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Traslado de los Pasos Grandes al Museo de Semana Santa. Fernando Fradejas

El Longinos y la Escalera vuelven a fascinar a cientos de personas en Rioseco

Los monumentales Pasos Grandes fueron trasladados al Museo de Semana Santa para que se lleven a cabo obras en la cubierta de su capilla

Sábado, 11 de octubre 2025, 22:01

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Sucede una sola vez al año en Medina de Rioseco. Los grandes pasos procesionales de la Crucifixión y del Descendimiento, los populares Longinos y Escalera, salen a duras penas al corro de Santa María en uno de los momentos más emblemáticos de la Semana Santa riosecana. No es de extrañar que la salida este sábado a la calle de estos dos gigantes escultóricos, motivada por las próximas obras en su capilla, haya sido recibida con gran interés y expectación ante la posibilidad de vivir en octubre parte de la emoción que tiene lugar en la Ciudad de los Almirantes cada Viernes Santo.

A media tarde, el corro de Santa María se llenaba de cientos de riosecanos y visitantes para presenciar la salida de los Pasos Grandes. Una vez más, el oído del cadena en el tablero, primero del Longinos y luego de la Escalera, hacía que los pasos se alzasen a los brazos de los 20 cofrades, en lo que se llama a sangría, antes que tener que pasar bajo el dintel de la puerta. con gran esfuerzo y pericia. Una vez en la calle, un nuevo oído del cadena subía a cada uno de los pasos a los hombros en medio de los aplausos de los presentes en un momento en el que las policromías de las esculturas de los dos conjuntos a la luz de media tarde mostraban toda su belleza centenaria.

A continuación, el Longinos y la Escalera dieron la vuelta al corro de Santa María para recorrer la calle Cardenal Carlos Amigos antes de llegar a la calle Mayor, en la que, de nuevo, los dos pasos grandes destacaron al pasar entre las casas junto a los soportales. El traslado concluyó en la iglesia de Santa Cruz, actual Museo de Semana Santa, donde los dos pasos fueron depositados en el presbiterio del templo, junto al magnífico retablo del siglo XVII del ensamblador Juan de Medina Argüelles con pinturas de Diego Díez Ferreras sobre el descubrimiento de la Cruz, en un espacio donde permanecerán hasta que concluyan las obras de la capilla. Se da la circunstancia de que el Museo de Semana Santa cumple en 2025 el cuarto de siglo de la apertura de sus puertas, siendo ésta la primera vez que, en su interior, podrán visitar la casi totalidad de los pasos riosecanos, a excepción de los Cristos de la Clemencia y del Amparo, en las iglesias de Santa María y Santiago, respectivamente. Este traslado recordó las procesiones del Viernes Santo de hace décadas cuando los pasos de la Crucifixión y del Descendimiento abrían la procesión del Viernes Santo, antes de que se incorporaran con el tiempo el Cristo de la Paz y el de los Afligidos, que se colocarían detrás del Longinos.

El traslado de estos pasos se ha llevado a cabo por el eminente inicio de las obras que se van a ejecutar en su capilla con el fin de realizar una nueva cubierta en una intervención promovida por el Ayuntamiento riosecano, con la colaboración de las hermandades de la Crucifixión del Señor y del Descendimiento de la Cruz, en unas obras que tendrán un coste de 25.000 euros, que serán sufragados con la ayuda de la Diputación de Valladolid dentro de una subvención del Plan de Conservación y Reparación de Iglesias y Ermitas correspondiente al ejercicio 2024-2025.

El objetivo de la renovación de la cubierta es evitar las humedades que se provocan en la capilla debidas a las filtraciones del agua de lluvia, con lo que se garantizará la adecuada conservación de este relevante inmueble desde el que cada Viernes Santo el Descendimiento y la Crucifixión protagonizan uno de los momentos principales de la Semana Santa de Medina de Rioseco, declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional y Bien de Interés Cultural de carácter inmaterial. En unas semanas, tras la finalización de las obras, los dos conjuntos procesionales regresarán a su capilla con la consiguiente expectación de nuevo de cientos de vecinos y visitantes.

Los presidentes de las dos cofradías, Javier Ubal, por la Crucifixión, y Luis Aníbarro, por el Descendimiento, estuvieron de acuerdo en señalar la necesidad de la renovación de la cubierta por la importancia de la conservación del inmueble, pero también de los dos grupos escultóricos. Además, agradecieron al Ayuntamiento el que hubiera promovido la intervención. Una actuación con la que «el Ayuntamiento de Medina de Rioseco, la Diputación de Valladolid y la colaboración de las hermandades de la Crucifixión del Señor y el Descendimiento de la Cruz, reafirman el compromiso con la preservación del patrimonio local, garantizando que las generaciones futuras puedan seguir disfrutando de este legado monumental e histórico», según se expresó desde el Consistorio cuando se anunció la intervención.

La capilla de los Pasos Grandes es un salón que estaba anejo a la suntuosa capilla de la Quinta Angustia y Soledad Quinta, siendo, en la actualidad, el único edificio creado por las archicofradías penitenciales que sigue cumpliendo la función para la que se creó. El profesor riosecano de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid Ramón Pérez de Castro explica en un estudio que la construcción, levantada en el año 1664 (según indica la cifra grabada en el dintel de la espaciosa puerta, a ambos lados del emblema de la antigua cofradía), es la único que queda del gran complejo de edificios construidos por la cofradía, que ocupaban toda la manzana que forman en rectángulo el corro de Santa María, el principio de las calles Mediana y del Pescado y la calle del Royo Angosto.

Un complejo que, además de la capilla, comprendía un hospital, que ocupaba la parte del corro que hace esquina con la calle del Pescado, y el salón edificado para albergar los monumentales pasos que la penitencial ya tenía o estaba contratando (el del Descendimiento se encarga en 1663) y que, por sus dimensiones, no cabían en la ermita de la Soledad. En 1918, las cofradías de la Crucifixión y el Descendimiento, descendientes de aquella de la Quinta Angustia, decidieron restaurar el histórico salón que acoge los dos colosales y populares grupos escultóricos y convertirlo en capilla «con el fin de celebrar el santo sacrificio de la misa y ofrecer su altar a devoción de todos los fieles».

Aquella decisión contó con la aprobación del entonces párroco de Santa María y Santiago, Ursiniano González, quien no dudó en proporcionar un retablo y lo «que fuera necesario con arreglo a tal retablo», siendo a cargo de las hermandades la mano de obra y otros gastos. De esta manera se colocó el retablo prebarroco de principios del siglo XVII y el Cristo atado a la columna, del primer tercio del XVI, una de las más antiguas imágenes pasionales de Rioseco (con la típica columna alta, muy estilizada, herencia tardogótica) que existen en la actualidad. Una misa del párroco sirvió para bendecir la nueva capilla.

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