

Secciones
Servicios
Destacamos
Son mellizos, nacieron el 30 de abril de 2007 con apenas un minuto de diferencia, pero tardaron casi un año en conocerse y abrazarse. Los ... vallisoletanos Daniel y Raúl Olmedo Fraile celebran su mayoría de edad unidos por un vínculo irrompible de amor de hermanos y capacidad de superación.
En vísperas de cumplir 18 años, sus padres, Yolanda Fraile y Enrique Olmedo repasan viejas fotografías. En ellas se distinguen dos diminutas criaturas conectadas por cables y sondas luchando por vivir. Son fotos que los protagonistas de esta historia nunca habían visto. Durante todos estos años han estado guardadas porque eran un recuerdo muy duro para sus progenitores. Hoy aquellos bebés prematuros son dos jóvenes felices y llenos de vida. «Es un milagro», repiten sus padres, que recuerdan aquellos momentos con la emoción a flor de piel.
Su historia se remonta a octubre de 2006, cuando Yolanda supo que estaba embarazada. «Venía de perder un embarazo anterior, así que fue una inmensa alegría», cuenta. A principios de enero supieron que eran dos. Una noticia que recibieron con inmensa alegría, pero sin sorpresa, debido a los antecedentes de gemelos que tienen en la familia. El embarazo no fue fácil. Reposo absoluto, controles constantes y una angustia creciente desembocaron en una cesárea urgente a los seis meses de embarazo. Daniel y Raúl nacieron con 680 y 800 gramos respectivamente. «Eran tan pequeños que cabían en la palma de la mano», recuerda Yolanda.
Los primeros días fueron críticos. El personal sanitario del Hospital Río Hortega sabía que cada hora era una batalla ganada. Raúl, aunque extremadamente prematuro, fue progresando adecuadamente y pudo recibir el alta el 12 de julio de 2007, sin embargo, Daniel tuvo que luchar contra un sinfín de complicaciones: problemas respiratorios severos, reflujo, una cardiopatía, intolerancia alimentaria y una displasia broncopulmonar que le obligó a depender de oxígeno durante tres años. «Daniel estuvo 11 meses ingresado. No respiraba por sí solo y tampoco comía solo. Apenas podía moverse», cuenta Enrique. Durante ese tiempo, la familia se aferró a cada pequeño avance. Un primer respiro llegó cuando Daniel pudo salir brevemente a la calle, conectado a bombonas de oxígeno, antes de ser trasladado al hospital Gregorio Marañón de Madrid para un cateterismo vital.
El reencuentro entre los dos mellizos ocurrió casi un año después de nacer, cuando Daniel pudo salir del hospital con ayuda de oxígeno portátil. Fue muy emocionante para los padres. «Teníamos que sacarlo poco a poco a la calle para ver cómo reaccionaba», rememoran Yolanda y Enrique. Fue entonces, en aquellas primeras salidas vigiladas, cuando Raúl y Daniel volvieron a mirarse cara a cara. Y desde entonces no se han vuelto a soltar. «Había días en los que no sabíamos si sobreviviría. Pero Daniel siempre luchó. Y aquí está, hoy cumpliendo 18 años», sonríe su madre emocionada.
Este joven sigue necesitando sesiones de fisioterapia, logopedia y mucha atención médica. Fue diagnosticado de autismo y discapacidad intelectual, pero eso no ha impedido que su vida esté llena de grandes logros. Desde pequeño ha compartido todo con su hermano, aunque sus caminos educativos han tenido ritmos diferentes. Ambos estudiaron en Corazonistas y actualmente Daniel estudia en La Salle un grado básico de Servicios Administrativos y está haciendo sus prácticas en la Federación de Castilla y León de Autismo. Su ilusión es continuar con un grado medio de Electricidad. También es voluntario en el Real Valladolid de Baloncesto, donde se siente querido y parte de algo grande. «Le han acogido como uno más, y eso para él significa muchísimo», explica su madre.
También es un apasionado de la Fórmula 1, de los Legos, de pasar temporadas en su pueblo, Siete Iglesias de Trabancos y, sobre todo, de los cubos de Rubik. De hecho, su habilidad con los cubos le ha llevado a participar en campeonatos nacionales, un hobby que empezó de forma casual pero que ha acabado por convertirse en una pasión y una vía de crecimiento personal. «Un día cogió un cubo de Rubik y empezó a hacerlo solo, sin que nadie le enseñara. Desde entonces, no ha parado», comentan sus padres.
Su hermano Raúl ha sido siempre su protector. «Para mí, Daniel es todo. Es mi compañero de vida. Verle luchar día tras día es una inspiración», dice emocionado este joven que está a punto de terminar segundo de Bachillerato en el IES Vega del Prado y que sueña con estudiar Veterinaria o Enfermería, y en su tiempo libre juega al fútbol sala, entrena a niños pequeños y no se separa de su hermano. «A veces nos juntamos con mis amigos y Daniel es uno más de nosotros», cuenta orgulloso del vínculo que les une.
La celebración de los 18 años será especial para esta familia vallisoletana. Habrá fiesta familiar y muchas sorpresas. Para Yolanda y Enrique, más que un cumpleaños, este día es una celebración de la vida. «Verles así, tan grandes, es increíble. Es mirar atrás y no creerte todo lo que hemos vivido. Son unos campeones», dice Enrique. «Son nuestro orgullo, nuestro milagro», añade Yolanda mientras los cuatro se funden en un gran abrazo.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.