Valladolid
El coaching donde los caballos son protagonistas: «Perciben las emociones y reflejan lo que sientes»La coach María Alonso se apoya en cómo reaccionan los animales a los sentimientos naturales de las personas para tratar los conflictos internos
Turrón, el caballo, es el segundo en acercarse. Antes ya lo había hecho Tizón, uno de los dos ponis con los que trabaja María Alonso. ... Son bien curiosos. Bichean un poco y siguen a lo suyo, aunque el caballo se interesa algo más por la cámara o la libreta. Pero están tranquilos, cercanos, casi como queriendo entrar la conversación. «Si estás aquí y estás inquieto, lo percibe y dice, yo al lado de esta persona no quiero estar porque algo le sucede», dice María Alonso. Ella es la responsable de Naturalmente María, especializada en el coaching asistido con caballos, en Traspinedo y Mucientes, y donde la relación de los animales con las personas dice mucho más. Porque si Turrón está inquieto cerca de alguien, eso puede decir más de uno mismo que de él.
«Un caballo no empatiza, refleja lo que estás sintiendo y esa es una de las principales herramientas que utilizamos. Perciben las emociones y actúan en función de las mismas». Es gracias a esa respuesta que dan los animales lo que permite trabajar sobre las inquietudes personales. «Se proponen ejercicios que son metáforas de nuestro día a día. Antes de empezar el taller hablamos de qué se quiere trabajar, el conflicto interno que se quiere abordar. Desde un miedo o querer superar una situación personal». A partir de ahí se construye la sesión, aunque después pueden surgir momentos espontáneos que también toman un papel en la dinámica. «Esas metáforas sobre situaciones cotidianas nos hace ponernos en un estado emocional concreto. Por mucho que queramos comportarnos diferente con los caballos, terminamos siendo nosotros mismos».
«El caballo refleja lo que estás sintiendo. Perciben las emociones y actúan en función de las mismas»
Es esencial, porque al salir la «manera natural» de actuar, los caballos lo leen y dan un feedback constante. «Yo interpreto esa respuesta con el propósito de la actividad y animo a la persona a la reflexión. ¿Qué te dice esto que responde el caballo? ¿Qué estás sintiendo para que haya respondido así? Los caballos no te van a juzgar y ese tampoco es mi trabajo. Simplemente ofrezco el feedback del animal y el refuerzo a través de las preguntas», menciona. Porque el papel del coach, claro, también es relevante. «Somos como un frontón, tenemos que devolver lo que cuenta el cliente, para que se escuche, reflexione y encuentre otras opciones. Hay clientes que entran siendo algo escépticos y al terminar alucinan y me dicen, no me lo puedo creer, me ha dicho lo que necesitaba. Pero no, no te lo ha dicho el caballo, él solo sabe lo que tú sientes al respecto», explica.
También puede haber un trabajo posterior que ya depende de cada cliente y las sesiones pueden ir desde talleres de autoconocimiento, otros grupales o de liderazgo. El caso es que para todos ellos, trabajar con caballos ayuda a relajar la parte racional y dejar salir la emocional. «La primera te va a decir qué recursos necesitas, qué vas a hacer, qué obstáculos puedes encontrar. La segunda es la que realmente te motiva». También ayuda la propia esencia del animal, que no deja de ser una presa en la naturaleza. «Por esto tienen los sentidos muy desarrollados. Entre ellos el olfato, percibe sustancias químicas y las emociones no dejan de ser hormonas. Ellos lo perciben, es por esto que son capaces de saber cuándo otro animal está inquieto, está cazando o descansando».
Manejo natural
La relación de María con los caballos comenzó pronto. «He tenido desde muy pequeña. A mi padre le gustaban y un día cuando tendría siete años se me ocurre decir que a mí también. La excusa perfecta para traer uno a casa», recuerda. Ahí comenzó la relación con este animal, que pasó también por un centro ecuestre en Boecillo. Desde la equitación tradicional, la doma vaquera, la doma clásica e incluso el salto. Pero no había ninguna de estas disciplinas que la convenciera.
«A mí lo que me gustaba era pasar tiempo con los caballos, salir a pasear. Esto no se entendía muy bien porque era como, si tienes un caballo tienes que hacer un deporte concreto o competir». Ella no pensaba igual. Después, el centro ecuestre cerró, estudió forestales y comenzó su trayectoria profesional hasta que un día acudió a una actividad. «Pensé que era de ocio con caballos, pero no, era un taller de coaching».
Yahí comenzó este nuevo episodio. «Fue un bofetón de realidad. Me resultó muy impactante descubrir tantas cosas de mí y de mi realidad, de cómo vas con las orejeras puestas, que no lo ves». Eso fue hace unos doce años y entonces decidió formarse en esta disciplina, tiempo en el que también descubrió el manejo natural. «Es una manera de relacionarte con los caballos mucho más respetuosa, aprender de su naturaleza. Cómo se relacionan para estar con ellos de forma que elijan estar contigo por confianza, no porque te tengan miedo. Entonces me di cuenta de que eso era lo que me gustaba hacer antes, pero que no sabía explicar. Esa conexión, encontré explicación en el manejo natural, que es otra de las herramientas que utilizamos en el coaching con caballos», comenta. Ahora, gracias a Turrón y sus dos compañeros ponis ayuda a los demás a trabajar sus inquietudes personales.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión