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Era el 13 de septiembre de 1983, martes, y Tordesillas celebraba el Torneo del Toro de la Vega. Del aeródromo de Villanubla despegó esa mañana ... una avioneta para seguir el evento taurino en la que volaban Emilio Martín Calero y Ramón Alfonso Martín de la Concha. El primero pilotaba la aeronave que se precipitó al vacío en las inmediaciones de la Nacional VI, ante el susto del gentío que había concitado el torneo de lanceros.
Los dos ocupantes de la avioneta murieron en el accidente. La edición impresa de El Norte de Castilla relataba al día siguiente que el aparato «clavaba su morro en la tierra» poco después de las once de la mañana y que agentes de la Guardia Civil y miembros de Cruz Roja que formaban parte del operativo que atendía el festejo taurino acudieron a auxiliar a los accidentados, aunque nada pudieron hacer por socorrerlos porque habían fallecido. Hubo dificultades para poder rescatar el cuerpo del piloto y fue necesario forzar una ventana para poder abrir la puerta de acceso a la cabina.
Agentes de la Guardia Civil custodiaron el aparato para evitar que se acercaran curiosos al mismo, porque la avioneta perdía combustible y se temía que pudiera explosionar. Fue un miembro de Cruz Roja quien desconectó el motor. La tragedia, relataron los testigos, podría haber sido aún peor, «si el aparato no cae en picado y continúa el vuelo descendente de forma horizontal», puesto que había mucho público en las inmediaciones y numerosas personas que «corrían al toro».
La avioneta quedó destrozada. A su alrededor se encontraban esparcidos objetos y prendas de los ocupantes entre los que destacaba material fotográfico, con un potente teleobjetivo, «que debían estar utilizando para fotografiar el desarrollo del festejo que acabó en tragedia», puede leerse en la noticia.
Testigos presenciales ofrecieron dos versiones de lo sucedido. Unos relataron que el aparato inició una barrena de la que no pudo remontar. Otros, que colisionó con cables del tendido eléctrico y «entró en pérdida». El redactor de la noticia destaca la amplia experiencia de Emilio Martín Calero como piloto. También que era director de una escuela aeronáutica y que uno de sus hijos estaba a los mando de otra avioneta que sobrevolaba esa fatídica mañana Tordesillas.
Emilio Martín Calero había sido concejal del Ayuntamiento de Valladolid en la etapa previa a 1979, cuando se celebraron las primeras elecciones democráticas. Ramón Alfonso Martín de la Concha era director del Banco Pastor.
Valladolid ha vivido, tras ese accidente del Toro de la Vega de 1983, otros iguales o más graves. Varios vinculados por localización o actos culturales a Tordesillas. En Alcazarén perdió la vida en agosto de 1990 el piloto argentino que estaba a los mandos de un ultraligero y, en octubre de 1991 murieron los cuatro ocupantes de una avioneta que había despegado del aeródromo salmantino de Matacán y fue a caer, otra vez, en Tordesillas. Villanubla pone localización al siguiente siniestro aéreo en julio de 1994. Un padre y su hijo adolescente fallecieron al estrellarse contra la pista un ultraligero que entró en caída libre. Se celebraba un festival aéreo de exhibición con motivo de V Centenario del Tratado de Tordesillas.
Villalba de Adaja fue escenario del siguiente siniestro, en junio de 1997, cuando una avioneta se estrelló contra el tejado de una vivienda. Murieron el piloto y su acompañante, pero las tres personas que se encontraban en el inmueble cuando impactó la aeronave sobrevivieron. En marco de 1998 fallecieron en el término municipal de La Cistérniga tres militares al estrellarse un Aviocar T-12 del Ejército del Aire que había despegado de Torrejón de Ardoz. Y el accidente con mayor número de víctimas ocurrió en Villanueva de los Infantes, en marzo de 2003. Perdieron la vida cinco militares al precipitarse un helicóptero del Ejército de Tierra en el que desarrollaban maniobras de instrucción.
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