«Voy a luchar hasta que me entierren para que encuentren al asesino de mi hijo»

Tanto es así que, a pesar de los continuos reveses judiciales y del sobreseimiento de la causa hasta ahora doce años, el caso está ahora en manos de una investigadora privada. «Sabemos que la Guardia Civil, que hizo un buen trabajo, dio por resuelto el crimen cuando detuvo al sospechoso, pero nunca se permitió que mi entonces nuera, que vio cómo mataban a mi hijo delante de ella, pudiera reconocerle en una rueda de reconocimiento cuando le sí le reconoció sin dudarlo hasta en tres álbumes de fotos que le mostraron los agentes», recuerda Roberto antes de concretar que en los autos figura «un escrito de la Seguridad Social de Portugal que parece modificado a mano –esta prueba situaría al sospechoso en su país en el momento de los hechos– y que estamos tratando de cotejar con el original para intentar, si lo conseguimos, que se pueda reabrir el caso». Y lo dice con esperanza, aunque sabedor de las dificultades de que así sea y de que el reloj corre en su cuenta con un horizonte, a lo sumo, de cinco años para que la causa pueda ser archivada de manera definitiva.

«Solo quiero que se haga justicia y pienso seguir haciendo lo que esté en mi mano para que así sea», reitera el padre de Óscar antes de recordar que durante los últimos quince años, y de forma más o menos periódica, ha continuado hablando con jueces y fiscales en busca de comprensión y de la apertura de una nueva investigación de este crimen.

«Tengo claro que las cosas no se hicieron bien y sigo sin entender cómo es posible que los agentes dieran por resuelto el caso y el juez llegará a imputar al sospechoso para después archivar sin más la causa», lamenta Roberto. La investigación sobre el obrero portugués, que fue detenido el 14 de agosto de 2007 y que quedó en libertad con cargos dos días después, se archivaría definitivamente a mediados de 2010 con dos autos consecutivos del juez instructor y un tercero que los confirmaría por parte de la Audiencia Provincial ante la imposibilidad de situar al sospechoso en el escenario.

Nunca más se pudo reabrir la causa y la familia de Óscar, cuyos padres residen aún en Tordesillas, al igual que una de sus dos hermanas, temen que pueda acabar archivándose y que pase a engrosar la lista de crímenes sin resolver en la provincia en lo que va de siglo, en la que figuran a día de hoy, además del crimen de Tordesillas, dos asesinatos ocurridos en Delicias: el de una mujer de 89 años, María Salarino, que murió de dos cuchilladas en su casa el 19 de abril de 2001 y el de un hostelero, José Luis Boal, que también falleció de cuatro puñaladas en su bar de la avenida de Segovia el 17 de septiembre de 2009. A ellos, a la espera de una posible resolución de la investigación, habría que sumar la muerte violenta de Esther López registrada el 13 de enero en Traspinedo. «La verdad es que veo las noticias sobre el caso de Esther o el de Marta del Castillo y se me cae el alma a los pies, pero cómo ya le dije en su día a los fiscales y al juez: un padre no puede dejar de luchar nunca por conocer lo que le ha ocurrido a su hijo y que se haga justicia con quien le ha matado».

Óscar Gómez Inicio tenía 29 años cuando perdió la vida pasadas las dos de la madrugada del 25 de mayo de 2017. Aquella noche del viernes a sábado acababa de cerrar el bar La Bodeguilla -hoy en manos de otros propietarios desde la jubilación de Roberto- junto a su novia cuando vio a un grupo de personas, cuatro, en principio, que intentaban robar en apariencia el mobiliario de la terraza. Se lo recriminó y uno de ellos, que también golpeó a su pareja, pudo empujarle y hacerle perder el equilibrio. Su caída, al golpearse de cabeza contra el bordillo, fue mortal. El joven falleció ante su novia mientras el autor, y sus tres acompañantes, huían sin mirar atrás. De aquello hace ahora quince años. El crimen continúa hoy sin resolver.