Imágenes del vuelco de la barca extraídas del vídeo que se grabó desde el otro bote. EFE

El 'naufragio' del Canal de Castilla cumple 25 años: el vuelco que quedó en un susto

Una jornada de promoción de las barcas turísticas acabó con el vicepresidente de la Junta y varios periodistas en el agua con imágenes que abrieron informativos en España y el extranjero

Susana Escribano

Valladolid

Domingo, 13 de julio 2025, 08:11

Cuando la primera tanda de viajeros tomó asiento en las barcas que hacían visitable el Canal de Castilla desde el agua en las provincias de ... Valladolid y Palencia aquella tarde del 12 de julio de 2000, ninguno de ellos imaginaba que jugaban con el 50% de probabilidades de acabar en el agua. Fue lo que pasó. Zarparon dos barcas de un muelle situado a la altura del paraje palentino de la presa en la que el Pisuerga se cruza con el Canal y una volcó.

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En ese bote iban el entonces vicepresidente de la Junta, portavoz y consejero de Medio Ambiente de Castilla y León, José Manuel Fernández Santiago, y varios periodistas. Desde la otra, un cámara de televisión grabó unas imágenes que abrieron informativos nacionales e hicieron incursiones en canales extranjeros. Fue un incidente que por fortuna quedó en un susto y alimentó comentarios jocoso entre quienes no estuvieron allí, pero los que sí lo presenciamos (yo iba en el segundo bote, el que se mantuvo a flote) vivimos momentos de tensión. «No pasó nada grave y después lo asimilamos con humor, pero hubo gente que lo pasó mal... Nos metieron en una especie de cascada y el motorcito de la barca no podía dar la vuelta», recuerda Fernández Santiago, cuyo remojón fue descrito entonces por un comunicador nacional con un «por fin un político que se moja», mientras se veía al dirigente popular zambullirse en la esclusa número 6 del ramal norte del Canal de Castilla, convertida en un tanque de varios metros de profundidad de agua y lodo, con una cortina de cascadas y un aliviadero que aportaba un vertido de caudal en cantidades industriales alimentando corrientes y remolinos.

«Yo nado bastante y me costó salir, la corriente hacía allí un efecto arrastre», recuerda José Manuel Fernández Santiago, entonces vicepresidente de la Junta

La iniciativa había sido organizada por el Grupo Parlamentario Popular, del que en ese momento era portavoz Juan Vicente Herrera. Perseguía mostrar cómo el patrimonio histórico, en este caso una obra de ingeniería monumental como es el Canal de Castilla, podía convertirse en un activo turístico y económico. Pudo parecer que el vuelco daba al traste con la actividad de promoción, pero fue al contrario. La difusión del incidente aumentó las visitas. «Es sorprendente que un suceso en un principio negativo haya pasado a ser beneficioso y meramente anecdótico», valoraba un mes después del vuelco de la barca el director del Centro de Interpretación del Canal, Javier San Millán, que añadía que habían duplicado las cifras de pasajeros de los botes del mes de julio del año anterior.

¿Qué hizo que un viaje tranquilo acabara como terminó? Lo primero el exceso de peso. Los botes tenían capacidad para ocho personas y los responsables de los trayectos acomodaron a once. Quizás eso hizo que no se repartieran chalecos salvavidas ni se contemplara que podía haber personas que no sabían nadar y que además de un cauce en el que podía hacer pie, el trayecto incluía un punto con varios metros de profundidad de agua y lodo como era la esclusa. Concretamente, donde volcó la barca. El sobrepeso dificultó la maniobra de salida de la esclusa en un bote con un motor eléctrico de potencia limitada, en una construcción en la que el torrente de agua que aportaba el aliviadero generaba una fuerte corriente interna.

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Los pasajeros de la barca salen del cauce del Canal de Castilla tras superar las corriente de la esclusa en la que volcó. Jonathan Tajes

«Yo nado bastante y me costó salir, porque la corriente allí hacia un efecto de arrastre», precisa José Manuel Fernández Santiago. Fueron momentos de desconcierto, que se vivieron también desde la barca que seguía a la siniestrada. Primero, por el vuelco. Después, porque no había certeza de que todos los viajeros hubieran logrado salir a flote. «Yo me puse en pie cuando vimos que íbamos hacia el chorro y conté los que éramos antes de hundirnos», relata el que fuera vicepresidente de la Junta. «Dos días después había un evento por un aniversario en Vega Sicilia y no se hablaba de otra cosa», añade el dirigente del PP.

El periodista Ángel Cuaresma era uno de los pasajeros del bote que volcó. El hoy delegado de Intereconomía en Castilla y León (entonces responsable de la delegación autonómica de Europa Press) recuerda que cuando el barquero intentó dar la vuelta, el movimiento del agua de la propia esclusa hacía efecto de succión sobre el bote. «Los segundos más críticos fueron cuando volcó la barca y nos quedamos debajo. Por suerte no golpeó a nadie en la cabeza», relata Cuaresma, que fue atendido esa tarde en el centro de salud de Herrera de Pisuerga por un fuerte dolor de pecho que le duró días.

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De la dificultad para mantenerse a flote en la esclusa da idea el hecho de que el barquero que iba en el segundo bote intentara entrar a nado desde el cauce para auxiliar a los accidentados y le resultara imposible por las corrientes del agua. Tuvo que salir del Canal, subir por fuera hasta la parte alta del camino de sirga que bordeaba la esclusa y zambullirse desde allí. «Nos lo tomamos a broma, y no me parece mal, pero aquello fue más serio de lo que se traduce de las imágenes. Nos dijeron que todo pasó rápido y que en poco tiempo estábamos fuera del agua, pero se hizo bastante largo», reflexiona Ángel Cuaresma.

El 'barniz' del paso del tiempo

Junto a él se sentaba otro comunicador en activo, Mario Alejandre, redactor al que escuchamos desde los micrófonos de la Cadena Ser en Valladolid y que entonces acababa de aterrizar en el mundo laboral. Su relato sobre lo que vivió en el agua es calcado al de Ángel Cuaresma. «Lo recuerdo ahora, con ese barniz que da el paso del tiempo, con cierto afecto», apunta. Rememora las bromas sobre la película 'Titanic' que se compartieron en el autobús que acercó a los pasajeros hasta el Canal de Castilla, sin imaginar que la jornada iba a rematar en un 'naufragio' que no fue tal, porque el bote no se hundió y solamente volcó, pero con todos sus ocupantes en el agua. Alejandre evoca, 25 años después, otra imagen. «Nos llevaron a la casa de uno de los responsables de la asociación que gestionaba la iniciativa de las barcas para facilitarnos ropa seca y reponernos y tengo la imagen del tendedero de la ropa con la documentación y billetes que llevábamos en las carteras cogidos con pinzas para que se secaran al sol», rememora el periodista de la Cadena Ser.

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Del episodio de hace 25 años en la esclusa número seis del ramal norte del Canal de Castilla queda el susto para quienes lo vivieron en primera persona y unas imágenes a las que quitó drama el hecho de que todos los afectados salieran ilesos. Bajo el agua, en el lecho de lodo que se acumula en ese punto, quedó una cámara de Radio Televisión Española que nunca pudo recuperarse.

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