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El mundo de la cultura está de luto. El artista vallisoletano Ángel Membiela ha fallecido este viernes a los 76 años de edad. Escultor, pintor ... y grabador, este creador, que durante décadas fraguó sus obras en su taller de la calle Almería, en el barrio de las Delicias, no ha podido superar un ingreso por covid, que ha agravado la dolencia de pulmón que padecía. Membiela, que formó parte de una generación de creadores locales junto a Benito Mauleón o Jorge Vidal, entre otros, seguía trabajando en su casa de la localidad palentina de Mave, cerca de Aguilar de Campoo, donde ha pasado los últimos años.
Sus esculturas adornan varios espacios de la ciudad. El arlequín en la calle Fray Luis de León; el atleta que lanza una jabalina a la entrada del polideportivo de Parquesol, las bicicletas de la plaza de Santa Cruz o el levantador de pesas junto al pabellón Miriam Blasco son algunas de las creaciones de este artista, cuya producción también está presente en el Hospital Viejo, una de las sedes de la Diputación de Valladolid. El burrito platero y La fuente Juana, en La Cistérniga, o el Homenaje a Gregorio Fernández, en Serrada, son otras de sus obras de exterior.
Membiela es un artista hecho a sí mismo. Se reconocía como autodidacta al no haber tenido maestro ni una enseñanza reglada. Tampoco era amigo de las etiquetas. «Es algo que odio sobre todo si la que te colocan, aunque sea positiva, va acompañada de una afirmación o negación taxativa. Creo que todos los seres humanos no somos una cosa, solo una cosa, sino que tenemos la capacidad de ser de muy diferentes formas en función de la ocasión y del momento», destacaba en una charla con el diario 'El Cotidiano'.
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A Membiela le gustaba interpelar al espectador, «molestarle, joderle y hacerle pensar», destaca su hijo Ángel. Y cuenta una anécdota. «Una vez entró un conocido suyo al taller y le felicitó por una escultura en la que estaba trabajando. Cuando se fue, cogió una maza y destrozó la obra. '¿Pero qué haces? le pregunté. 'Si le gusta a este gilipollas, es que no vale nada', me dijo. Así era mi padre», comenta.
Casado y con cinco hijos, dos de ellos ya fallecidos, Membiela trabajó mucho para las diferentes administraciones, como el Ayuntamiento de Valladolid, la Junta de Castilla y León o la Diputación. Además, expuso en muchas salas de la comunidad y también fuera de esta. Su carrera como artista la empezó cuando pudo. «Tenía cinco hijos y había que darles de comer, estuvo trabajando en la Fasa nueve años y lo compaginaba con un taller de cerrajería que tenía en la calle Sevilla, también en Delicias», relata su vástago.
Cuando vio que sus creaciones comenzaban a tener salida en el mercado, se dedicó profesionalmente a lo que amaba, con el hierro y el acero como principales materiales. Membiela también exploró y mucho en el terreno de la pintura hasta el punto de montar dos academias, una en la calle Santa Lucía y otra en Embajadores. «Le gustaba enseñar, transmitir lo que él sabía», recuerdan los suyos. Figurativo, abstracto... el artista entraba en todos los campos, estaba abierto a experimentar. El deporte está muy presente en su escultura. Cuentan los que le conocen que el espíritu de superación que transmite la competición le fascinaba e inspiraba parte de su producción.
Membiela se va como él fue: un creador centrado en su obra y alejado del boato social. «Ya nos dejó claro que si fallecía no quería tanatorios ni despedidas, con él no iban esas florituras», subrayan sus familiares. Descanse en paz.
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