Pingüinos salta la banca: agota las inscripciones en una edición récord
Las completas se terminaron a las 11 de la mañana y a las ocho ya se contabilizaban 32.500 inscritos
Colón vio a la altura de sus ojos los fuegos artificiales que culminaron el homenaje a los caídos, un piloto que volaba sin sujetarse a ... su moto y, quizá, el récord de Pingüinos, que saltó tan alto que se llevó por delante todas las previsiones. «Nos hemos quedado sin inscripciones completas, es decir, las que incluyen cena, desayuno, etcétera, a las 10-11 de la mañana», explicaba José Manuel Navas, portavoz de Turismoto.«Hemos tenido que reservar las que se habían hecho anticipadas y se ha buscado otro tipo de inscirpición, que es la entrada normal, y que los participantes pudieran comprar la medalla y el buff». También hizo falta más leña. Grupo Renault ofreció alguna y la organización la aceptó sin dudarlo, porque en la zona de acampada había mucho que calentar. Ni la niebla, densísima, arredró a los pingüineros, que tomaron el nido al asalto. No quedaba prácticamente ni sitio donde dejar la moto. Las colas para el baño eran como para aguantarse las ganas y el concierto de Los Toreros Muertos auguraba una noche larga y movida.
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En realidad no hubo sorpresas. Se mascaba el récord (que está en 30.470) desde el mismo jueves, cuando se alcanzaron cifras propias de un viernes pingüinero, se corroboró el viernes y se apuntaló con la masiva participación de ayer desde el desfile de banderas. «Tenemos unas imágenes espectaculares rodadas con un dron», anunciaba Navas. «Y el desfile, viendo la gente que esperaba a incorporarse, ha sido muy emotivo y muy cercano, con el público de Valladolid aplaudiendo, que es muy de agradecer».
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Y es que levantarse por la mañana y ver las nubes a ras de suelo y el hielo atrapado en la hierba y los parabrisas de los coches no es lo que más anima a subirse a la moto. La helada nocturna, con hasta -2,4º en el peor momento en Valladolid, que ya sería peor en el húmedo pinar, y sus posibles efectos en el asfalto tampoco eran lo que se dice un incentivo. Pero cualquiera que haya participado alguna vez en el desfile de banderas de Pingüinos sabe que es el gran momento del evento. Por encima de cualquier otra consideración, participar en esa caravana masiva y encontrarse con el recibimiento de la ciudad es algo que un motero debería poder vivir al menos una vez en la vida. Así que, con niebla o sin ella, era el gran y momento y ni los participantes en Pingüinos ni los vecinos de Valladolid defraudaron.
Faltaban aún veinte minutos para comenzar el desfile y los alrededores de la antigua hípica militar –no solo el recinto, que también– estaban ya colapsadas por centenares de motos que se incorporan habitualmente a la marcha después de que pase la cabecera, siempre presidida por los miembros de Turismoto. Las rotondas, el carril bici, los arcenes, cualquier lugar era bueno para aparcar y esperar, en vista de que acceder a la zona de acampada era prácticamente imposible.
«El desfile de antorchas, en homenaje a los moteros fallecidos en 2019, sirvió para reivindicar unas infraestructuras adecuadas y más campañas de sensibilización»
Miles de motos iniciaron un desfile que continuaba desembarcando motos en la acera de Recoletos cuando pasaba más de una hora y cuarto desde que se inició. Mientras los chicos del stunt y el freestyle derrapaban o volaban ante los ojos de la estatua de Colón, moteros y paseantes se desperdigaban por los aledaños, repletos de motos de todos los tipos, como tres Goldwing imponentes casi trillizas o una colección de Harley Davidson que parecía la muestra de un concesionario.
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Una vez más, el recibimiento de los vallisoletanos a la comitiva resultó espectacular, especialmente en la salida hacia la carretera de Rueda y en aquellos tramos del Paseo de Zorrilla en los que la velocidad de marcha, más reducida, permitía saludar, chocar las manos con los pasajeros y sacar fotos. Los aplausos, los cláxones, el rugir de los motores y los gestos de asombro de los peques ante tanta moto conforman un paisaje que enamora a los participantes y les invita, como un gesto de hospitalidad, a volver el próximo año.
Antorchas y gaitas
«Somos algunos pingüinos menos», leían por megafonía pocas horas más tarde, casi en el mismo punto, al culminar el desfile de antorchas. 350 llamas encendidas por los fallecidos en carretera el año pasado, que después tendrían una continuación de su homenaje con la proyección de un vídeo en la zona de acampada, antes de la quema de la falla. En Recoletos, un grupo de gaiteros interpretó 'Amazing Grace'. Solemne. Impresionante. «Hay que exigir a las instituciones los medios y recursos necesarios», pidieron, desde carreteras adecuadas y guardarraíles seguros hasta «campañas de prevención y concienciación». Lo escuchó Óscar Puente, alcalde abanderado de Pingüino en sentido literal, como se pudo comprobar en el desfile matinal, y también la ministra –renovada en el cargo– Reyes Maroto, que volvió por segunda vez a la cita. «Como ministra de Turismo hemos estado trabajando por el producto y el turismo que representa Pingüinos es algo que valoramos y estamos aquí para potenciarlo», dijo. Habrá que pensar en incrementar las inscripciones completas y, claro, el lugar para acoger a los inscritos.
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