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José Tomás saluda al público durante su segunda vuelta al ruedo.
José Tomás y José María Manzanares salen por la puerta grande en Valladolid

José Tomás y José María Manzanares salen por la puerta grande en Valladolid

Ambos toreros cortaron tres apéndices a sus enemigos

el norte

Viernes, 9 de septiembre 2016, 20:45

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Gran tarde de toros la celebrada el jueves en Valladolid. El diestro de Galapagar, José Tomás, no defraudó y cortó tres orejas, dos de ellas en una memorable faena a su segundo toro en la que demostró por qué genera tanta expectación en cada una de sus contadas apariciones.

La corrida arrancó con la actuación del rejoneador Leonardo Hernández, que no tuvo suerte. En su primer toro finalmente cosechó una ovación pero sin trofeo, después de que la afición lo pidiera pero la presidencia de la corrida lo denegara. En su segundo, Hernández sufrió ante un animal sin casta, sin ganas de moverse y que no embestía al caballo. A la hora de matar, más de lo mismo, decepción, después de que el rejoneador clavara y sacara dos veces antes de matar al toro a la tercera intentona.

José Tomás fue el segundo en salir a escena. El primero de sus toros, de nombre Marcado y con 514 kilos, salió con una velocidad inusitada y cayó a la arena, haciéndose daño en una de sus manos, lo que le valió ser devuelto a toriles.

Su sobrero carecía de clase y era manso, aunque el de Galapagar lo hizo bueno gracias a una gran estocada que se valió para cosechar una oreja.

En su segundo llegó la apoteosis. José Tomás se plantó en la plaza e inmóvil realizó varios pases de gran valor, profundos, de verdad, caminando entre el arte y el susto al público. El silencio de las 10.000 personas que abarrotaban la plaza solo se rompió con olés y con la petición de trofeo después de la muerte del toro. Pese a que su estocada fue mala, la presidencia le concedió las dos orejas.

José María Manzanares no le fue a la zaga. El torero alicantino cortó una oreja a su primer toro tras dar un recital de naturales y, en especial, después de matar de forma certera recibiendo al animal.

En su segundo toro, Manzanares tuvo que trabajar a fondo con un animal que parecía no querer formar parte de la corrida. Consiguió una estocada certera aunque algo desprendida. La suma de todo ello le valió su segunda oreja de la tarde.

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