Valladolid
Nueve toneladas de hormigón entre bolas, piedras y un sarcófago para jugar ante un colegio de ParquesolEl singular mobiliario urbano elegido para rematar el entorno del Tierno Galván formará un espacio de ocio y descanso para separar a los peatones de los coches
Las grúas han ido descargando en los últimos días un sinfín de misteriosos y enormes bloques de hormigón embalados de distintas formas a las puertas ... del colegio Tierno Galván de Parquesol, inmerso en las últimas semanas en obras de reurbanización de todo su entorno para ampliar el espacio peatonal. ¿Qué son estas piezas? Pues sus etiquetas dan una pista sobre su contenido. Se trata de una serie de singulares elementos de mobiliario urbano destinados a configurar un no menos singular espacio de juegos y descanso ante el centro escolar con el fin de «pacificar» su entorno y separar el más que ampliado espacio peatonal de los coches.
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Los operarios trabajan ahora contra el reloj para rematar la urbanización, al menos, de la entrada principal del colegio, en la calle Manuel Silvela, donde se ha multiplicado el ancho de las futuras aceras adoquinadas hasta alcanzar los nueve metros y reducido las plazas de aparcamiento (solo del lado del frontal del recinto educativo).
Las obras, que comenzaron a principios de julio y que contaban con un plazo de ejecución de dos meses (deberían estar listas a tiempo de la vuelta al cole el próximo 9 de septiembre) en la fase que afecta a la entrada del centro, están razonablemente avanzadas a falta de habilitar los parterres ajardinados y de dar forma al singular espacio de descanso y de juegos que conformarán los misteriosos bloques de hormigón que han sido ya descargados ante el colegio y que serán colocados en los laterales del acceso al colegio.
El elemento más singular emula a una 'domus' romana y ofrece un pequeño refugio contra el sol y la lluvia
Se trata de, al menos, cuatro modelos diferentes de bancos diseñados por la firma catalana Escofet, todos ellos de «hormigón decapado e hidrofugado», que en su conjunto alcanzan las nueve toneladas de peso.
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El elemento más llamativo es, sin duda, una suerte de sarcófago, o eso parece por ahora (aún permanece embalado con plástico negro), de hormigón que oculta en su interior un banco, en realidad, en forma de casita que alcanza los 2,25 metros de alto por 1,20 de profundidad y 1,67 de ancho. Sus diseñadores (Ramón Úbeda y Otto Canalda) lo describen como un «elemento de mobiliario urbano, más experimental que comercial, que conforma una pieza con un banco en su interior y un techo que emula a una 'domus', una casa romana, que configura un cobijo contra la lluvia y el sol». El bloque en cuestión, denominado 'domus shelter', pesa la friolera de 1.760 kilos.
En torno a este elemento principal, o más llamativo, se colocarán dos grandes bloques de hormigón, en este caso de tono rosáceo y denominados 'petra', que emula a «piedras erosionadas por el agua» y que están diseñadas como «asientos comunitarios de geometría oblonga y con toda su superficie envolvente suavemente curvada», tal y como los define la empresa que los distribuye. Cada uno pesa 1.366 kilos y mide 1,88 metros de largo por 1,17 de ancho y 48 centímetros de alto.
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En torno a ellos se colocarán una decena de grandes bolas, del mismo material que los anteriores, aunque de tonos grises y ocres, de distintas dimensiones, denominados 'bollard', que vienen a ser unas «esferas de hormigón», también utilizables como «asientos o elementos de juego, descanso e imaginación», destinadas a delimitar el espacio estancial del destinado a vehículos. Se trata de esferas o semiesferas de 85, 220, 440 y 455 kilos que en su conjunto suman otros 2.235 kilos de peso.
El conjunto lo cierran unos bancos modulares más 'clásicos', bautizados como 'Gen',conformados por seis soportes cilíndricos de 50 centímetros de diámetro y 37 de alto y otras tantas planchas (en forma de tabla de surf') de 2 metros de longitud por 50 centímetros de ancho, en este caso de tono blanco. En su caso suman un peso de 2.142 kilos (175 por soporte y 182 por losa) y permiten una «configuración lineal o zigzagueante» jugando con sus alturas.
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Esta suerte de parquecito lúdico y estancial, de 8.969 kilos de peso, que ampliará el espacio peatonal en torno a la ahora más que ampliada entrada adoquinada al colegio Tierno Galván, está pensado para «dar respuesta a las acciones de urbanismo táctico de adecuación» de entornos urbanos, como es el caso, y dibujar un «límite disuasorio de acceso a vehículos a los espacios públicos pacificados», según apuntan sus diseñadores.
Las obras de pacificación del entorno escolar del colegio público de Parquesol incorporan así este elemento de «sociabilidad y aprendizaje motriz» que se sumará a las acciones para ampliar las aceras, incrementar las zonas verdes y mejorar la seguridad de los cruces en todo el perímetro, y las calles aledañas, del recinto escolar de la calle Manuel Silvela, que ocupa una manzana completa entre dicha vía, donde está la entrada principal, Hernando de Acuña y los corredores peatonales de los otros dos laterales. La inversión global de toda la intervención alcanza los 1,2 millones de euros y cuenta con un plazo de ejecución de doce meses, dos de ellos expiran esta misma semana y afectan a la urbanización del frontal de la entrada al centro. El resultado final se verá en semanas. Quizás meses.
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