Nava del Rey despide ocho días de fiesta por la Virgen de los Pegotes
El regreso de la talla a la ermita se produjo en el tradicional carruaje estrenado a finales del siglo XIX
Ni las bajas temperaturas ni la lluvia intermitente de toda la jornada de ayer impidieron que cientos de navareses y comarcanos se acercaran hasta la iglesia parroquial de Los Santos Juanes de Nava del Rey para despedir a su virgen más querida. Hoy, la patrona del municipio, Nuestra Señora de la Concepción (más conocida como la Virgen de los Pegotes) fue la protagonista absoluta de la jornada, con la celebración de la tradicional subida, ritual único en la provincia, con orígenes en 1745 y declarada el año pasado Fiesta de Interés Turística Nacional.
En esta ocasión, la procesión de la subida estuvo marcada por la participación femenina, ya que dos mujeres, Inmaculada Polo Pino (bisnieta del donante de la carroza en la que se traslada a la Virgen) y la alcaldesa del municipio, Blanca Martín González, formaron parte de este antiquísimo ritual, que arrancó pasadas las 19.00 horas, cuando las puertas del templo se abrieron de par en par para que todos los vecinos vieran a la patrona después de los días de rezos. Al finalizar la novena, la Virgen de los Pegotes regresó a su ermita, donde la hermandad Hijas de María Magdalena engalanó a la imagen con mantos y joyas. Durante el cortejo, en la calle Manuel Salvador Carmona, el fuego se acompasó al ritmo de la campana conventual, mientras los navarreses se agruparon en diferentes hogueras para contrarrestar el frío. Ya en la salida del casco urbano, la comitiva se detuvo para entonar la salve. Una vez llegados a la ermita, tras pasar por la pedregosa cañada de Valdego, la talla fue colocada en el altar mayor de la ermita y los fieles entonaran el himno de la Virgen.
En 1745, la Virgen fue proclamada patrona de la villa. En el momento en el que se iba a celebrar la primera procesión, una tormenta obligó a retrasar el desfile e iluminar el trayecto con antorchas o pegotes. Desde aquel año, la peculiaridad de este rito se encuentra en los pegotes que alumbran todo el recorrido de la Virgen. Además, la comitiva se caracteriza por el carruaje en el que desfila la Virgen, un coche de caballos, tirado por mulas, con el frontal acristalado donde tienen derecho de asiento un representante del Ayuntamiento, otro de la parroquia y un descendiente de Eustaquio Pino Rodríguez, vecino que costeó la fabricación del carruaje a finales del siglo XIX.
El coche procesional se construyó en Salamanca y se estrenó en La Bajada del año 1895. Por entonces, Eustaquio Pino, sin sucesión directa, designó a tres sobrinos como herederos del derecho de asiento, privilegio que suscitó diferentes interpretaciones y debió arbitrarse –hasta dos veces– en el siglo XX por el pleno del Ayuntamiento. Desde entonces y hasta ayer, varios sucesores de Eustaquio Pino Rodríguez, siempre varones, han gozado de este puesto preeminente. La programación de este año se ha completado con talleres infantiles, como un concurso infantil de vivas o vítores recitados durante las procesiones. El objetivo de estas actividades es que la tradición no se pierda en el olvido y pase de generación en generación.