Moratoria en el conflicto del Rastro de Valladolid: hasta septiembre todos podrán poner puesto
El Ayuntamiento analizará las condiciones económicas de cada vendedor y, de momento, no exigirá darse de alta como autónomos
El Ayuntamiento de Valladolid y los representantes de los vendedores del Rastro dominical, que se ubica en el mercadillo del Real de la Feria, junto al estadio José Zorrilla, han llegado a un acuerdo para que se puedan mantener todos los puestos –los 150 habituales más los 57 que habían quedado en reserva tras el sorteo celebrado el pasado 7 de marzo– hasta que se elabore un nuevo pliego en el que se recogerán los requisitos para poder poner mesa en este bazar. Así, hasta el próximo mes de septiembre no cambiarán las condiciones, aunque tras la Semana Santa la concejala de Innovación y Desarrollo Económico, Charo Chávez, volverá a mantener un encuentro con los portavoces para fijar las obligaciones necesarias para poder ejercer la actividad. Hasta ahora pagan una cuota trimestral de 40 euros y tienen la obligación de suscribir un seguro de responsabilidad civil.
Este acercamiento de posturas ha llevado a los afectados a desconvocar la manifestación prevista para este viernes. Los que no están dados de alta como autónomos, uno de los requisitos que se pedía con el nuevo cambio en las exigencias municipales, no tendrán que hacerlo.
Los representantes, que mantuvieron una reunión de cerca de dos horas con la edil, se mostraron satisfechos con esta moratoria. «Eran unos requisitos inasumibles y han mostrado flexibilidad, salimos con su palabra de que nadie se va a quedar fuera», destacó Modesto Vidal, uno de los vendedores, especializado en los libros de segunda mano.
Chávez matizó que la intención de su departamento es analizar «caso por caso», ya que algunos ejercen otra actividad como autónomos, otros son pensionistas y también hay comerciantes dominicales que cobran una pequeña ayuda. «No todos tienen la obligación de darse de alta», acotó la concejala, quien añadió, además, que la idea del equipo de gobierno es enriquecer esta oferta incorporando otras actividades de tipo cultural. «Todos estamos de acuerdo; el rastro no solo tiene que funcionar, sino que debe ser un escaparate de la ciudad», subrayaba la responsable municipal tras la reunión.
«Nadie se va a quedar fuera», reiteró la concejala responsable de esta materia. Charo Chávez se ha comprometido a analizar de forma individualizada las peticiones para que los 207 solicitantes tengan su sitio si cumplen las condiciones, como por ejemplo no tener deudas con la administración. A los que ya las tienen se les ha ofrecido un plan de pago a plazos para que puedan saldarlas y poder concurrir así a un tenderete de este mercadillo de la segunda mano.
El Ayuntamiento avanza que se mejorará el pliego de condiciones de participación y para ello incorporará todas las circunstancias posibles de los vendedores, incluso la antigüedad en esta actividad, que nació en la plaza de Cantarranillas hace ya cuatro décadas.
Según explicaron fuentes del Consistorio, en la reunión, que se celebró en el salón de plenos, se puso en evidencia que hay personas que ejercen la venta de productos fuera de su establecimiento como una actividad económica más, porque es su medio de vida. «Y como es lógico deben cumplir los requisitos legales», destacaron. Sin embargo, hay otras actividades que no son habituales y en las que es preciso realizar otro análisis más personalizado», afirmaron. En el encuentro celebrado en la Casa Consistorial, también participaron representantes de las cooperativas del mercadillo –donde se vende ropa y calzado, principalmente– y que no se ve afectado por esta reorganización.
Juan Carlos Rodríguez, otro de los habituales del Rastro, que había quedado en reserva en el polémico sorteo, se mostró más tranquilo tras esta decisión después de unas semanas muy complicadas. Lleva casi cuarenta años poniendo sus mesas cada domingo y quedar excluido había supuesto un mazazo para él. «Esperamos que podamos seguir todos sin ningún problema», recalcó al tiempo que recuerda que este bazar es una tradición de Valladolid con la que «ninguno se hace rico».
El conflicto se desató el pasado 13 de marzo tras conocerse los resultados del sorteo y los requisitos que iba a aplicar el Ayuntamiento para hacer cumplir, se argumentó entonces, la normativa regional. Este pasado domingo, los vendedores protestaron con un parón en su actividad. La reunión de este lunes devuelve la calma y desactiva las protestas.
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