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«Certezas sobre esta enfermedad todavía tenemos pocas, pero todos los datos apuntan a que la covid-19 afecta a los niños de forma más leve ... que a los adultos», explica Merche Garrido, presidenta de la Asociación de Pediatría de Atención Primaria de Castilla y León. Con el regreso a las aulas ya a la vuelta de la esquina (Infantil y Primaria comienzan el día 9), el papel de los niños como transmisores del coronavirus vuelve a colocarse sobre el tapete, sin que haya estudios concluyentes al respecto. ¿Contagian los niños más que los adultos? ¿La carga viral de los menores es superior? El problema es que para este tipo de preguntas son más las dudas que las cuestiones ya resueltas.
«La mayor parte de las investigaciones se hacen a partir de personas que tienen síntomas. Y no hay una conclusión clara sobre si los niños tienen más o menos capacidad de contagio. Hay informes que aseguran que, por encima de los diez años, pueden transmitir la enfermedad igual que un adulto. Pero no hay certezas», explica la doctora Garrido. Y, especialmente, porque se desconoce la capacidad de transmisión de los casos asintomáticos.
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Ante esta situación, la pediatra recomienda «responsabilidad» en la vuelta a las aulas, no solo por parte de las administraciones (con normas que permitan un retorno seguro) y los sanitarios y educadores. «También es importante el papel que han de jugar las familias». Por ejemplo, «no hay que llevar al colegio al niño que tiene síntomas sospechosos, hay que enseñarle las medidas de higiene y hay que tener en casa o en los tiempos de ocio el mismo cuidado que se pide para el colegio, porque al día siguiente esos niños volverán a la escuela».
Y este punto parece relevante si se atiende a las conclusiones del informe que el pasado 6 de agosto publicó el Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC), con sede en Estocolmo. En ese texto, se apunta que las investigaciones llevadas a cabo en países de la UE donde ha habido educación presencial en los últimos meses sugieren que, cuando se ha detectado un caso positivo en menores, la transmisión «de alumno a alumno no era habitual ni tampoco la primera causa de la infección por coronavirus».
El informe recuerda que si se adoptan medidas adecuadas de higiene y distancia social, «los colegios no son necesariamente escenarios donde se produzca una propagación de la enfermedad superior a otros espacios de trabajo o de ocio con una densidad de población similar». La clave está en determinar si 25 alumnos en una aula cerrada (que es la ratio desde segundo de Infantil a Bachillerato) es un espacio con esa densidad adecuada, pese a que se esté dentro con mascarilla y distancia de seguridad.
La consejera de Sanidad, Verónica Casado, se suma a las conclusiones de ese informe europeo y resalta la necesidad de combinar todas las medidas de precaución para minimizar riesgos: separación de metro y medio, mascarilla, higiene de manos y ventilación de las aulas, «ya que la propagación incrementa en los espacios cerrados».
«El riesgo cero no existe, y menos en una situación de pandemia, pero la experiencia de otros países nos dice que sí, que puede haber brotes, pero que con una gestión adecuada se minimiza su impacto. Por eso es importante el protocolo común que ha diseñado el Gobierno y las autonomías para la vuelta a las aulas», dice Casado.
Ese documento europeo concluye que en los casos de covid y con síntomas, los niños esparcen el virus en una proporción similar a la de los adultos. E incide en que todavía se desconoce cómo pueden infectar los asintomáticos, cuando la realidad es que el porcentaje de pacientes sin síntomas parece que es mayor entre los menores de edad. El estudio del organismo de la UE apunta además a que la reapertura de los colegios –a partir del rastreo de contactos y con los datos observados en otros países– «no se asocia con un incremento significativo en la transmisión comunitaria».
Sin embargo, es «imprescindible minimizar el riesgo en los centros educativos, donde habitualmente se concentra una alta densidad de personas», explica la doctora María José Mellado, presidenta de la Asociación Española de Pediatría. «Los niños parecen infectarse de forma similar a los adultos, pero al expresarse los síntomas asociados a la infección de forma más leve pueden convertirse en fuentes de transmisión silente», aseguran desde la asociación pediátrica.
«No hay suficiente evidencia científica con respecto al potencial transmisor de los niños, de modo que debemos asumir (por lo menos hasta que quede demostrado lo contrario) que los niños son contagiosos y posibles fuentes de reintroducción de la transmisión a otras poblaciones más vulnerables», apunta la doctora Mellado.
De ahí, insisten, esas medidas de precaución, mucho más estrictas en España que en otros países. Aquí, la mascarilla es obligatoria a partir de los 6 años (la Junta, para unificar edades, la ha fijado a partir de segundo de Primaria). En Portugal y Gran Bretaña será a partir de 12 años (y en este último país, solo en pasillos y zonas comunes). Alemania tampoco implantará su uso en el interior de las aulas y en Francia será obligatoria en el colegio a partir de los 11 años. En España se consensuó el pasado jueves, entre Gobierno y autonomías, la combinación de distancia de metro y medio entre pupitres y mascarillas para minimizar riesgo ante el avance de la pandemia en el país.
Y todo esto, porque hay estudios que insisten en que «no se debería descartar a los niños como propagadores del virus». Así se recoge en la investigación publicada el pasado día 20 en la revista científica Journal of Pediatrics, a partir de un estudio llevado a cabo en dos hospitales de Massachusetts (EEUU). «Aunque los niños con covid-19 no son tan propensos a enfermar tan gravemente como los adultos, como portadores sin síntomas o con pocos síntomas que asisten a las escuelas pueden propagar la infección y llevar el virus a sus hogares», informa Efe.
Por eso, subrayan desde las Consejerías de Educación y Sanidad, los niños recibirán durante los primeros días de clase una formación específica en educación para la salud, en las que los maestros les enseñarán el uso correcto de ponerse y quitarse la mascarilla o las bondades de una buena higiene de manos. El protocolo de la vuelta al cole obliga a que los estudiantes se las laven, al menos, cinco veces al día (bien con agua y jabón en los baños, bien con gel hidroalcohólico). Los centros ya están equipados con este gel y con dispensadores a las entradas de las aulas, aunque también se recomienda a las familias que, si es posible, cada niño acuda a clase con su propio bote de gel.
La semana pasada, el Hospital Sant Joan de Déu difundió las conclusiones de un estudio realizado durante cinco semanas (con pruebas PCR semanales) entre 1.905 niños participantes en campamentos de verano en Barcelona y su entorno (hubo 30 positivos entre los menores y nueve en los adultos). El estudio preliminar reveló una «menor tasa de reproducción de la enfermedad en los menores que la que se presenta en la población general», e insiste en la importancia del lavado de manos para reducir contagios. Los datos, sin embargo, no son extrapolables, ya que la mayor parte de las actividades se celebraron al aire libre.
Los estudios nacionales de seroprevalencia cifran entre 230.000 y 250.000 los menores infectados en España desde el inicio de la pandemia (en torno al 3,4%), pero apenas 300 tuvieron que ser atendidos en un hospital, de acuerdo registro Epico en el que participan las unidades pediátricas de los principales hospitales. En la población general, la prevalencia de anticuerpos frente al virus se sitúa en el 5%.
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