Provincia
El primer chúndara inunda Peñafiel de música y tradiciónCientos de peñafielenses y forasteros vuelven a llenar la localidad vallisoletana en el primer pasacalles de las Fiestas de San Roque
Lucía San José
Valladolid
Viernes, 15 de agosto 2025, 22:01
Poco más de quinientos metros, dos horas de recorrido, un pasodoble inconfundible, 'La Entrada', y cientos de personas que cantaban a coro: «chúndara, tarata chúndara». ... Desde la plaza de España comenzaba un año más este emotivo desfile que cada año atrae a más jóvenes de toda la comunidad. Un día en el que Peñafiel se convierte en un escenario único de música y celebración durante las Fiestas de San Roque.
Como estaba planificado, a las 17:00 horas la plaza empezaba a llenarse. Autobuses llenos llegaban desde Valladolid y pueblos cercanos y cientos de peñafielenses, un año más, gritaban por encima del resto. Entre los balcones preparados con cubos y mangueras y los peñistas que lucían camisetas de colores, camisas hawaianas y disfraces se abría paso la Banda Municipal de Música. En el centro, el director José Alfredo Calvo movía con precisión a los músicos para que cada uno encontrara su hueco entre la multitud. No había prisa, pero sí expectación. Cuando la batuta subía, el murmullo se apagaba y las primeras notas de 'La Entrada' daban comienzo al desfile.
El arranque del chúndara es una especie de explosión controlada. Durante los primeros cincuenta metros todos cantan la letra con más o menos afinación, pero con absoluta entrega. La música se mezcla con palmas, risas y saltos. El inicio resulta el momento más emocionante, en el que la multitud se mueve como un solo cuerpo al ritmo del pasodoble.
El agua es protagonista desde el principio. «No seas rata, que el agua está barata», bromeaban los vecinos mientras caía un cubo sobre un grupo de jóvenes. En cada esquina alguien levanta las manos pidiendo ser empapado, mientras otros señalan al amigo para que vaya hacía él. Las pistolas de agua cambian de dueño constantemente y algún cubo, en pleno vaivén, acaba en el suelo en un descuido.
Entre tanta alegría, un gesto de reivindicación. Decenas de globos azules sobrevolaban a la multitud con el mensaje «A 11 pasos», un grupo de personas que representa a los ciudadanos que, tras tantos años pidiéndola, desean la finalización de la construcción de la Autovía del Duero.
A un lado del recorrido la vecina Carmen Curiel observaba el bullicio con una mezcla de nostalgia y crítica. «Hay mucha gente, demasiada. Antes podíamos bailar, ahora solo se tiran», afirma.
Después de ese tramo inicial, la magia se transformaba y el grupo comenzaba a estirarse. Hay quienes se detenían en una esquina para saludar a un amigo, otros que aprovechaban para sacar fotos y muchos simplemente se dejaban llevar. Mientras, el recorrido avanzaba por la calle Derecha al Coso. A cada paso, los bares y ventanas se llenan de espectadores que cantaban fragmentos de la canción o marcaban el ritmo con los pies.
A pesar de que la ruta completa no llega a los 550 metros, el tiempo deja de ser una medida lógica. Las paradas son parte del ritual: una copa, un reencuentro o un pequeño corro improvisado que bailan el pasodoble. Al girar hacia la calle Parra, la multitud se suma o se despide, dependiendo si la energía les invita a seguir o si prefieren reservar fuerzas para la noche.
En los balcones, la fiesta tenía su propia perspectiva. Ángel Arce, llegado desde Córdoba, lanzaba agua con precisión y explicaba su experiencia: «Llevamos dos años viniendo y la verdad que es magnífico. Parte de nuestras vacaciones las destinamos aquí sí o sí. El encierro, la sopa de ajo, los toros…», relataba. Además, explicaba que su sorpresa llegó cuando vio el «desmadre controlado», porque en el momento en el que la banda llega, el agua se corta y «eso es magnífico».
Pero no a todos les sienta igual refrescarse en este momento. «Hay gente que se sorprende porque no se lo espera o se piensa que hay una norma de 'a mí no me tires agua'. Y dices, ¿cómo que a ti no? A ti igual que a todo el mundo», destacaba Arce.
La llegada a la plaza del Coso es siempre un momento especial. Los últimos acordes del pasodoble retumban mientras la gente se acomoda para la siguiente cita taurina. Tras el paréntesis en el coso y después de la capea y la suelta de novillos programadas para las 19:30 horas, la fiesta retoma su pulso con el llamado chúndara de vuelta. Y así, Peñafiel ha disfrutado del primer pasacalles de sus Fiestas de San Roque y ha demostrado que la tradición aquí no se conserva, se vive, se canta y, sobre todo, se comparte.
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