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Palestina también «gana» la crono de Valladolid: Las multitudinarias protestas opacan la Vuelta
Centenares de manifestantes se han concentrado de forma pacífica en la plaza de la Universidad, donde también ha tenido lugar un 'asalto' durante la carrera que se ha saldado con dos detenidos
Desde la Plataforma Solidaria con Palestina de Valladolid llevaban días defendiéndolo: «las protestas serán pacíficas». Así han sido, con una multitudinaria concentración en la plaza ... de la Universidad, que se ha convertido en el epicentro de las reivindicaciones propalestinas y de la repulsa de una parte de la sociedad vallisoletana por la presencia del equipo de Israel en la contrareloj y en el resto de etapas de la Vuelta. Aunque no han estado exentas de momentos de tensión, con algunos encontronazos entre manifestantes y viandantes que recriminaban la presencia de los estandartes palestinos, llegando a confluir con enseñas hebreas unos metros más adelante de la meta.
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Allí, a principios de la calle de las Angustias, se concentraban los primeros grupúsculos, ante las limitaciones policiales para evitar que las aglomeraciones de quienes acudían en protesta se produjeran en torno a la línea de salida de la carrera. «Nos han dicho que no nos dejan acceder con propagando propalestina. En cuanto somos más de tres tienen orden de no dejar pasar. No somos terroristas como el estado de Israel, no venimos a atentar contra la integridad de nadie», critica Felipe Paredes, de 35 años, desplazado desde Madrigal de las Altas Torres (Ávila), para unirse a una protesta cuya convocatoria ha visto en las redes sociales del colectivo social La Molinera.
Acompañado de una amiga y ataviado con una camiseta y una sudadera con los colores gazatíes, eran interceptados por unos agentes, que les cortaron el paso y les dieron indicaciones. Si querían manifestarse podrían hacerlo en tres lugares: a la altura del Calderón, el Paseo de Zorrilla o la plaza de la Universidad. Este último punto, uno de los más calientes, ha concentrado a centenares de personas y ha sido escenario de un 'asalto' al recorrido, que no ha logrado alterar la carrera pero que ha dejado dos detenidos y ha obligado a reforzar la seguridad con más presencia policial.
La participación del equipo hebreo era una afrenta para los allí convocados, muchos de ellos habituales de otras concentraciones contra el genocidio como la que tuvo lugar el pasado martes en la subdelegación para pedir contundencia con un embargo de armas a Israel prometido por el Gobierno que sigue en el aire. Bandera en mano, pero lejos del foco principal establecido frente a la facultad de Derecho para estar «más dispersos», están Javier Rojo y Jesús Pasa, de 68 años, ambos vallisoletanos, llegados desde el barrio de Belén para aprovechar el altavoz mediático en el que se ha convertido el paso de la vuelta ciclista.
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«Llevamos mucho tiempo sin saber qué hacer, primero fue Eurovisión, ahora la Vuelta. No podemos aceptar la participación de un estado genocida, es un blanqueo por cuestiones económicas», denuncia Pasa, que, aclara, no milita en ningún partido y que al igual que su compañero está allí por «sensibilidad» ante el exterminio de la población gazatí. «Los judíos me enseñaron el genocidio nazi y no voy a aceptar que ellos hagan lo mismo», añade Rojo, que muestra su pesar por haberse cruzado con «chavales jóvenes» que han llegado a despreciar la causa.
No todos son iguales. Unos metros más adelante está Mónica Sánchez, de 22 años, que ha acudido a la concentración acompañada de su madre y una amiga de esta. «No me parece bien - que compita el equipo de Israel-, porque siempre se dice que en el deporte no importe porque al igual que la cultura nos une, pero al final se blanquea», explica esta joven estudiante de periodismo, que hace dos años, cuando comenzó el enfrentamiento tras los ataques de Hamas del 7 de octubre, estaba de Erasmus en Irlanda, donde pronto tomó conciencia de lo que estaba sucediendo en Gaza. «Allí en seguida se empezaron a movilizar un poco por su historia. Después en Madrid también fui a algunas protestas y hoy estoy aquí», explica.
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La retransmisión de la vuelta, con un millón de espectadores, ha supuesto una ventana al mundo por la que se han colado reivindicaciones y cánticos de todo tipo en apoyo a la causa palestina. «Israel asesina, la Vuelta patrocina» o «no es una guerra, es un genocidio», superaban con creces, en decibelios, una canción de Amaral que resonaba desde un altavoz en la zona de las casetas antes del inicio de la carrera. Con las primeras llegadas de los ciclistas, se sumaron los abucheos, que no han cesado durante toda la prueba, sin distinción de maillot, ante la postura de la organización de mantener al equipo hebreo por la ausencia de sanciones contra Israel o sus corredores.
«No tenemos nada contra la Vuelta, nuestra madre era amante del ciclismo, pero esto no se debería de haber permitido de ninguna manera. Es todo por el negocio», aclaran las hermanas Laura y Concha Hernández, que forman parte de la plataforma que ha aupado las concentraciones, organizadas a través de grupos de Whatsapp y de las redes sociales. Apelan, como muchos otros manifestantes, a la «sensibilidad ante el genocidio» para respaldar unas protestas que lamentan que desde las autoridades se hayan visto como una amenazada.
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Entre el grupo más nutrido, frente a la Facultad, están también Yasmín El-Asi, de 54 años y Javier Dámaso, de 61. Farmacéutica y profesor de la Facultad de Derecho, son un ejemplo de que los allí presentes son personas «normales y corrientes» con sus «trabajos e hijos».«Cuando el Gobierno falla, las personas actuamos, está en nuestras manos parar este genocidio. Reivindicados que se pare, un embargo de armas y que se rompa la relación diplomática con Israel. No soportamos ya ver más la destrucción de hospitales, escuelas, mezquitas y asesinatos de niños», lamenta.
Dámaso, que asiente, muestra su indignación por las declaraciones del alcalde de Madrid, que comparte apellido con uno de los corredores, quien recientemente aseguraba que lo sucedido en Gaza no era un genocidio. «Decir eso es una banalización grosera de lo que está sucediendo, todas las organizaciones internacionales lo están diciendo. Solo hay que ver lo que está sucediendo, dejar que la gente se muera de hambre eso solo tiene un nombre», sentencia.
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