El presente de Pingüinos, con 33.922 inscritos, anticipa un futuro brillante

Alex Rins, piloto de MotoGP, lo reconoció desde el escenario. «Enhorabuena por soportar este frío». Había venido en moto desde Madrid la tarde anterior, se topó con la niebla en la segunda mitad del trayecto y ayer, tras la entrega de premios, volvía en coche. En su caso, en Instagram y Twitter lo que había era una foto suya bien pertrechado contra el frío colocado detrás de su Suzuki V-Strom, cubierta de escarcha. «Una mañana fresca», decía la cuenta de Suzuki Center Madrid. Recogió su premio in situ y fue, así, el primer Pingüino de Oro que acudía en moto a por él. Como recompensa, un vídeo proyectado en las pantallas del escenario mostró al piloto en plena batalla con Marc Márquez en el GP de Gran Bretaña. Los pingüinos que empezaban a llenar la carpa jalearon esa última curva que le valió el triunfo por milésimas. «Sabía, sabía que había ganado», sonreía Rins en el escenario en respuesta a la pregunta de José Manuel Navas, el por entonces afónico portavoz de Turismoto. Junto a él recibió el otro Pingüino de Oro el director de Prevención y Seguridad Vial de la Fundación Mapfre, Jesús Monclús, que alentó a los motoristas a hacerles llegar sus «demandas para trasladárselas al nuevo Gobierno y a la Dirección General de Tráfico».

«Pingüinos se ha convertido en la meca de los aficionados a las motos, ese lugar al que hay que acudir, al menos, una vez en la vida, y hay que trabajar para que siga siendo así», presumió el alcalde, Óscar Puente, en la rueda de prensa anterior al último gran acto de la concentración. «No hay motorista que se precie que no aspire a estar al menos una vez en la vida en Pingüinos», aseguró.

Y más o menos es así. Entre los viajeros más lejanos, los que promocionan la cita por el mundo, se lleva la cuenta de las ediciones en las que se ha hollado la concentración. Es un orgullo acumular medallas, pines y recuerdos de las hogueras. Tanta fama ha adquirido que hasta el ministro de Presidencia de Andorra, Jordi Gallardo, quiso vivir la concentración desde dentro porque tiene la idea, desvelaron desde la organización, de celebrar algo similar en el Principado.

«El futuro de Pingüinos», mientras tanto, «va vinculado al futuro de Valladolid», aseguró Puente. «El Ayuntamiento tiene muy clara la apuesta, va a seguir redoblándola, apostando por la calidad junto con Turismoto, mejorando las instalaciones, invirtiendo para que cada vez los motoristas estén más cómodos y tengan una experiencia que les haga querer volver». Porque vuelven.

Son muchos los debutantes cada año, pero también abundan quienes se dejan caer al año siguiente, o unos más tarde, porque conciliar la pasión invernal por la moto con los permisos en el trabajo o la microeconomía doméstica no siempre resulta sencillo. «Aquí no solo se concentran motos y motoristas, se concentra el espíritu del motero, la camaradería, la amistad, las ganas de vivir la vida, la solidaridad», abundó el alcalde.

Los premios, eso sí, refrendaron que el apoyo de Valladolid –no solo de la capital, sino de la provincia– es fundamental para el éxito. Porque los motoristas y motoclubes locales participan activamente y contribuyen a fortalecer la imagen de marca con su papel de anfitriones. Motopincia, Piratas del Asfalto, TintorroPeleón, La Cistérniga Roadster, Lobos de Valdestillas... Y Moto Laguna, que con 85 inscritos fue el motoclub que más participantes atrajo a la cita, como reconoció el galardón de los organizadores.

Algunos de los moteros que han sido protagonistas en esta web también tuvieron su reconocimiento, como el alemán Harald Bexkens, sidecar más lejano junto a su compañero –llegado en otro sidecar– Dieter Treins, ambos desde Bremen. O los franceses de Mobeurs Plein Pau, que regresaron con sus ciclomotores Motobecane a primera hora de la mañana. Su objetivo era llegar a Burgos a la hora de comer, así que cuando los demás aún amanecían ellos ya cogían carretera rumbo al norte.

«Hemos tenido gente de Francia, Portugal, Italia, Alemania,Grecia, Bélgica, Venezuela y Andorra», leyó José Manuel Navas, y aún quedaban los búlgaros afincados en España, el chileno Paulo, unos chicos con una bandera de Brasil...

Alex Rins decía en el escenario que se encontraba orgulloso de formar parte de la concentración y que el premio que le habían concedido demostraba que estaba «haciendo las cosas bien». En el caso de Pingüinos, el hecho de destrozar en solo un año un récord que parecía difícil de alcanzar, con lo que costó rebasar la barrera de los 30.000, es una muestra de que la pasión por la cita está viva y crece año a año. El reto ambicioso del alcalde y de Turismoto es contabilizar 40.000 cuando se cumpla, en 2023, la 40ª edición. Algo que, si se hace caso a Óscar Puente, puede darse porque, asegura, «Pingüinos no tiene techo».