado en 1949 y que cuenta con un alto grado de protección estructural, procedieron hace menos de un mes a soldar los barrotes que habían arrancado los vándalos de su verja de la entrada principal. por la avenida de Gijón (frente al colegio Cristo Rey y el centro base de atención a personas con discapacidad) y a recomponer la valla metálica de la parte de atrás, la que linda con un caminillo que discurre en paralelo a la avenida y al borde del camino de la Virgen de la Merced. Y ha sido por este último lado del silo donde los visitantes habituales del edificio (grafiteros y menores en su mayoría), que llevan meses accediendo a su interior, han vuelto a cortar la valla para abrir un nuevo boquete por el que entrar a la parcela.
«Nos pasamos la vida llamando a la policía cuando vemos gente dentro porque les ves pasearse por el tejado -a treinta metros de altura- y entendemos que cualquier se van a matar ahí dentro», relatan los vecinos antes de recordar uno de ellos que el que avisó precisamente a los servicios de emergencia en la madrugada del pasado 19 de marzo al ver a una chica de tan solo 14 años que se quedó atrapada en la cubierta y que tuvo que ser rescatada por policías y bomberos cuando estaba amarrada a un cable.
Aquel incidente, y el posterior requerimiento municipal, llevó a la cooperativa propietario del silo, la palentina Agropal, que lo compró en subasta pública a la Junta en 2022 por 257.883 euros, a enviar hace apenas un mes a sus operarios para sellar su perímetro. Y así lo hicieron. Pero el tapiado apenas duró unas semanas. La valla de su parte posterior, de momento, continúa abierta de nuevo. Y los vecinos, tal y como confirman, han vuelto a escuchar a gente pululando por el silo.
«El problema no es que entren sin más -relatan los residentes- sino que salen al tejado a hacer pintadas o a hacer el cafre y cualquier día tenemos un susto peor que el de aquella chica».
El edificio en sí, en este sentido, está repleto de peligros. Su interior, repleto de grafitis, está repleto de trampas en forma de agujeros en el firme de sus plantas y estrechas escalinatas que llevan lustros sin utilizarse desde que el silo dejó de cumplir su función de almacén de grano a finales del siglo pasado. Y el mayor peligro se encuentra en su tejado. A él acceden menores y grafiteros con relativa asiduidad para estampar sus pintadas o simplemente pasear por un tejado a treinta metros de altura.
Las primeras pintadas en el exterior del silo, dentro del recinto vallado, surgieron hace más de diez años (en 2014) y fue en 2022 cuando los grafiteros dieron un paso más y no solo accedieron y barnizaron literalmente el interior del catalogado edificio sino que estamparon sus primeras pintadas en la cubierta.
El silo en cuestión fue construido en 1949 dentro de la red del Servicio Nacional del Trigo (SNT), con una capacidad de almacenaje de 2.950 toneladas, y fue perdiendo de manera progresiva su uso hasta su clausura definitiva, cuando aún era propiedad del Gobierno, a finales del siglo XX. Su titularidad pasó a manos de la Junta en 2003 y en 2022 fue enajenado en subasta a la cooperativa Agropal.
Sus actuales propietarios tienen en marcha un estudio para transformar el viejo almacén en un bloque de oficinas, puede que con algún uso compartido, pero se trata de un proyecto a medio plazo. El inmueble como tal cuando un elevado grado de protección (P3) que obliga a su conservación estructural. Su interior, al tratarse de suelo terciario (servicios y comercio), puede adaptarse a dicho uso administrativo con cabida también para usos complementarios como supermercado.
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