Una misión galáctica para robar sonrisas en el Clínico
La Legión 501, el escuadrón de fans de Star Wars más solidario del planeta, visitó el Hospital Clínico Universitario de Valladolid para hacer felices a los más pequeños y a sus familias
Este viernes, el pasillo de la planta de hospitalización pediátrica del Hospital Clínico Universitario de Valladolid se convirtió en un escenario digno de Tatooine, el ... planeta natal de Luke Skywalker. Médicos, enfermeros y celadores iban abriendo paso a un nutrido grupo de soldados imperiales que tenían como misión arrancar sonrisas a los pequeños que estaban ingresados y también a sus familias. Objetivo cumplido.
«Lo que más nos motiva es ver a un niño que lo está pasando mal sonreír solo con vernos. Eso no tiene precio», explicaba Jesús Pérez Pindado uno de los miembros de la Legión 501. Aproximadamente tres veces al año, los miembros de esta asociación internacional visitan este hospital para cambiar sus blásters por diplomas y su lado oscuro por solidaridad. La Legión 501 nació en Estados Unidos en 1997, cuenta con más de 14.000 miembros en todo el mundo y tiene el sello oficial de Lucasfilm y Disney. En España son más de 850 los miembros que la integran, y en Castilla y León, cerca de 80. Su lema, «los chicos malos haciendo cosas buenas», lo dice todo. «Somos voluntarios, no cobramos por nada. Lo que hacemos es llevar ilusión, sobre todo a los niños, pero también a sus familias, porque a veces los padres necesitan tanto ánimo como ellos», contaba Pérez Pindado, que hacía las veces de oficial imperial.
Y no faltan razones para admirarlos. Por su labor, y también por el cuidado que ponen a cada detalle de sus trajes, los cuales deben pasar una rigurosa validación internacional. «Lo que llevamos no es cualquier disfraz de fiesta. Nuestros trajes tienen que ser una réplica exacta de los que aparecen en las películas. Si no, no puedes usarlo en nombre de la Legión. Algunos pueden llegar a costar hasta 1.500 euros y el de Darth Vader más de 6.000», explican. Su compromiso roza la perfección cinematográfica. «Mientras no tengas un traje que la organización te dé de paso, no puedes interpretar el personaje. Tenemos que ser los dobles exactos de las películas», añaden.
Y entre stormtroopers y oficiales, una figura con capucha marrón y ojos luminosos llamaba especialmente la atención. Era Ana Gil, que lleva cinco años interpretando a una jawas, esos pequeños chatarreros de Tatooine que se ganan la vida recolectando piezas. Durante la misión, esta juguetona jawas se atrevió a robar alguna merienda a los niños más despistados. «Empecé ayudando como apoyo y luego decidí dar un paso más para llevar sonrisas a la gente», contaba. «Siempre me ha encantado La Guerra de las Galaxias y este personaje es muy divertido. Puedo jugar con los niños, robarles cosas de broma, hacerles reír... es algo precioso», añadía.
Los integrantes de la Legión 501 llegaron no solo desde Valladolid, sino también desde Soria y Salamanca, como es el caso de Marina García. «Llevo apenas dos semanas y esta es mi primera visita a un hospital. Ver a los niños sonreír, recibir su diploma del Imperio Galáctico... es emocionante, me llena el corazón», comentaba esta joven, que comparte la misma afición con su pareja, Nicolás Sariego, también salmantino, que acompañó al grupo de soldados imperiales haciendo de apoyo logístico. «Somos los ojos de los que van con casco. Evitamos que se choquen y también les ayudamos a vestirse, escribimos los diplomas y llevamos el carro con los regalos. Yo soy voluntario desde pequeño y unir eso con mi pasión por Star Wars es lo mejor que me podía pasar. Ahora mismo estoy en proceso de que me aprueben el traje y en cuanto lo hagan ya podré hacer un personaje», añade este joven.
Entre risas y fotos, los pequeños pacientes recibieron un juguete llegado a través de donaciones, y un diploma de Stormtrooper firmado por el mismísimo Emperador Palpatine y Darth Vader, nombrándolos miembros honoríficos del Imperio Galáctico «por su dedicación y valentía para mantener el orden y la paz en la galaxia». Un título que vale más que cualquier sable láser.
Un respiro en medio de la rutina hospitalaria
Esta visita fue un soplo de aire fresco para toda la comunidad hospitalaria. «Son momentos que rompen la dinámica del hospital, que traen alegría a todos. Primero a los niños, también a las familias y, por supuesto, al personal», contaba Laura Morchón, presidenta de la Comisión de Humanización Asistencial del Clínico. «Dentro del dolor y del estrés que supone estar en un hospital, al final, estas actividades consiguen que los niños se queden con un recuerdo bonito», añade.
Maribel Encinas el viernes era una madre emocionada. «Yo llevo tiempo con mi niño aquí y ver algo diferente, algo que le saque una sonrisa, es un regalo». Su hijo Marcos, de 13 años, no se separaba del diploma ni del cubo de Rubik que le entregó un stormtrooper como recuerdo. «Ha sido muy chula la visita. Mi personaje favorito es el blanco, el soldado», decía este niño sin quitar la vista del casco brillante de su héroe.
Los troopers llevaron sonrisas a la planta de hospitalización, la de psiquiatría infanto-juvenil, la UCI pediátrica y también a las urgencias infantiles y se hicieron fotos con todo el que se lo pedía. «Que la fuerza os acompañe... y que no os multen por aparcar la nave en urgencias», les despedía un celador. La misión estaba cumplida. El Imperio había conquistado, una vez más, el corazón de los niños del Clínico.
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