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Se apaga la voz de la primera telefonista de Valverde de Campos
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Se apaga la voz de la primera telefonista de Valverde de CamposLa voz que los vecinos de Valverde de Campos de los años 60 escucharon por primera vez al otro lado del hilo telefónico se ha ... apagado. Este domingo fallecía a los 105 años Julia de la Fuente Ballesteros, la primera telefonista que se hizo con el servicio de la centralita de la terracampina localidad en su casa para escuchar aquel popular «Sí, operadora me pone con el…». Julia había vivido sus últimos 15 años en la residencia de ancianos de Medina de Rioseco.
No tuvo Julia una vida fácil. Hija de Lesmes de la Fuente y Bonifacia Ballesteros, nació en Íscar el 17 de enero de 1920, aunque a los seis meses se trasladó con su familia al caserío de Coruñeses (en la Nacional 601, entre Rioseco y Valladolid), con apeadero del tren burra, que se conoce en la actualidad como caserío de Lesmes. Tuvo que sufrir los estragos de la guerra civil y ponerse a trabajar la tierra cuando su tío Jesús fue llamado a filas.
En 1942, con 22 años, contrajo matrimonio con Sofronio Blanco, vecino agricultor de Valverde de Campos, localidad en la que Paula pasará la mayor parte de su vida y de la que su marido llegará a ser su alcalde. Un matrimonio que tuvo cuatro hijos, Paulino, Tere, Pilar y Asún. Fue en los años 60 del pasado siglo cuando, como una forma de ayuda económica a la familia, se encargó de llevar en una habitación de su casa la centralita del servicio de teléfono al llegar al pueblo, convirtiéndose en la telefonista que conectaba dos líneas de teléfono a través de dos clavijas. Un trabajo al que, durante casi una quincena de años, le ayudaron sus hijas Pilar y Teresa, que todavía estaban solteras. Era un servicio de 24 horas al día, 365 días al año, en el que no había fiestas ni descansos, en el que los más de una quincena de abonados del pueblo llamaban por su nombre a Julia o sus hijas y le decían el nombre del vecino con el que querían hablar. En la casa había una cabina para las conferencias de los vecinos que no tenían servicio de teléfono y a los que había que avisar a la hora que les iban a llamar. Las conferencias exteriores se hacían a través de la centralita de Rioseco, que, cuando no eran abonados, había que cobrar en metálico. Julia fue la telefonista de Valverde hasta que llegaron los teléfonos de marcación con el dial giratorio.
Pilar Blanco de la Fuentes describió a su madre como «una mujer muy valiente, luchadora, que nunca se ha quejado de nada, que lo mismo salía al campo en verano a trillar o recoger muelas y lentejas a mano, que atendía el teléfono o hacía labores de punto o incluso alfombras con las pajas de maíz». Cuando Pilar se casó y se fue a vivir a Rioseco, sus hijos Jorge y Ana nacieron en Valverde, porque su madre no podía dejar de atender la centralita. Tras el fallecimiento de su abuela, Jorge manifestó que «se fue la mejor».
Aunque no debió de ir mucho a la escuela, porque tenía que bajar en mula desde el caserío de Coruñeses a Valverde de Campos, fue «una mujer muy decidida para todas las cosas», con una memoria prodigiosa que ha conservado hasta su longeva edad recitando largos poemas, escritos por ella a mano en un viejo cuaderno, como el dedicado a sus padres que lleva por título El anciano, del que le gustaba declamar que «Es un tesoro que debemos respetar. Necesita amor, cariño, comprensión y caridad. En ningún hogar falte nunca un buen anciano. Sus ejemplos nos animan. Ellos nos dieron la mano». Este fin de semana, Valverde de Campos celebrará las fiestas patronales en honor a san Urbano, en unos días en los que es seguro que habrá algún buen recuerdo de los años en los que Julia vivió en la localidad y disfrutó también de las fiestas.
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