

«Es muy complicado oficiar un matrimonio porque no se suele localizar la partida de bautismo»
José Aumente Responsable de la pastoral de Ferias y Circos de la CEE y capellán de las 40 carpas instaladas en España
Dentro de nuestra sociedad hay comunidades con especiales condiciones de vida que las hacen únicas y que requieren de una atención pastoral especializada por parte ... de la Iglesia. Los trabajadores del circo son una de esas comunidades. El padre José Aumente Domínguez (Cevico de la Torre, 1948), es el capellán de los 40 circos que hay actualmente en España. Sus feligreses son payasos, malabaristas y equilibristas y a todos presta apoyo espiritual mientras improvisa altares sobre la pista. En este último año, su principal preocupación ha sido sostener a este sector que ha sido tan castigado durante esta crisis sanitaria y económica. Aumente, conocido como 'el cura de los circos', lleva más de 20 años al servicio de la pastoral de Circos y Ferias de la Conferencia Episcopal Española y desde hace 11, es director del departamento dedicado a este colectivo. El Norte ha coincidido con él, durante su visita de cortesía a sus feligreses del Circo Holiday, uno de los pocos que han retomado su actividad y que durante estos días tiene levantada su carpa para ofrecer su espectáculo en Valladolid.
–¿Cómo fue su llegada al mundo del circo?
–La primera vez que celebré la Eucaristía bajo una carpa circense fue en 1968, en el Circo Roma, en Valladolid. Yo pertenezco desde 1964 al instituto secular Siervos de la Iglesia, cuyo fundador es monseñor Torreggiani, impulsor en Italia de la pastoral de ferias y circos. Recuerdo que él me pidió que preparara todo para dar la misa, que entonces era en latín y cogí la primera casulla que pillé, que resulta que tenía la pechera rota. Monseñor Torreggiani me llamó la atención y con toda la razón.
Cuando se va a llevar un sacramento a un circo, debemos llevar, de lo bueno, lo mejor, porque es una manera de dignificar el trabajo de esta gente. Los circenses cuando salen a la pista también se ponen sus mejores galas por respeto al público y yo así lo hago desde entonces. Aparte del circo, he estado también de párroco en municipios como Antigüedad o Carrión, en Palencia, pero siempre vinculado al circo. Hace 11 años que estoy al frente de la pastoral de Ferias y Circos de la Conferencia Episcopal Española, de lo que me muy orgulloso.
–¿Qué supone para usted llevar el evangelio a un lugar tan insólito como la pista de un circo?
–La iglesia tiene la obligación de estar con la gente circense, porque también son Iglesia, una Iglesia itinerante. Cuando Jesucristo, en su día dijo a los apóstoles «Id y anunciad el Evangelio», ese «Id», ya connota movimiento y ponerse en camino. El mismo papa Francisco ha dicho que nuestra misión en el mundo no puede ser estática, sino itinerante y no hay nada más itinerante que un circo, por eso, sus trabajadores deben ir acompañados del Evangelio. Los circenses son una gente extraordinaria que está repartida por toda la geografía española. Son nobles y buenos y tienen una vida muy dura y desconocida. Son felices haciendo felices a los demás y eso es también el Evangelio.
Si los dirigentes de los ayuntamientos fuesen un poco inteligentes y pensaran en su población, se rifarían los circos y las ferias para sus pueblos y ciudades, para que la gente durante un rato olvide la pandemia y sea feliz.
–¿Cómo se organiza a la hora de ofrecer su apoyo espiritual y llevar los sacramentos a los diferentes circos de España?
–Mi principal función es ofrecer asistencia espiritual y sacramental a estas personas, que necesitan ser valoradas dentro de su propio ambiente. La carpa es un lugar ideal para acoger festivales o acciones circenses, pero también para convertirse en templo para la recepción de los sacramentos. Les atiendo según las necesidades y las circunstancias, pero siempre estoy disponible para ellos. Les hago visitas periódicas para ver cómo les va y asistir a su espectáculo, ya que les gusta que les aprecie su trabajo. Otras veces me llaman cuando tienen algún niño al que bautizar, alguna boda o confirmaciones que celebrar. Pocas veces puedo estar con ellos varios días, así que les dejo material para que se preparen para el sacramento y les doy apoyo online.
–¿Cómo han sido estos meses de pandemia para las personas que viven del circo? ¿Qué tipo de ayuda les ha ofrecido?
–Lo han pasado muy mal. Gracias a Cáritas y las ayudas parroquiales han podido salir adelante. Todavía tenemos bastantes circos a los que estamos atendiendo. Las familias no suelen aceptar dinero, sólo alimentos. Esa es la grandeza de esta gente. Para ellos es muy difícil tener que pedir comida. Lo suyo es trabajar y ganar el pan con dignidad. Por eso, estoy muy agradecido a las ciudades y ayuntamientos que son favorables a que haya espectáculos circenses. Es la manera de que esta gente pueda ganarse el pan con dignidad, haciendo felices a los demás. La pandemia les ha dejado secos y poner en funcionamiento un circo tras tantos meses parados supone mucho dinero para seguros, combustible y otras muchas cosas. Los políticos decían que no iban a dejar a nadie atrás, sin embargo, ni los circenses ni los feriantes han recibido ayudas. Se les ha abandonado de forma radical.
–Realiza una misa semanal en directo a través de Facebook, ¿tiene muchos parroquianos online?
–Yo me siento muy bien recibido cada vez que llego a un circo. Me tratan con un cariño inmenso, pero como no siempre es posible el contacto personal, el Whatsapp y el Facebook son una gran ayuda. Las misas en directo a través de las redes sociales, son seguidas por mucha gente y eso me llena de satisfacción.
–En 2019 recibió el galardón Alter Christus por su labor social y pastoral con las gentes del circo. ¿Qué supuso para usted este reconocimiento?
–Una alegría inmensa. Que pensaran en mi y en el trabajo que hago para este premio es todo un honor. Lo agradezco muchísimo, especialmente por la gente del circo. Sólo con que se haya tenido en cuenta a este sector, ya me hizo el hombre más feliz del mundo.
–Al ser itinerantes, los circenses carecen de diócesis. Usted ha reclamado en numerosas ocasiones que se les constituya en «parroquia personal» ¿qué supondría esto para la gente del circo?
–Es de justicia que los circenses tengan una parroquia personal, con jurisdicción a nivel nacional, para todo lo que se refiere a los sacramentos. Es necesario que el cura que oficie un sacramento en un circo, tenga jurisdicción. Lo más complicado para la pastoral circense son los matrimonios. Ahora, por ejemplo, tengo pendiente celebrar un matrimonio y no puedo hacerlo hasta que no tengamos las partidas de nacimiento y de bautismo, que no sabemos si algún día llegarán. Muchos circenses no saben dónde están sus partidas, ya que cuando se celebra un bautizo en el circo, al final, la inscripción se realiza en la parroquia del barrio o pueblo donde éste se encuentre en ese momento y ya de mayores, se olvidan de dónde estaban.
Así se van perdiendo partidas de bautismo por toda la geografía. Eso para los interesados es complicadísimo. Por otra parte, los matrimonios, para que sean lícitos y legales, el expediente matrimonial debe registrarse en la parroquia a la que pertenecen, pero los circenses no tienen ninguna, porque se mueven continuamente. Así está la ley canónica y yo considero que es algo que debe cambiarse.
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