De izquierda a derecha, Lalla, Sanae y Hanane, en el Centro Cívico Delicias, donde imparten clases de español, árabe, inglés y yoga. Carlos Espeso

La lucha por la integración marroquí lleva nombre de mujer en Valladolid

La asociación Al Nour, creada por y para mujeres, trata de ayudar a vecinas y niños a sentirse vallisoletanos sin renunciar a sus orígenes

Marco Alonso

Valladolid

Lunes, 5 de diciembre 2022, 00:12

Sus nombres son Lalla, Sanae, Hanane y Bahija y llevan años viviendo en Valladolid, pero nacieron lejos de aquí. La vida de estas cuatro mujeres ... comenzó al otro lado del estrecho de Gibraltar. Allí, en Marruecos, tienen sus raíces, su cultura y buena parte de su familia, pero ahora, por distintas razones, forman parte de la sociedad vallisoletana junto a sus maridos y sus hijos. Las cuatro llevan tiempo luchando por integrarse en la ciudad y no ocultan que el pañuelo que cubre su pelo las hace diferentes a simple vista, pero están convencidas de que el precio de la integración jamás debe ser la renuncia a sus orígenes, sus creencias y su cultura. Por esa razón crearon hace unos meses la Asociación Al Nour, a través de la que imparten formaciones que van en una doble vertiente: ayudar a otros inmigrantes a integrarse en Valladolid y que lo hagan sin dejar de lado sus orígenes.

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La asociación centra sus esfuerzos en las mujeres recién llegadas, a las que imparten clases de español para facilitar su integración, y en los niños, a quienes enseñan árabe para que mantengan sus raíces. Además, los pequeños también reciben formación en inglés, ya que en Marruecos este idioma no se cursa hasta los 16 años y los escolares que llegan de este país parten con una clara desventaja con respecto a sus compañeros.

La demanda de las clases para niños es tan alta que son 70 los pequeños que están aprendiendo árabe los viernes y sábados en el Centro Cívico Delicias del paseo Juan Carlos I y en el Centro Municipal Segundo Montes de la plaza de Las Viudas. «Hay muchos más niños en lista de espera para las clases de árabe, pero no podemos atender a más. No tenemos más profesores y el máximo es de catorce alumnos por clase porque si metemos más, no van a aprender nada», explica Hanane, que es una de las profesoras.

Lalla llegó a Galicia desde Marruecos hace siete años y cambió de lugar de residencia para recalar en Valladolid hace tres años junto a sus dos hijos y su marido. «Sufrí mucho por el racismo cuando llegué a España. Yo no sabía hablar español y vivía en un pueblo en el que no había ni clases ni asociaciones que me pudieran ayudar. Me sentí muy mal y llegué incluso a tener una depresión porque la gente, no todos, eran muy cerrados. Cuando salía a la calle y me veían vestida tan diferente a ellos, me tenían miedo y yo no podía explicarme porque no sabía el idioma», relata esta mujer de 38 años, que se ha erigido en impulsora de la asociación Al Nour para evitar que casos como el suyo se vuelvan a repetir. «Las mujeres que tienen problemas como el que tuve yo al llegar a España no pueden quedarse solas, encerradas en casa. También es muy importante que se junten con familias de españoles, que no solo estén con otros marroquíes. Nuestros hijos son el futuro de España y tenemos que luchar juntos por el bien de todos. Criticar a la que lleva el velo o al que es cristiano no nos puede llevar a nada bueno», sentencia.

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Estas cuatro mujeres no ocultan que integrarse en una sociedad como la vallisoletana es complicado bajo un velo y aseveran que no están dispuestas a abandonarlo bajo ningún concepto. «En algunos trabajos me han dicho que me lo tengo que quitar, pero no voy a hacerlo. Esta es mi religión y nadie tiene derecho a meterse ahí. A mí se me va a contratar por mi cerebro o por mi forma de trabajar, no por lo que llevo encima del pelo», incide Hanane.

Clases de yoga para mujeres marroquíes

Desde la asociación se organizan también clases de yoga que, a priori, puede parecer que poco tienen que ver con la integración y con la conservación de la cultura de las inmigrantes. Pero Sanae asegura lo contrario y lo argumenta así: «Nosotras no podemos ir a un gimnasio a hacer deporte porque los hombres solo nos pueden ver la cara y las manos por nuestra religión. Por eso pensamos en hacer estar clases, a las que van catorce mujeres que pueden vestir un chándal, quitarse la ropa y estar como si estuvieran en casa porque solo hay mujeres», explica Sanane.

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Y de esta manera –con formaciones de español, árabe, inglés y yoga impartidas por voluntarias–, la asociación Al Nour se está convirtiendo en todo un activo para la integración de los marroquíes en un barrio cada vez más multicultural, como es el de Las Delicias. «En la clase de mi hija, en el Miguel de Cervantes, hay más niños marroquíes que españoles», recalca Lalla Hanan, que se ha marcado como objetivo ayudar a que las mujeres marroquíes que llegan a Valladolid tengan una asociación que les sirva de apoyo, tanto a ellas como a sus hijos. «Hemos creado esto gracias a la ayuda de personas como Antonio Verdugo, él nos facilitó todo lo que nos hacía falta para fundar la asociación y estamos muy contentas de lo que estamos consiguiendo», concluye.

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