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Cartel de 'se vende' en una quiosco de la capital vallisoletana. Ramón Gómez

Quioscos de Valladolid contra el coronavirus

Medio centenar de establecimientos llevaron a cabo ayer una protesta para alertar sobre una caída del 60% de sus ventas

J. A. Pardal

Valladolid

Viernes, 12 de junio 2020

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Durante la pandemia provocada por la covid-19 no han echado el cierre «por conciencia y profesionalidad» y porque consideraban «básico» que los ciudadanos pudieran tener acceso a la prensa escrita, y ahora, cuando parece que se están viviendo los últimos coletazos de la crisis sanitaria que comenzó en el mes de marzo, alertan de que la viabilidad de sus negocios está severamente amenaza por una caída de ventas que ronda el 60%, aunque varía en función de si están ubicados en el centro, un barrio o en una zona residencial.

Un grupo «heterogéneo» de medio centenar de quiosqueros de Valladolid elevó ayer la voz mediante carteles en sus establecimientos con el lema 'Se vende' para alertar de una situación que amenaza con mermar, más aún, a un colectivo que, según sus propias estimaciones, en los últimos años ha perdido la mitad de los cuatrocientos negocios de este tipo que había en la ciudad hace menos de una década.

Ahora, es la situación derivada del coronavirus la que amenaza con llevar al traste su actividad, primero porque el confinamiento les ha restado clientes durante muchas semanas y después porque, «por miedo», todo tipo de establecimientos de productos y servicios (desde bares hasta clínicas dentales o peluquerías) han dejado de comprarles periódicos y revistas ante la falsa creencia de que sus páginas pueden favorecer contagios. «La Organización Mundial de la Salud ya ha dicho que eso no es así ni tampoco existe ninguna normativa que prohiba la venta de prensa, pero hemos notado una gran caída. No es un día ni dos, sino muchos meses en los que nuestras cajas se han visto mermadas por esto», asegura Isabel Berjón, propietaria del quiosco Kaisuma, ubicado en la calle Teresa Gil, e integrante del grupo de WhatsApp a través del que estos empresarios han organizado una protesta que ha contado con el apoyo de la Asociación de Trabajadores Autónomos y Dependientes de CC OO Castilla y León (Tradecyl).

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La representante de Tradecyl, Rosa Eva, considera que «no se está teniendo en cuenta al colectivo» y se les está «poniendo trabas» que se suman a las dificultades que ya arrastraban antes por el descenso de las ventas de la prensa escrita aunque, pese a ello, «no han cerrado y han estado trabajando sin seguridad y sin recursos durante los primeros momentos de la pandemia».

Gel al lado del periódico

Su situación, asegura Berjón, es «muy precaria económicamente» pero pese a ella tienen la firme convicción de «salir adelante» porque «creen en la prensa escrita» y esperan que «instituciones, periódicos y administraciones» les escuchen. De hecho, en Galicia, la Dirección General de Salud Pública de la Xunta comunicó que la prensa escrita en los establecimientos de restauración colectiva no estaba prohibida en las normas de desescalada ni tampoco por la OMS, y añadía en esa orden una recomendación: que los periódicos estuvieran en un sitio concreto donde se respetaran unos mínimos de limpieza y que al lado hubiera siempre un gel hidroalcohólico para que los usuarios del establecimiento se limpiaran las manos antes de leer y volver a dejar el ejemplar.

Los quiosqueros solicitarán que tanto la Junta de Castilla y León como el Ayuntamiento de Valladolid se sienten a hablar con ellos para ver cómo pueden ayudarles a afrontar, principalmente, el pago de impuestos. «Creemos que somos un sector pequeñito para el que no hay ayudas específicas», dice la quiosquera, algo que comparte Rosa Eva, que considera que no se pueden acoger a algunas medidas porque no han cesado la actividad de sus negocios durante este tiempo. Además, como relata Isabel Berjón, a la caída de ventas se le suma el aumento de los costes, por ejemplo, a la hora de adquirir mascarillas, geles hidroalcohólicos o lejía para desinfectar.

Por todo ello, el sector se enfrenta a la situación de manera «pesimista» porque muchos de los quiosqueros «no saben si van a ser capaces de sobrevivir al verano o si tendrán que cerrar antes las puertas». «Estamos en el aire, esperando a ver si esto va a remontar», resume Isabel Berjón, que relata cómo en las últimas semanas ya ha habido una baja del grupo de WhatsApp, una quiosquera que se vio obligada a cerrar la persiana.

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