El Santuario de Valladolid reúne a noventa monjas en un congreso de canto y dirección coral
Religiosas de hasta doce comunidades autónomas participan en el encuentro Coral Studium, que clausurará el viernes el arzobispo Argüello
Ave María Purísima… ¡Y suena la música! La capital vallisoletana acoge un congreso nacional de canto y dirección coral destinado a la vida consagrada: Coral ... Studium, un encuentro virtuoso y variopinto de arte y espiritualidad en diferentes niveles de enseñanza. Se trata de una masterclass de canto y emociones que reúne por primera vez a 87 monjas de entre 24 y 78 años, de una docena de comunidades autónomas pertenecientes a una decena de congregaciones de diferentes países de Europa, América, África y Asia, que han llegado a la ciudad con el mismo objetivo de «compartir, convivir y formarse juntas en unidad y encuentro».
Y tantas religiosas como experiencias y tonos, como categorías vocales, teniendo en cuenta el rango, timbre y tesitura de la voz. Tantas como experiencias y matices relacionados con el acento autonómico e incluso mundial referidos a las variaciones en la entonación, ritmo y melodía. Las monjas han iniciado este martes «una magistral experiencia» al albor del Sagrado Corazón de Jesús, en el Centro de Espiritualidad-Santuario Nacional, con el objetivo de enriquecer la vida litúrgica de sus diferentes comunidades religiosas y entornos sociales.
La Conferencia Episcopal Española (CEE) acredita este congreso que busca ofrecer herramientas prácticas y formación de excelencia en dirección coral y canto litúrgico pero sobre todo avalado por el Papa León XIV quien, desde sus primeras manifestaciones públicas del pontificado, considera que la música sacra está «llena de significado» para la oración y la vida cristiana.
Desde la Productora Cantamor, organizadores del congreso, tratan en este sentido «de enriquecer la vivencia espiritual además de fomentar la unidad y la belleza de las celebraciones comunitarias» mediante la enseña y la mejora de la técnica de las participantes para poder hacer público desde sus conventos la conexión que esta música puede generar destacando un enfoque histórico como es el gregoriano, el canto más antiguo de la Iglesia, pero también con piezas más actuales de autores como Goyo Casado, Juan José Calvo y Marco Frisina.
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Sopranos, mezzosopranos y contralto son las voces de este casi centenar de madres, todas responsables de la dirección y canto de sus respectivos casas conventuales, que precisamente se ponen en manos de la dirección musical de Gregorio Casado Jiménez, que en estos primeros compases del curso, en la recepción y entrega de partituras a las hermanas, reconocía -«nervioso y emocionado»- estar cumpliendo uno de los sueños de su vida religiosa y personal después de dos décadas al frente «de clases, de ensayos y de conciertos dentro de la comunidad y fuera…» de esta oración escrita en un pentagrama «que se transmite desde el corazón».
«Para mí es una vocación el cuidar a la vida contemplativa, a las religiosas y sus conventos, porque sé el bien que hacen a la Iglesia» explica el también sacerdote de la Archidiócesis de Valladolid, quien en la vorágine de estas primeras horas, en las primeras lecturas de las piezas y con su dilatada experiencia musical en los conventos, las define «como el amor de una madre».
«Son el amor puro hacia la Iglesia y que desde sus clausuras y cantos a todos los católicos pero también a todo el mundo», significa Casado Jiménez, al reconocerse «inmensamente feliz de facilitarlas herramientas para su día a día» más si cabe por participar en esta tarea encomendada por León XIV, también por su predecesor Francisco, en lo que, los pontífices más públicamente y las hermanas desde las clausuras, consideran la música sacra como «un bien para la Iglesia que ayuda a rezar con la voz, la mente y el corazón en un hecho para compartir el rico patrimonio de la Iglesia Católica» desde el mismo corazón vallisoletano convertido hasta este viernes en epicentro mundial de la música sacra donde la formación abarca varios niveles desde clases de dirección coral, de canto individual y pequeños grupos hasta talleres para profundizar en el canto eucarístico de los salmos además de con instrumentos como la cítara, flauta travesera y guitarra con el apoyo de piano y órgano.
Solemnidad que traspasa muros
Son auténticas masterclass coral y musical, de sentimientos dentro y fuera, porque las voces de las hermanas de clausura traspasan los centenarios muros jesuíticos del Centro de Espiritualidad hacia el exterior a través de las ventanas abiertas. Todo suena a solemnidad dirigida por profesionales como Verónica Rioja, Víctor Esteban, Ricardo Gómez y Pablo Román además de Sergio Merino y el propio Casado. «Son clases de comprensión y expresión artística que nos están invitando a profundizar con Dios», comentan varias monjas en un grupo durante uno de los descansos a la vez que agradecen «el don y la gracia» de poder estar en Valladolid recibiendo estas enseñas, «a Goyo y a todos los profesores», manifestando también la ilusión de poder transmitirlo a sus hermanas del convento y también a todas las personas que a lo largo del año acuden a escucharlas en diferentes momentos de su vida contemplativa o la propia misa dominical que traspasa la clausura. «Es una experiencia muy reconfortante por lo que agradecemos el trabajo de tantos laicos y presbíteros que dan valor a la Iglesia», declaran sor Jenny y sor Lucía, agustinas de Sotillo de la Adrada (Ávila).
Algunas de las asistentes a este novedoso congreso tienen carrera y estudios profesionales de musicología compartiendo formación profesional con la propia formación conventual pero que les ha traído hasta la capital vallisoletana «con la ambición «de participar en el proceso evolutivo de las comunidades y de la Iglesia para acercar el mensaje del Señor». Acogiendo este curso «con inmensa alegría porque era muy necesario«, señala que el canto coral incide en el desarrollo socioafectivo, emocional y espiritual. «Nos llevaremos de este curso mucha formación pero también un amor, una paz y un ánimo que recibimos para trasladarlo a nuestras hermanas», aseveró sor Carola, una agustina de Ávila.
Una jornada musical donde el rezo por las vocaciones también está presente reconociendo que «lo importante de este curso es que el Señor sigue llamándonos y da importancia a la vida contemplativa», dice sor María Eugenia, clarisa del convento del barrio de La Rondilla, quien se muestra feliz «de dar voz a la Iglesia a través del canto de la oración y de la liturgia». «La música es ese punto especial», concluye mientras su grupo afirma con la mirada «porque ése es el punto en que todo se enriquece y cobra vida». «Buscamos a Dios en este espacio de la música», subraya Jenny al reconocer el inmenso trabajo religioso y cultural que está realizando el Padre Casado con acciones formativas como ésta.
Un congreso nacional de expresión artística que alcanza la meditación gracias al canto, la interpretación con instrumentos y conocimientos teóricos con clases teóricas y prácticas intercaladas también entre los propios rezos monacales como los laudes, hora intermedia, vísperas y completas, además de eucaristía diaria, que las monjas comparten en estos días con sus hermanas Clarisas, Cistercienses, Carmelitas, Dominicas, Mercedarias, Agustinas o de Iesu Communio. Consagradas que la música sacra, el llamamiento de éste Coral Studium, ha conseguido armonizar carisma, espiritualidad y estilo de vida bajo la religiosidad y profesionalidad vallisoletana a través del canto ante la importancia y de la dimensión en la vida conventual. El arzobispo y presidente de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, cierra el viernes este primer congreso con una solemne eucaristía en la Basílica Nacional de la Gran Promesa, a partir de las 13.15 horas, donde se podrán ver en directo las angelicales voces de este centenar de hermanas de clausura tras cuatro días afinando en Valladolid.
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