Mayorga conoce cómo será el monumento en homenaje al Vítor
El escultor, Roberto Manzano, presenta a los vecinos el boceto de la escultura, que, con una altura de 5 metros y seis bloques de piedra, se colocará en la plaza de Santa María, muy cerca de donde cada año pasan los pellejos ardiendo
A escasos días de que Mayorga viva el 27 de septiembre su noche más mágica con la celebración de la Procesión Cívica del Vítor, ... la localidad acaba de conocer cómo será la escultura que inmortalizará la centenaria tradición de quemar pellejos para recordar la llegada en 1752 al municipio de la segunda reliquia de Santo Toribio de Mogrovejo. Se pretende que a lo largo de 2026 la escultura esté terminada e instalada en la plaza de Santa María de la localidad terracampina.
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La Asociación Cultural El Vítor, como promotora del monumento con la colaboración del Ayuntamiento, organizaba el pasado fin de semana dos actos, uno para los socios y otro para los vecinos en general, en los que el propio escultor que va a hacer la obra, Roberto Manzano, mostraba los pormenores de la obra por medio de un boceto y una maqueta. Con una altura de cinco metros, dos de ancho y uno de fondo, la escultura de bulto redondo, realizada el piedra de Alicante de tono grisáceo de gran homogeneidad, va a presentar a un hombre y una mujer, con unos dos metros de altura, que, con las vestimentas típicas de la tradición, portan los varales con los pellejos ardiendo, que van embutidas en unas formas de polígonos triangulares que representan el humo a la vez que «lo enmarcan todo y soportan la estructura». En lo alto de los polígonos se observa una reproducción exacta de la tabla del Vítor, sin que falte la leyenda «Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo Arzobispo de Lima Hijo y Patrón de la Ilustre Noble Villa de Mayorga», además de observarse la rama de olivo, la espada, la mitra y el vítor como símbolos relacionados con la vida del patrón mayorgano. En otras partes de la escultura se aparecen las insignias de la cofradía. Además, por la parte de atrás, irán representadas las partituras del pasodoble que cada año pone la mejor banda sonora a la centenaria tradición.
Roberto Manzano manifestó su ilusión al poder plasmar en una de sus obras la centenaria tradición mayorgana, para lo que había empapado en la procesión del año pasado, señalando que aunque había visto fotografías, «la sensación fue totalmente nueva, no me lo esperaba, algo muy diferente a lo que había pensado, con un ambiente muy especial, con miles de momentos, las calles estrechas, como un escenario de película». Por eso manifestó su deseo de que «es lo que quiero representar en los gestos de los personajes». Toda una suma de elementos que convierten a la procesión «en puro movimiento, algo muy especial», pero a la vez «es un reto para la piedra, porque hacen falta seis bloques de piedra para sacar lo que se quiere representar, para conseguir ese espacio interior y que no parezca un mazacote». De ahí, que la escultura vaya a presentar huecos «porque no quiero que dé la sensación de pesadez», en palabras del escultor, que se encuentra en fase de creación de una escultura que tiene que ser «el culmen a una tradición tan querida por los mayorganos». Respecto a su colocación en la plaza, indicó su interés porque vaya a pie de suelo, sin que lleve la típica peana, sino que se eleve un poquito, «algo que se integre con las formas y que conecte con el suelo». Su deseo es que sea «una escultura cercana, que se pueda tocar, un motivo para fotografiarse».
Durante el acto, la secretaría de la Asociación El Vítor, Noelia García Bueno, recordó que el Vítor «es más que una fiesta, es una identidad compartida que viaja de generación en generación a través de un sentimiento que solo quien lo vive entiende de verdad».
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De ahí que señalara que «tener en nuestro pueblo una representación visual, tangible y duradera de esa emoción es una idea que va más allá de lo artístico, es un símbolo». Además, García Bueno hizo ver que la escultura, que ya está cobrando vida en manos del escultor Roberto Manzano, «es el resultado de años de ilusión, de empeño y de trabajo en común. Es una escultura que, aunque sea de piedra, tiene un alma hecha de reuniones, de conversaciones, de negociaciones, de entrevistas con escultores, de recaudaciones a través de ventas, bingos, o loterías, y de aportaciones de socios, de instituciones y de gente del pueblo». Junto a gran número de agradecimientos a todos los que han hecho posible la escultura, la secretaria de la Asociación El Vítor también manifestó que «lo que hoy presentamos es mucho más que un boceto, es la huella que dejaremos a las futuras generaciones. Será un símbolo visible de lo que somos y de lo que celebramos cada año, la fuerza de nuestra tradición, nuestra identidad y, sobre todo, nuestra unión como pueblo». Y aunque las esculturas no hablan, hizo ver que «estoy segura de que la nuestra, cuando se inaugure, tendrá mucho que contar.
Por su parte, el presidente de la asociación, Fidel Caballero, destacó que la escultura será «un bello recuerdo de todos los que han hecho que nuestra tradición haya llegado hasta hoy día con la fuerza que tiene». El alcalde, David de la Viuda, manifestó que «desde el Ayuntamiento de Mayorga, estamos entusiasmados con la escultura que nos ha presentado Roberto Manzano, una escultura en piedra con unas dimensiones que van a ser dignas de admirar por todo el pueblo y todo el visitante que venga a Mayorga y vea representado el Vítor», añadiendo que «estamos deseando poderla tener».
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Roberto Manzano Hernández (Madrid 1972) es actualmente, pese a su juventud, uno de los más grandes escultores de España. Desde 1996 reside en Urrácal (Almería), desde donde ha llevado a cabo varios e importantes proyectos, y ha obtenido distintos premios. Sus obras, casi todas hechas en mármol blanco de Macael (aunque también trabaja con asiduidad el modelado de barro y la escultura en bronce), recuerdan la estética de la época final del Renacimiento, el Manierismo y el concepto escultórico de figuras tan importantes en la Historia del Arte como Miguel Ángel o Bernini. Manzano es un verdadero maestro a la hora de dotar de movimiento sus obras. Sus figuras pueden expresar sentimientos de todo tipo, desde la felicidad más absoluta a la más triste melancolía. De ahí que el espectador quede atrapado por su exquisita sensibilidad al reconocer las formas más complejas de los estados de la condición humana: la bondad, el dolor, la lujuria o la belleza. En su obra dominan los contrastes: lo temperamental y lo delicado; la suavidad de las formas y la rugosidad y el claroscuro; la sencillez y lo recargado.
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