De EE UU a Valladolid: una tejana alcaldesa de Valdearcos de la Vega

Natural del estado estadounidense de Texas, de 77 años de edad, Navarro reside en Valdearcos desde que, junto a su marido, Rufino Bombín, se jubilaron y se vinieron a vivir a España, a Valdearcos, hace un par de décadas. Hasta entonces residieron y trabajaron en la ciudad de San Antonio. Rufino es natural de Valdearcos y emigró a los Estados Unidos.

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Marcela acaba de regresar de los Estados Unidos donde ha acudido, y acude cada año, a buscar a su nieto para que, una año más, pase sus vacaciones de verano en el pueblo natal de su abuelo, y, ahora, municipio del que su abuela es alcaldesa.

Desplegando una gran simpatía, la ya regidora explica que «me casé con un chico guapísimo de Valdearcos, y luego su familia me acogió con los brazos abiertos y me enamoré de todos». Después de «40 años en Estados Unidos nos jubilamos los dos y nos vinimos aquí».

En su caso, aceptó la responsabilidad de presentar su candidatura porque, como reconoce, «conociendo a los vecinos me comprometí a ayudarles; me dijeron que por qué no hacía esto. Y, si de alguna manera, puedo ayudar a que pueda mejorar el pueblo, aunque ya el último alcalde ha hecho mucho por el pueblo, pues buscaremos de qué manera puede seguir mejorando el pueblo». «Quiero agradecer y ayudar a la gente, quiero que puedan apreciar y mejorar su pueblo y tengan tanto orgullo como el que tengo yo de estar con ellos».

Marcela Navarro posee un sólido currículo profesional, forjado tanto en el ámbito público como privado, en Estados Unidos. Durante años trabajó como funcionaria de la Seguridad Social, culminando esta etapa como profesora en leyes de la Seguridad Social. Después fue CEO -directora ejecutiva o general- de dos empresas que fundó con su marido, y también ha llevado la administración de la empresa de su hija.

Además es una erudita de la historia de Valdearcos y de otros municipios del entorno con los que comparte avatares. Para ello ha dedicado muchas horas de trabajo de investigación en archivos como el Diocesano de Valladolid o la Real Chancillería. Puede hacer el árbol genealógico de cualquiera de sus vecinos desde mediados del siglo XVI, de hecho, su propósito es plasmarlo en un libro para que todos sus vecinos conozcan sus antepasados.