Vecinos de Valladolid se resguardan del calor. Aida Barrio

Lecturas a la sombra, abanicos y fuentes para combatir el calor en Valladolid: «Estamos hartos»

Los vecinos salen a la calle buscando temperaturas «mejores» que en casa, que se han convertido en «verdaderos hornos» tras varios días del mercurio rozando los 40 grados

Martes, 12 de agosto 2025, 14:14

Fue el pasado domingo, 10 de agosto, cuando Valladolid registraba 29,8 grados a las 0:00 horas. Una temperatura extraordinaria, no en lo fantástico ... si no en lo inusual, que interrumpía los ritmos circadianos de muchos vallisoletanos. Cuesta conciliar el sueño por la noche y soportar el calor por el día. La ola de altas temperaturas que sacude Valladolid durante estos días comienza a hacerse cuesta arriba y todavía quedan días en los que el termómetro rozará los 40 grados en la capital -Aemet prevé un receso el miércoles que durará hasta el viernes, momento en el que media provincia estará de fiestas con el mercurio apretando de nuevo-. Aliados como el abanico, los sombreros y gorras, el aire acondicionado y ventilador y la botella de agua se convierten en un imprescindibles entre quienes buscan combatir el calor «como buenamente se pueda». Las plazas, parques y jardines en los que los árboles o edificios ofrecen un resquicio de sombra se llenan de vallisoletanos «hartos del calor».

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Libro en mano y abanico apoyado en el banco. Así disfruta de la jornada matinal de martes Carmen Serrano, sentada en un banco de la plaza Santa Cruz de Valladolid. «Vengo a leer aquí porque hace mejor que en casa. Cuando me he ido esta mañana tenía 34 grados en el comedor y es inhumano», explica mientras hace una pausa en la lectura. «Vengo a leer aquí muchas veces porque el la plaza mas bonita de todo Valladolid y aunque aquí también hace calor pues por lo menos corre de vez en cuando un poco de aire», apunta Carmen Serrano.

Cuando el reloj marca las 12:30 horas, la lectora de plaza San Cruz se retira. «Vuelvo a casa porque no es aconsejable estar a partir de esa hora en la calle» pero el problema llega cuando se acerca el momento de meterse en la cama. «Estas dos últimas noches no he pegado ojo prácticamente y esta noche creo que he caído rendida por falta de sueño. Por la noche no baja la temperatura y eso dificulta que podamos dormir», afirma Carmen Serrano, quien asegura: «Gracias a que tengo ventilador en casa y lo pongo de vez en cuando si no esto sería inhumano. Eso sí, nunca salgo de casa sin el abanico y una botellita de agua en el bolso».

A poco metros de la plaza Santa Cruz, la Plaza Universidad repite una estampa similar. Caminar a pleno sol quema y molesta y es por ello que quienes salen a la calle buscan la sombra como el agua en mitad del desierto. Sara Montes y Aurora del Olmo, madre de hija, disfrutan de la sombra en uno de los banco colocados justo enfrente de la estatua de Miguel de Cervantes, que vigila la plaza a pleno sol. «Salimos pronto por la mañana y ya hace calor. Es un calor espantoso, está siempre horrible y cada día más», explica Sara Montes, quien acompaña a su madre todas las mañanas.

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«Estoy deseando volver a casa porque allí tengo aire acondicionado», precisa Aurora del Olmo, equipada con un sombrero para protegerse de los rayos de sol. «Es indispensable que nuestros mayores se protejan», detalla su hija a la vez que coloca el sombrero de la madre. «No salimos por la tarde porque es insostenible», explican ambas y añaden: «Bebemos más de dos litros de agua al día para por lo menos estar hidratadas».

Otros emplazamientos como Portugalete con corren con la misma suerte que los anteriores pues durante prácticamente toda la mañana no ofrecen bancos a la sombra si no a pleno sol y esos, como es lógico, están vacíos. En la plaza San Pablo la sombra está cotizada. En los bancos más próximos a la estatua de Felipe II los huecos de sombra se entremezclan con rayos de sol que se cuelan por las ramas de los árboles pero el Palacio Pimentel ofrece sombras en los dos asientos circulares con una esfera en medio colocados a sus pies.

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Precisamente ahí, admirando la majestuosa fachada de San Pablo, Mario Magdaleno se refugia del sol. «Este calor esta siendo una pesadilla», es lo primero que pronuncia el hombre, equipado con gafas de sol, al preguntar sobre las altas temperaturas que sufre Valladolid durante estos días. Entre sus aliados están «el ventilador, beber muchas agua y visitar los centros comerciales por la tarde para estar fresquito». «Bebo liquido en cantidades industriales y convierto mi casa en un zulo bajando las persianas. Las noches son lo peor, sudar y sudar todo el rato», resume Mario Magdaleno a cerca de sus sensaciones durante esta ola de calor.

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