

Secciones
Servicios
Destacamos
Tras casi cuatro décadas dedicadas a endulzar la vida de los vallisoletanos, Carmen Gómez Peinador, la encargada de la confitería Maro Valles en la ... calle Campanas, ha puesto la guinda a su carrera profesional. Se ha jubilado dejando un legado de dulzura, cercanía y profesionalidad.
Noticia relacionada
Sonia Quintana
Esta vallisoletana nacida en Zaratán comenzó su andadura laboral con tan sólo 15 años en la antigua pastelería Burgueño, donde permaneció una década. Poco después encontró trabajo en Maro Valles, que en aquel entonces se denominaba Palacios. «Me llamaron para echar una mano en Navidad y para cubrir las vacaciones de otros empleados y aquí me quedé. En total he estado cincuenta años de cara al público vendiendo pasteles, que es lo que más me gusta«, relata con una sonrisa y una energía que desmienten su edad de 65 años.
En Maro Valles, ha estado al frente de varias de sus tiendas, la de la Plaza del Poniente, la de Parquesol y ahora en la nueva ubicación de la calle Campanas. «Esta nueva tienda es una preciosidad. Reconozco que me voy con pena y que de buena gana me quedaría unos años más en esta ubicación. Aquí me he encontrado muy a gusto. En todos estos años, he visto como los clientes de toda la vida tenían hijos que luego, venían a su vez con sus propios hijos a por los pasteles para sus celebraciones. Ha sido muy bonito formar parte de los momentos más especiales de las familias de Valladolid durante varias generaciones«, comenta con orgullo.
Las Navidades siempre han sido la época de más trabajo. Por eso, ha decidido esperar a la finalización de la campaña navideña antes dar por concluida su etapa laboral. «Hay épocas en el año que son una verdadera locura: el día de la Madre, los Santos… pero las Navidades son lo más complicado. Se nos juntan los roscones, con los detalles de empresas y los dulces típicos de esas fechas. Pero a pesar de tanto trabajo, son los días más especiales. La confitería se llena de gente, de historias, de emociones…», comenta Carmen, quien asegura que, a pesar del estrés, siempre ha disfrutado de esas jornadas intensas, sintiendo que contribuía al espíritu festivo de la ciudad.
Entre las innumerables anécdotas que guarda en su memoria, destaca el cariño de los clientes. «Siempre me ha encantado hablar con la gente. A veces, sentía que esto era como un confesionario en el que los clientes compartían sus alegrías y penas. Siempre he mantenido con todos una relación muy especial. A muchos de ellos los conozco tan bien, que nada más verles entrar por la puerta ya sabía lo que me iban a pedir», dice entre bromas.
El 15 de enero fue el día que eligió para jubilarse. Sus compañeras, jefes y clientes quisieron darle una despedida a la altura de su trayectoria. «Fue muy emocionante. No esperaba tanto cariño. Todo el mundo me decía: '¿Y ahora qué vamos a hacer sin ti?'. La verdad es que me quedé muy tocada. No sabía que mi trabajo había tenido tanta repercusión», confiesa. Recibió la visita de su jefe, Maro Valles que, junto con su esposa Matilde acudieron a desear lo mejor a la que ha sido su encargada durante cerca de 40 años. «Me emocionó mucho que vinieran a despedirse. Estuvimos recordando viejos tiempos. Sus cuatro hijos, que ahora gestionan la empresa, también vinieron y me regalaron un ramo de flores. Me he sentido muy querida. Somos como una familia. Incluso se vino una amiga mía desde Castellón para darme la sorpresa ese día. Fue algo increíble. Muchos clientes también se pasaron a decirme adiós y a traerme un detalle. Me daban las gracias por todos estos años y por mi amabilidad y cercanía, pero la agradecida soy yo. Es un orgullo que la gente valore tanto mi trabajo», agradece esta dependienta, que promete seguir acudiendo a la tienda como clienta, para seguir disfrutando de los dulces y de la tarta Piamonte, su favorita.
Admite que le está costando hacerse a la idea de que su etapa laboral ha concluido y mira al futuro con optimismo. «Después de tantos años trabajando de martes a domingo, es hora de hacer cosas que antes no podía. Quiero disfrutar de mi familia y de pequeños placeres como viajar o simplemente descansar», añade.
Los clientes de la confitería Maro Valles echarán de menos la sonrisa y la cercanía de Carmen. «Esto es lo bonito de este trabajo, que, aunque tú te vayas, las celebraciones y la alegría continúan y si tienen como colofón un dulce, mejor que mejor», concluye la recién jubilada.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.