Valladolid
Los mejores ayudantes de la bella custodia de Antonio de Arfe de RiosecoCada año, los ebanistas locales Jesús Cano y Juan Carlos Salán se encargan de forma altruista del traslado y montaje de una de obras más bella de la platería española que saldrá el domingo en procesión
Jesús Cano y Juan Carlos Salán son dos buenos amigos y quintos de Medina de Rioseco que, además, comparten empresa como excelentes carpinteros y ebanistas ... con brillantes trabajos en puertas, estructuras, ventanas, suelos, armarios, cocinas y todo tipo de mobiliario, además de tener en su haber la realización de algunos tableros y andas de la Semana Santa, así como las puertas de una de la iglesia de Santiago. Sin embargo, los dos amigos saben que en los días anteriores al Corpus Christi tienen que dejar sierras, escofinas, lijas, puntas, martillos, cinceles, tablones o lijadoras, entre otras muchas herramientas, para dedicar unas horas a la bella custodia de asiento del siglo XVI de la Ciudad de los Almirantes, obra del gran platero Antonio de Arfe.
Unas horas de altruismo que este año han dedicado este martes, antes de la jornada laboral, a primeras horas de la tarde, nada más comer, con un calor asfixiante, acudiendo con su furgoneta al Museo de San Francisco para trasladar la custodia a la iglesia de Santa María en un viaje que este año se aprovechaba para acercar hasta la Junta de Semana Santa la escultura de San Agustín que presidirá el altar de la junta de cofradías en el Corpus. En el antiguo templo gótico, panteón de los Almirantes de Castilla, que alberga obras de arte como los barros de Juan de Juni o las tribunas en yeso de los hermanos Corral de Villalpando, Juan Carlos Salán trajo al presente que era muy joven cuando participó en su rehabilitación restaurando «en una experiencia única» algunos de los elementos decorativos de madera que cuelgan de los nervios de las bóvedas, denominados pinjantes.
Una vez en la iglesia de Santa María, los dos ebanistas instalaban la custodia en la carroza sobre la que saldrá en procesión. Para ello, antes montaron una peana que tiene la misión de realzarla. Su anclaje a esa plataforma conllevó un minucioso y difícil trabajo debajo de la estructura para poner unos hierros que anclaron la custodia con firmeza a la peana para que no se mueva. Con la colocación sobre las andas de unos floreros plateados finalizaba el montaje.
Jesús recordó con emoción que acompañó desde niño a su padre, Hilidio Cano, que era miembro de la junta parroquial, a montar la custodia, que entonces se exponía en un pequeño museo que había en la propia iglesia de Santa María. Una labor en la que también participó algún año el miembro parroquial Javier Arribas junto a su hijo Alejandro en un cometido que luego se prolongaba con el empuje de la carroza durante la procesión.
Cuando esta bella obra se trasladó al Museo de San Francisco, Jesús y Juan Carlos, ya socios de empresa, adquirieron el compromiso del traslado de la custodia y su montaje, siempre con la atenta mirada de Hilidio hasta su fallecimiento en 2016. De hecho, su hijo recordó que «cuando ya estaba en el hospital me llamó para preguntarme si ya estaba montada». Por su parte, Juan Carlos rememoró que de niño acompañaba a Jesús con otros amigos a la iglesia al montaje de la custodia, llevando a cabo otras labores como limpiar con algodones el frontal de plata que se ponía en el altar mayor. Los dos amigos estuvieron de acuerdo en destacar el orgullo de poder realizar esta labor para que cientos de personas disfruten de la custodia en la procesión, aunque también matizando su responsabilidad al tener que manipular una de las joyas del patrimonio de Rioseco. Por su parte, Jesús expresó con emoción que «se trata de una herencia que me dejó mi padre y que, mientras pueda, lo seguiré haciendo». Algo para lo que, es seguro, contará con la ayuda de su amigo Juan Carlos.
La custodia ya espera junto al altar Mayor a que este domingo salga a la calle en la proecsión del Corpus Christi como una de las creaciones más relevantes de la platería española. Realizada por Antonio de Arfe entre 1552 y 1554, a encargo de la cofradía del Santísimo Sacramento de la iglesia de Santa María, la custodia se caracteriza por su delicada estructura arquitectónica y exquisita ornamentación de estilo plateresco, así como el refinamiento de sus relieves y esculturas de bulto redondo.
Con 8 arrobas de peso (más de 90 kilos), la custodia adopta la forma de un templete de cuatro cuerpos, todos ellos de planta cuadrada. Consta de basamento decorado con relieves de pasajes bíblicos del Éxodo, sobre el que se eleva el primer cuerpo, que es el de mayor riqueza ornamental. Lo integran cuatro arcos de medio punto y cuatro esbeltas torrecillas salientes de tres cuerpos cada una en los ángulos. Los cuerpos inferiores de estas torrecillas cobijan figuras de los Doctores de la Iglesia. El interior de este primer cuerpo lo ocupa el sensacional grupo del Arca de la Alianza, transportada a hombros por cuatro levitas, precedidos por el rey David tañendo su arpa.
Más sencillo es el segundo cuerpo, donde se aloja el viril. Se compone de cuatro pilastras con estípites adosados, y se decora con figuras de los evangelistas en el centro de cada lado y ángeles músicos en los ángulos. El tercer cuerpo lo integran cuatro pilastras estriadas, alojándose en su interior una imagen de la Asunción de la Virgen. El último cuerpo es un diminuto templete con columnas abalaustradas, que aloja en su interior una campana y remata con una cruz añadida posteriormente por el platero vallisoletano Zúñiga en el siglo XX.
Al verla en la calle, Jesús y Juan Carlos tendrán una sonrisa al saber que para que todo aquello suceda, ellos también han contribuido de manera fundamental. En unos días tendrán que desmontar la custodia de su carroza y devolverla al Museo de San Francisco a la espera de que llegue una nueva fiesta del Corpus y tengan que acudir a la llamada de la custodia como sus mejores ayudantes.
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