Era el cuerpo de Esther López. Desde hace 24 días su desaparición mantenía en vilo a su familia, a los vecinos de Traspinedo y a las decenas de guardias civiles que la buscaban en pozos, en el canal del Duero y en el mismo río Duero. Este sábado, a primeras horas de la mañana, un senderista que paseaba por la zona encontró el cadáver de la mujer de 35 años junto a una tierra de labor situada en el pago de la Carrascosa, al lado de la carretera y de la antigua línea férrea de Ariza. A menos de un kilómetro de donde se le perdió el rastro. Al alcance de la vista y apenas a tres kilómetros del pueblo en el que vivía y en un sector que había sido peinado durante las batidas vecinales. Este hecho lleva a los investigadores a barajar que el cuerpo fue trasladado a la zona donde fue hallado unas horas antes de que fuera descubierto.
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El paseante dio aviso a la Guardia Civil, que sobre las 10:30 horas de la mañana acordonó la zona y cerró al tráfico el acceso por carretera en dirección al municipio. Decenas de vehículos fueron desviados por un camino de tierra a la altura de la rotonda del polígono industrial Tuduero. A partir de ese momento comenzaron a llegar vehículos de la Benemérita con agentes uniformados y miembros de la Policía Judicial que estuvieron durante toda la mañana rastreando el entorno y tomando muestras.
Sobre las dos de la tarde el jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Valladolid, Miguel Recio, adelantaba que el cadáver hallado era «compatible en un porcentaje muy elevado con el cuerpo de la desaparecida Esther López». Lo hizo durante una comparecencia en una rueda de prensa junto a la delegada del Gobierno en Castilla y León, Virginia Barcones. Ambos, acompañados por el subdelegado del Gobierno en Valladolid, Emilio Álvarez, acudieron antes de la rueda de prensa al domicilio de la familia de Esther López para informar a los padres, que no sabían nada sobre su paradero desde la madrugada del 13 de enero.
A media tarde, la autoridad judicial confirmó que el cuerpo hallado es el de Esther López, mientras se está a la espera de que los resultados de la autopsia aporten nuevos datos sobre el caso.
La Guardia Civil contempla la idea de que el cadáver de Esther López fue trasladado en las últimas horas desde algún lugar a la tierra de labor donde fue localizada al tratarse de una zona de paso cercana a la carretera de entrada al pueblo y que además fue revisada durante las batidas realizadas por voluntarios y vecinos coordinados por las fuerzas de seguridad. Varios lugareños confirmaron ayer que la finca sobre la que apareció el cuerpo está arada y si hubiera estado a la vista lo habrían detectado en días pasados al tratarse de una zona de paso frecuente de paseantes.
En este detalle insistió también el coronel Miguel Recio al señalar que «es poco probable que el cuerpo pasara inadvertido en este lugar durante la batida, aunque nada hay imposible; estaba en superficie y no puedo asegurar si lo han dejado. Hacer elucubraciones en estos momentos es complicado». No obstante, señaló que hay que ser «muy minuciosos y hay que hacerlo lo mejor posible para recabar todas las pistas» que aporten luz sobre estos hechos.
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Virginia Barcones apeló a que la investigación se encuentra bajo secreto de sumario y ante todo, remarcó la delegada del Gobierno en Castilla y León, «tenemos que preservarla y dejar trabajar a la Guardia Civil. Están garantizados los mejores equipos profesionales y materiales para resolución de este caso; tengo la confianza más absoluta en que se van a esclarecer los hechos».
A Esther López se le perdió el rastro en la madrugada del jueves 13 de enero, aunque su padre no denunció la desaparición hasta el lunes 17, después de que no volviera a su casa el fin de semana anterior. Hasta entonces pensó que se encontraba con algún amigo de fiesta, dado que no era la primera vez que permanecía fuera de su domicilio durante algunos días.
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A partir de la denuncia, se puso en marcha un dispositivo de investigación y búsqueda que fue aumentando con el paso de los días, a la par que la desazón de la familia y de los vecinos de una localidad que cuenta con unos 1.100 censados. A la primera batida vecinal organizada el 18 de enero por parajes del municipio le han seguido otras tres, a la par que ha ido cundiendo el desasosiego entre los residentes, en un clima de desconfianza y sospechas agravado por la detención el pasado 23 de enero de Ramón El Manitas, puesto en libertad el día 28, aunque con la obligación de personarse a diario en el cuartel de la Guardia Civil más próximo y la prohibición de abandonar el país. A su vez, dos amigos de la mujer han sido interrogados varias veces.
De mañana, la desazón se propagó casa por casa entre el vecindario de Traspinedo nada más conocerse que la Guardia Civil había cortado el paso de vehículos por la carretera de acceso. Más aún cuando numerosos periodistas y cámaras de televisión se agolpaban ante una cinta verdiblanca de la Benemérita que prohibía el paso a una carretera a cuyo fondo se percibía el ajetreo de investigadores enfundados en monos blancos. «¿Qué está pasando?», preguntaban algunos paseantes y residentes en los chalés de la zona, acostumbrados desde hace días a mirar con pesadumre el entorno más cercano.
A medida que avanzaba la mañana y se desvelaban más datos sobre la búsqueda se sucedían comentarios que anticipaban tanta pena como rabia. «¡Qué horror, cómo lo tiene que estar pasando esta pobre familia!», clamaba una mujer que, dice, se cuenta entre las caminantas habituales por la zona. «No quiero pensar cómo reaccionaría yo si se tratara de mi hija; una cosa así te tiene dejar enterrado en vida, destrozado para siempre», terciaba uno de los residentes en un chalé de la cercana urbanización del Romeral, uno entre tantos que rumiaba la misma pregunta:«¿Quién ha podido hacer algo así?».
Durante este tiempo, el despliegue de medios centrado en la búsqueda de Esther López ha sido constante, con la participación de más de un centenar de efectivos apoyados por agentes de la Unidad Central Operativa y el uso de drones, perros adiestrados en búsquedas y la exploración del curso fluvial del río Duero y del canal del Duero a cargo de buzos. En uno de los últimos rastreos de esta semana, los agentes revisaron numerosos pozos y brocales. Ayer, finalmente, el cuerpo fue hallado en una zona visible, ajena a cualquier paraje escondido.
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